"Ahora que me he hecho mayor, soy sabia. Y también he entendido lo que de verdad es importante en la vida. ¿Pero sabéis qué? Es el cuello". Esto escribía la escritora, guionista, directora de cine y periodista norteamericana Nora Ephron (Nueva York, 1941-2012) en uno de los ensayos más conocidos de Tinc un coll que fa pena (L’Altra Editorial) (volumen que en el pasado ya había sido publicado en catalán por Angle con el título El coll no enganya). La recopilación, que acaba de llegar a las librerías, añade otro volumen a la obra de la neoyorquina disponible en catalán, un corpus literario que se inició con No me’n recordo de res, publicado justo el año pasado. La traducción al catalán, en los dos casos, es de Carlota Gurt. Dos títulos que Libros del Asteroide también ofrece en castellano.

Aguda, ácida, divertida y siempre con voluntad de pensar más allá de los lugares comunes, Ephron abre, con su pluma, una ventana original e increíblemente sugestiva a la realidad de la vida adulta

Aguda, ácida, divertida y siempre con voluntad de pensar más allá de los lugares comunes, Ephron abre, con su pluma, una ventana original e increíblemente sugestiva a la realidad de la vida adulta; hace que nos la replanteamos de formas que nunca nos habríamos esperado suscribir. Y desarma, con su honestidad cáustica, cualquier prejuicio intelectual y cualquier opinión superficial, ya sea hablando de bolsos de mano, de la crianza de los hijos o de cómo mantener el pelo con buen aspecto. Poco más de una década después de su muerte, la obra de la autora parece vivir una segunda juventud, que no tapa su tarea como guionista de películas como Cuando Harry encontró a Sally (1989) o Algo para recordar (1993).

No ir a África y la estética del mantenimiento

"Estética del mantenimiento". Este es uno de los conceptos clave que Ephron desgrana con su humor en la recopilación. Se refiere a la serie de tareas de cuidado del aspecto propio necesarias para "ser capaz de salir de casa sabiendo que si vas al mercado y te tropiezas con un tipo que te rechazó, no te tendrás que esconder detrás de una pila de latas de comida". La periodista las tilda de molestas y se queja del tiempo que le roban, a la vez que las clasifica y las desgrana, prestando especial atención al cuello, que califica como la prueba de algodón infalible e inesquivable sobre nuestra edad.

Su lucidez hace que los ensayos del volumen sean iluminadores sin tener que hablar siempre de temas trascendentes

Los temas de la recopilación, a priori, pueden parecer frívolos. Ayuda la autora a construir esta impresión afirmando, por ejemplo, que no quiere volver a África porque "la última vez que fui, en 1972, no había peluquerías en medio de la sabana y eso, para mí, fue el fin de aquel lugar". Pero no hay que confundir frivolidad con banalidad. Su lucidez hace que los ensayos del volumen sean iluminadores sin tener que hablar siempre de temas trascendentes. La literatura de Ephron es increíblemente perspicaz, fresca y enormemente divertida, con y por encima de la trivialidad.

En Tinc un coll que fa pena destacan las opiniones sobre el paso del tiempo y su relación con el aspecto físico, uno de los temas preferidos de la escritora

En Tinc un coll que fa pena destacan las opiniones sobre el paso del tiempo y su relación con el aspecto físico, uno de los temas preferidos de la escritora. "El tinte de cabello es el arma más poderosa que tienen las mujeres mayores contra la cultura de la juventud", afirma con el estilo lapidario y contundente que la caracteriza. "Estoy a ocho horas a la semana de tener el aspecto de una sintecho", dice en otro momento e incluso se atreve a conectar la técnica de depilación del bigote con la geopolítica de la Guerra Fría.

Los prejuicios en torno a su obra a menudo han hecho que no se apreciara su valor y han camuflado su humor desbordante y su calidad literaria

Este, seguramente, es uno de los aspectos más interesantes del volumen y de la recepción de los textos de la autora en su momento. Ephron se ocupa de temas especialmente vinculados al ámbito femenino y doméstico, que desde la perspectiva heteropatriarcal era imposible que fueran vistos con cierto pedigrí intelectual. Los prejuicios en torno a su obra a menudo han hecho que no se apreciara su valor y han camuflado su humor desbordante y su calidad literaria.

Nora Ephron, una escritora lúcida sin necesidad de ser trascendental

Un encuentro fallido con Kennedy

Tinc un coll que fa pena también nos ayuda a conectar con algunos de los aspectos e intríngulis de la vida en los Estados Unidos. Por ejemplo, el relato de las prácticas que Ephron realizó cuando era joven en el Departamento de Prensa de la Casablanca, donde se queja de que no tenía ni siquiera mesa para escribir a máquina. La escritora llegó a conocer al presidente Kennedy, al que define como "el hombre más guapo que había visto nunca". Y relata un fallido y divertido encuentro entre ambos, cuando John Fitzgerald cogía el helicóptero presidencial, mientras se pregunta sobre las razones por las que no se pudo ir a la cama con él. "Porque soy judía", es su respuesta.

Portada de Tinc un coll que fa pena de Nora Ephron

La autora también indaga sobre las diferencias entre Washington y Nueva York. Nacida en la ciudad de la Gran Manzana, Ephron demuestra una estima especial hacia ella y especialmente hacia el Upper East Side, barrio en el que se compró una casa en los años ochenta. A Tirar endavant, uno de los ensayos del volumen sobre su vida en la ciudad, explica que "Nueva York es una muy buena ciudad para vivir" pero que "cuando te vas y te conviertes en un visitante, parece que se te gire en contra". Cara, hostil y llena de cafeína, la autora admira la comunidad de sus barrios, la velocidad con la que todo cambia y la majestuosidad de sus edificios. Pero también critica los efectos del boom inmobiliario, la gentrificación y las peripecias varias que van de la mano de la experiencia de habitarla. Y narra el proceso por el que una nueva propiedad la expulsó de la casa de la que estaba enamorada a base de subidas de alquiler.

En el libro también hay espacio para su vida privada y personal, que mira con el mismo humor que el resto de cosas. "Ciega de remate" se llama a sí misma mientras confiesa que "antes escribía con letra de doce puntos; ahora ya he llegado a los dieciséis y me estoy planteando cambiar a los dieciocho". Y el ensayo en el que habla de su pérdida de visión se convierte de repente en una carta de amor a la lectura: "Leer lo es todo, leer me hace sentir que he alcanzado alguna cosa, leer me hace más lista, leer es escapar".

Para el recuerdo, las sentencias sobre dónde buscar la autenticidad de la vida: 'las caras son mentiras y los cuellos son la verdad'

Cierra el volumen Podria ser pitjor, la reflexión de la autora, con filosofía y perspectiva, del paso del tiempo, la muerte de amistades próximas y la vida en la vejez incipiente de los sesenta. Perdemos personas que amamos y que nos han acompañado durante décadas, nos hacemos viejos y a veces solo nos quedan los resquicios de las vivencias de nuestra juventud. Pero debemos estar satisfechos con lo que hemos vivido y hasta donde hemos llegado, sentencia. Una reflexión que conecta directamente con sus circunstancias personales y su muerte, a los setenta y un años, tras sufrir una leucemia. Para el recuerdo, las sentencias sobre dónde buscar la autenticidad de la vida: "las caras son mentiras y los cuellos son la verdad".