En muchos lugares del mundo en la noche del 31 de diciembre se hace una gran celebración. Aunque en la Tierra había muchísimos tipos de calendarios (e incluso poblaciones que no usaban calendarios como tales), el calendario gregoriano se ha acabado extendiendo por doquier (aunque en algunas partes del mundo, como en China o el mundo árabe, su uso se combina con el de otros calendarios). Y el paso de un año a otro se acostumbra a celebrar de una forma ruidosa. Como por ejemplo, en el barrio de Hillbrow, en Johannesburgo. Allí los vecinos aprovechan el Año Nuevo para deshacerse de las cosas que no necesitan. Y no lo hacen en el Punto Verde ni de forma similar. Se limitan a arrojar por la ventana todo lo que no querrán usar el año siguiente: sillas, electrodomésticos, juguetes, ordenadores, platos... Eso convierte el pasear por las calles de este barrio, en el cambio de año, en un deporte de aventura.
Hacer un estropicio
Los daneses aplican una versión reducida de la fiesta de los sudafricanos. Solo rompen platos y no los tiran por la ventana, sino que los rompen golpeándolos contra la puerta de la casa de sus amigos. Lo consideran como una forma de desear buena suerte a sus compañeros. Pero quizás no es lo más curioso de esta celebración en este país. Hay una televisión danesa que cada año, antes de las campanadas, emite un corto. Y cada año es el mismo, el Dinner for one, y la gente sigue esperándolo.
108 campanadas y limpieza general
En Japón, la fiesta de Nochevieja se caracteriza también por las campanadas, pero no son 12, sino 108, que a veces son sustituidas por 108 golpes de gong, tocados por los monjes en sus templos. Y después de las 108 campanadas muchos ciudadanos van a visitar los templos y santuarios. Ahora bien, los japoneses empiezan a celebrar el Año Nuevo unos días antes del 31, y lo hacen emborrachándose para olvidar los malos ratos pasados durante el año que acaba. Es un rosario de celebraciones. Y antes de que llegue la última noche del año hacen una limpieza en profundidad en casas, fábricas, oficinas, escuelas... Consideran que a la vez que se quitan las impurezas materiales eliminan también las espirituales.
Rusia: eliminar toda suciedad
Muchos japoneses no tienen bastante con una limpieza en profundidad de los espacios que frecuentan, sino que también se dan un baño con mucho cuidado antes de acabar el año. Lo hacen también muchos rusos, que acuden a la sauna el día 31, como una forma de purificación ritual. Sin embargo, lo más difícil del Año Nuevo ruso es dar los deseos de la Nochevieja. Hace falta escribirlos en un papelito cuando empiezan a sonar las campanadas, quemarlo, tirar las cenizas en la copa de champán y beberlo. Todo eso a toda velocidad. Después se puede seguir bebiendo al ritmo que se quiera. Y no suele faltar el champán ni el vodka.
Las mujeres despiertan
En Guinea Ecuatorial la gran fiesta se hace el día de Año Nuevo por la mañana. Se trata de una fiesta de inversión en que las mujeres y los niños, que generalmente están subordinados a los hombres adultos, se convierten en los protagonistas. De madrugada van casa por casa y despiertan a los hombres, cantando y golpeando puertas y ventanas. Los hombres, para poder dormir un ratito más, deben pagar bebidas alcohólicas a las mujeres, que a primera hora ya pueden andar bien borrachas. Durante todo el día, mujeres y niños llevarán hojas y ramitas en las manos que intentarán introducir dentro de la camisa de los adultos que encuentren por la calle. Nadie podrá reñirlos si hacen eso, en este día especial. A fin de que los coches no atropellen a los numerosos borrachos, el gobierno prohíbe la circulación de vehículos por las ciudades. Ese día se da por supuesto que todo el mundo bebe.