El keniata Ngũgĩ wa Thiong'o es, hoy por hoy, uno de los máximos exponentes de las letras africanas y un firme candidato al premio Nobel (aunque él ironiza asegurando que preferiría dejar de ser un "casi Nobel"). Es famoso por su militancia en defensa de las culturas minoritarias, motivo por el que es especialmente querido en Catalunya (fue uno de los signatarios de la Carta de Barcelona por los derechos lingüísticos de las lenguas minorizadas). Un año después de su último paso por Barcelona, ha venido para participar en el Festival MOT, donde este sábado, en Olot, participará en una mesa redonda con Salem Zenia y con Josep Ramoneda sobre la literatura como memoria colectiva. Aprovechando esta visita ha querido presentar la edición en castellano del segundo volumen de sus memorias, La casa del intérprete (ed. Rayo Verde), que ya apareció en catalán el año pasado (ed. Raig Verd).
Llegan las memorias de un luchador
Ngũgĩ wa Thiong'o ha explicado que ahora que ya se hace mayor ha querido dar un repaso de su pasado, a instancias de su esposa, y por eso ha empezado a escribir sus memorias, empezando por Sueños en tiempos de guerra y continuando por La casa del intérprete (hay un tercer volumen que ya se ha publicado en inglés con el título Birth of a Dream Weaver: A Memoir of a Writer's Awakening). Además de esta trilogía, Rayo Verde, que ha editado varias obras del autor keniata, ya ha previsto publicarle, también, unas memorias del año que pasó en la prisión, en 1978, por sus críticas al presidente Arap Moi.
La casa del intérprete
Con respecto al libro que se presenta hoy, Ngũgĩ ha explicado que su periodo escolar fue muy complejo, porque la escuela era un refugio seguro ante la guerra que azotaba Kenya, pero que cuando salía de clase se chocaba con las duras consecuencias de un conflicto que lo marcaba todo. Tras el primer semestre en la escuela, cuando volvió a casa vio que el edificio ya no estaba, porque habían trasladado a todo el mundo a un "pueblo de concentración", y su casa ya no existía. Ngũgĩ ha querido dejar claro que por más que los británicos bautizaran la resistencia kikuyu contra el colonialismo como "Mau Mau", un nombre que no tiene significado, en realidad el nombre del grupo era el Ejército para la Tierra y para la Libertad de Kenia. Y ha asegurado que la gente no los veía como terroristas, aunque algunos colonialistas no entendían que quisieran escapar del imperio. Porque, segons Ngũgĩ, "en cualquier Estado, a los que luchan la opresión les consideran locos, porque no entienden la disidencia". Y apunta que tanto los propietarios de esclavos como los colonialistas consideraban que los que estaban sometidos a ellos vivían en el mejor de los mundos y no entendían porqué querían vivir de otra forma.
Lengua y memoria
En el festival MOT, Ngũgĩ debatirá sobre la memoria y las políticas de memoria. Y ha recordado que cuándo un país conquista a otro, siempre acostumbra a marginar o suprimir la lengua del otro. Y que cuando alguien llega a un lugar y le pone otro nombre, está borrando la memoria, y la historia del sitio que contiene este nombre. "Cuando sustituimos una lengua por la otra estamos alterando la cultura, la política y la sociedad local", afirma Ngũgĩ. Al ser preguntado por las políticas de memoria a los países africanos, ha lamentado el hecho de que la división del continente entre diferentes lenguas coloniales ha impedido una reflexión y unas políticas comunes. Y ha afirmado que los movimientos sociales están presionando para que los gobiernos hagan marcha atrás y acepten un mayor papel de las lenguas locales (lo reconoce como un reto difícil, en buena parte porque las élites han aceptado la lengua coloniales, que se convierte para ellos un signo de identidad). Uno de sus libros de ensayo se titula, justamente, Descolonizando la mente y gira entorno a este tema. El escritor de Kenia, ha afirmado que todas las lenguas son buenas y que no tendría que haber jerarquía entre ellas, sino una red: "el monolingüismo es el dióxido de carbono de la cultura, y que el plurilingüismo es el oxígeno de la cultura".
El guerrero de la lengua
Ngũgĩ afirma que lleva 35 años luchando por la dignidad de las lenguas, y que en parte se siente cansado de defender siempre lo mismo cuando perduran las desigualdades entre las lenguas, y sus consecuencias políticas y lingüísticas. Y a pesar de todo, afirma que cuando alguien lo describió como "A language warrior", un guerrero de la lengua, no se equivocaba mucho.