Hace semanas que los medios de comunicación (nosotros incluidos) se han llenado de titulares eufóricos diciendo que "Vuelven los castells" y ojalá. Es precioso pensarlo, pero no es exactamente así. Empezamos por el principio (y por la obviedad): los castells son contacto, piel con piel, sudor con sudor y con las caras de los compañeros a dos centímetros de la tuya. En plena pandemia, los castells no son seguros ni imprescindibles.

Desde hace meses la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya (que agrupa a las collas y gestiona el seguro), ha estado elaborando protocolos por retomar la actividad. Y fue el día 8 de mayo cuando envió la quinta versión del documento donde se explicaba que se podían hacer ensayos de hasta 20 personas, que no duraran más de una hora, en grupos estables, con pruebas de no más de cinco minutos y donde no recomendaban hacer pruebas de los castells con la piña cerrada. Muchos grupos entendieron este protocolo como una oportunidad para recuperar la actividad, sobre todo con la canalla y, por una parte, ensayar y, por la otra reanudar los proyectos pedagógicos que hay detrás.

Hacía más de un mes que la propia Coordinadora había anunciado que se haría una prueba piloto conjunta con la Generalitat y la Universitat Rovira y Virgili con 250 castellers para evaluar los riesgos de la actividad. Y, a finales de mayo, desde Valls llegaba otra noticia: habría pilares por Sant Joan. La Colla Joves Xiquets de Valls y la Colla Vella dels Xiquets de Valls harían una prueba piloto con 50 castellers por colla y test de antígenos que les permitiría hacer "los dos primeros pilars en plaza después de la pandemia". Esta prueba no tenía nada que ver con la de la Coordinadora, que no sabía nada.

 

Ensayo del viernes 4 de junio en el local de la Colla Vella de los Xiquets de Valls durante la prueba piloto. ACN / Mar Rovira

Los Castellers de Vilafranca  anunciaron tres días después a los medios de comunicación que estaban trabajando para hacer, en junio, una actuación. Este hecho generó una polémica que acabó de estallar la semana pasada. El seguro de las collas castelleras actual solo cubre los ensayos y desde la Coordinadora, en un comunicado, explicaban que la excepción de hacer actuaciones solo se activaría cuando se reanudara la actividad normal. Como la limitación legal es de 20 personas, no consideraban que fuera suficiente para actuar. Por su parte, los Verds consideraban que sí que se podían hacer actuaciones con las medidas vigentes y pedían que los castells se trataran como otros sectores de la cultura. Así pues, los Castellers de Vilafranca hicieron el domingo un pilar de cinco con 20 personas en el tronco y la piña, pero con más castellers alrededor (por si el castillo caía, cogerlo). Por lo tanto, este se convirtió en "El primer pilar de cinco después de la pandemia" —el de cuatro lo hicieron los Castellers de Sydney en noviembre de 2020.

Desde el Grupo del Foment de la Ciència i la Salut al Món Casteller, formado por personas vinculadas al mundo de la investigación y que ha elaborado varios estudios como el del uso del casco en la canalla son muy críticos con el hecho de querer correr demasiado. Consideran que la prueba piloto de Valls "no reúne los requisitos científicos para ser considerada como tal", no porque no sea segura, sino porque por la manera como está planteada no permite extraer conclusiones para el futuro. En un comunicado que publicaron el lunes, se muestran muy preocupados y afirman que "parece que la prueba de Valls sirve solo para que se puedan hacer castells por Sant Joan".

¿Y ahora qué?

Es cierto que históricamente el mundo casteller ha avanzado gracias a la competitividad entre collas, pero el lugar donde competir es la plaza, y concretamente el concurso, no cuando estamos hablando de la salud de las personas y la cultura. Escoger a 20, 30 o 50 personas para hacer un ensayo implica excluir a muchas más. No todas las collas tienen la capacidad para poder pagar test de antígenos antes de los ensayos y actuaciones. Es más, muchas ya tienen problemas para sobrevivir económicamente y pagar un local y un seguro a pesar de no tener los ingresos de las diadas.

La herramienta de la Coordinadora, a pesar de ser lenta en algunos casos, es la que permite que no haya diferencias entre las collas grandes con más recursos y las pequeñas. Al fin y al cabo, el mundo casteller es eso: hacer piña e ir todos en una. ¿De qué sirve correr para ser los primeros si dejas al resto detrás? Todavía no se sabe cuándo se relajarán más las medidas, todo apunta que será pronto, pero lo que sí que es seguro es que, de momento, los castells no vuelven.

 

Imagen principal: Pilar de la Colla Joves Xiquets de Valls durante la prueba piloto. ACN / Mar Rovira