Mientras viva, a Gene Simmons no le va bajar nadie de un escenario. Ni siquiera, con algo que pensábamos que nunca se iba a producir: la despedida de Kiss como banda de directo. Si bien, la maquinaría de los neoyorquinos nunca para. Es un negocio que siempre está en proceso. Una situación que obviamente no desagrada a Simmons, tiene alma y cabeza de empresario. Se calcula que manejan más de 5.000 objetos de merchandising distintos. Un comercio rentable al que Kiss aún le saca jugo. En ese terreno han sido unos maestros. Incluso cuando giraban, hacerse una fotografía con el grupo maquillado o verles en una previa sobre las tablas despojados del mismo, costaba un dineral. Pero quien podía y quería hacerlo, tenía premio: un recuerdo de por vida con sus personajes favoritos. Pues ser fan de Kiss va más allá de la música. Existe esa especie de fascinación juvenil que parte de los cómics y los superhéroes. Es más, con Kiss cada seguidor tiene a su integrante favorito, repartiéndose la mayor parte del pastel el propio Gene Simmons y Paul Stanley, los más visibles, los que han permanecido al frente. En definitiva, que esto no se entiende sin ellos. Aunque hay quien sigue discutiendo por qué en su día sí reemplazaron al resto de miembros.

Gene Simmons le mete jeta

Con una historia particular, la del propio Simmons, que bebe de su banda, pero en la que ha habido más nombres y referentes. Asimismo, él ha hecho de orador, también ha escrito libros y, finalmente, el no va más: tiene su propia cadena de restaurantes, bautizada como Rock & Brews. Y como otros tantos, es fiel al legado de The Beatles. Se identifica al 100% con Paul McCartney: ser músico es estar conectado las 24 horas del día, en cualquier momento puede surgir una idea. Por ejemplo, que sepamos, Gene Simmons no se plantea volver a grabar, para girar tiene suficiente con desgranar parte del catálogo de Kiss y el de la historia del rock, tan vasta en bandas y en canciones. En este caso, él no va a tener problemas para confeccionar un setlist.  Y en estos instantes otra ventaja, para moverse de una ciudad a otra no tiene que gestionar una cantidad ingente de camiones, ahora esto es mucho más sencillo, no necesita tanta parafernalia. Se trata de coger los instrumentos y tocar como cuando era un chaval. Y así, con esa filosofía, recorre lugares como Sant Feliu de Guíxols, que años atrás no estaba ni en su mapa ni en su agenda. 

Con esa filosofía recorre lugares como Sant Feliu de Guíxols, que años atrás no estaba ni en su mapa ni en su agenda

Por tanto, sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar, ni entre el público ni sobre el escenario, el concierto se presentaba como una oportunidad única de tener muy cerca a una leyenda como Gene Simmons. Hubo antesala con Motörhits (sí, la banda de tributo a Lemmy y los suyos) y unos Obús que se mantienen motivados y en forma. De ese modo transcurrió la tarde, antes de que llegara el plato principal, con un menú típicamente americano: hamburguesa, patatas y alguna tarta. Nada que suponga un gran esfuerzo. Tal cual lo que ofertaron Simmons y su banda. Sin petardos, sin maquillaje, pero con la voluntad de pasar un buen rato.

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Gene Simmons ha actuado este martes en el Festival Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols / Foto: Marina López / ACN

La planta de Gene todavía impone, y su bajo suena como un trueno. Y la banda que lleva es exquisita. Lógico, se rodea de los mejores. Cuando tocan no hay grietas, es un rodillo. Lástima, aunque eso entra dentro del juego, que no sea más continuo. Hay demasiados parones, si bien esa es parte de la gracia. Cuando convoca a gente a que suba al escenario, sobre todo chicas, y les hace cantar, o que prueben las guitarras, o al aparecer el pequeño Eric, le pregunta si le gustan las mujeres y si tiene una o dos novias. Cosas del amigo Gene, tan pícaro él. Y tan acertado al tocar, al cantar (aunque en este aspecto se dosifica).

A su manera le mete jeta, pero no importa, si él se divierte, nosotros también

Deuce suena a gloria, War Machine es un cañón, y con I love it loud se lo pasa en grande, cuatro adolescentes maquillados le hacen de coristas. Hay recuerdos ajenos, a Motörhead con Ace of spades (según Gene, Lemmy tenía un corazón puro), y a aquellos Van Halen que descubrió en Beverly Hills y a los que llevó a los Electric Lady de Nueva York que creó Jimi Hendrix a que grabaran del tirón sus dos primeros discos. De esa selección salió House of pain, la elegida esta noche.  Otro regalo para sus seguidores es que, aparte de Shout it loud, Cold gin o Calling Dr. Love, toque canciones de Kiss que ni en sueños hubiese tocado con ellos en gira, como es el caso de Charisma., celebrada como un acontecimiento. O acordarse de Ace Frehley al acometer Parasite es un gesto que le honra. En tanto, como no podía ser de otra manera, la fiesta acaba con Rock n´roll night y la sensación de que Simmons estaba ahí de pasada. Y que a su manera le mete jeta, pero no importa, si él se divierte, nosotros también.