El pasado 11 de marzo, un artista conocido bajo el seudónimo de Beeple vendió en la casa de subastas Christie's una de sus obras, Everydays: The First 5.000 Days (Cada día: Los primeros 5.000 días), a cambio de 69,3 millones de dólares, el tercer precio más alto que se ha pagado a un autor vivo en toda la historia. La creación de Beeple (Mike Winkelmann), además, tenía una particularidad muy destacable, y es que se trataba de una obra de arte digital única. O lo que es lo mismo: de un NFT (non-fungible token o token criptográfico), el nuevo fenómeno que ya está revolucionando internet.
Los NFT son obras de arte digitales especiales. No existen en la vida real, sólo dentro del mundo virtual, pero aun así se pueden comprar y distribuir legalmente sin inconvenientes. Y su principal caraccterística –y el motivo por el cual se están pagando cantidades mayúsculas para adquirirlas– es que son únicas, ya que cuentan con una serie de certificados y codificaciones especiales vinculadas a su blockchain –su ADN– que así lo acreditan. Un código digital que es, en cierta manera, como el número de serie de un objeto de edición limitada.
Hasta ahora, una obra de arte creada a partir de tecnología –ilustración, fotografía, vídeo– se podía duplicar tantas veces como se quisiera, de manera que las copias no se podían distinguir del original. Con los NFT, sin embargo, la cosa cambia radicalmente: este código no sólo verifica su origen, sino que además también permite que el vendedor y el futuro comprador conozcan cuándo y cómo se ha creado la obra, ofreciendo todo tipo de información.
El arte digital es muy 'real'
Sólo para que sirva como ejemplo, el pasado mes de febrero el creador del Nyan Cat –un gif de un gato con cuerpo de galleta y cola de Arco Iris creado en 2011– traspasó su obra a cambio de 600.000 dólares. Días después, Jack Dorsey, cofundador de Twitter, vendió en una subasta su primer tuit en la red social por casi 3 millones de dólares. Y no están solos. La semana pasada, el fundador de Tesla, Elon Musk, se sumó a la fiesta poniendo en el mercado una canción creada por él mismo que precisamente habla sobre el fenómeno NFT. El precio de salida, no apto para todos los bolsillos, claro: 1 millón de dólares. Por un sencillo electrónico de 2 minutos y 20 segundos de duración, sí.
Aunque evidentemente todavía hay mucha gente que no quiere ver arte a través de una pantalla, lo cierto es que los NFT ya son una realidad en ciertos sectores vinculados al mundo digital. También en el de los youtubers.
¿Empieza la perversión?
Si el concepto NFT ha entrado en escena en las redacciones de varios medios del país es, en parte, porque uno de los youtubers más famosos del estado, Willyrex –quien tributa en Andorra, por cierto–, anunció este martes que está preparando sus propios NFT. Por ahora ha revelado pocos detalles sobre el producto en cuestión, pero parece evidente que el objetivo será venderlo al mejor postor.
Esta manera de hacer inevitablemente genera controversia por dos razones: la primera, porque este mercado está en pleno proceso de expansión descontrolada –una expansión muy agresiva que, tal como ha pasado con las criptomonedas, pueden acabar pagando a los sujetos más ingenuos con ganas de subir a la ola sin conocer como hacerlo–, y la segunda, porque la mayor parte de la audiencia de Willyrex, como la de muchos youtubers especializados en videojuegos, está conformada por menores. Mala combinación.