“El solucionismo es la coartada de un saber que ha perdido la atribución de hacernos mejores, como personas y como sociedad. Ya no creemos en ello y por eso le pedimos soluciones y nada más que soluciones. No contamos ya con hacernos mejores a nosotros mismos sino solamente en obtener más o menos privilegios en un tiempo que no va a ninguna parte, porque ha renunciado a apuntar a un futuro mejor”. Esta afirmación de Marina Garcés en su Nueva ilustración radical sintetiza este mundo actual nuestro que se resquebraja a marchas forzadas. Pero también es una antítesis en sí misma: la existencia de este ensayo es la demostración palpable de que todavía hay algunas almas que mantienen una voluntad terca y férrea por intentar que los descarriados vuelvan a su cauce. Unos espíritus deambulantes que posan sus alas, sus lápices y sus reflexiones en una colección que ha democratizado la duda y la ha convertido en una sensatez más que en un fracaso: los Nuevos Cuadernos de Anagrama.
Nacidos como la nueva versión de los míticos Cuadernos Anagrama de los años 70, incentivados por el fundador Jorge Herralde, este lavado de cara suma ya 5 años en las estanterías de las librerías de todo el territorio. Se trata de una serie de ensayos cortos —algunos traducidos al catalán— que ponen encima de la mesa los debates sociales, políticos y culturales que llenan las conversaciones de bares, pasillos y despachos en la sociedad hiper conectada y estimulada del hoy. No superan las 100 páginas ni los 9 euros, pero estos libritos de colores llamativos tienen exceso de profundidad, transversalidad, cavilación, titubeo o perspectiva, igual hasta una cierta ilusión transgresora y de batalla: reside en ellos la posibilidad de divagar vilmente y cargarse cualquier estructura convencional imperante sin temor a pasar la noche en el cuartel.
Según cuenta Isabel Obiols, editora y actual coordinadora de la colección, la réplica de la antigua compilación renació tras notar que la sociedad volvía a estar en una especie de regresión que pedía a gritos un contrapeso más analítico, igual que ya vislumbró Herralde en el tardofranquismo cuando Anagrama apostó por los Cuadernos. “A nivel social y político se volvían a cumplir las condiciones para que una editorial como la nuestra también pudiera participar del debate de ideas para defender valores como la democracia, el ecologismo o el feminismo”, explica Obiols, y en otoño de 2017, removidos por una feroz convulsión politicosocial, sacaron los primeros ejemplares de esta réplica contemporánea: El secreto y no, de Claudio Magris; El año que nevó en Venecia, de Rafael Chirbes; Calais, de Emmanuel Carrère; y Nueva ilustración radical, de Marina Garcés.
Isabel Obiols: "A parte de la tesis o de la idea que se quiere desarrollar, es importante que haya una voz autoral detrás; que haya un trabajo formal importante y la voluntad de tener cierto nivel estilístico"
Aunque es costumbre apoyarse en nombres propios que ya han publicado sus obras en la editorial —Jordi Amat, Marta Sanz, Kiko Amat, Leila Guerriero, y un largo etcétera— y que tienen propuestas interesantes, Anagrama mira con cariño las propuestas que pueda recibir y está atenta a otras voces inspiradoras que divulguen y defiendan ideas potentes y, sobretodo, puedan desarrollarlas. Es el caso de Ofendiditos, de Lucía Lijtmaer, de Hipocondría Moral (Pau Luque y Natalia Carrillo) o de La moda justa, de Marta D. Riezu, a la que la coordinadora de la colección encontró por Instagram y decidió contactar con ella tras parecerle una tía ultra inteligente, muy conocedora del sector y muy libre. Y es que la libertad de narración es indispensable en esta serie de ensayos, pero a Obiols también le parece importante destacar "que a parte de la tesis o de la idea que se quiere desarrollar, haya una voz autoral detrás; que haya un trabajo formal importante y la voluntad de tener cierto nivel estilístico”.
Otra de las ventajas de los Nuevos Cuadernos es que su breve extensión permite optimizar tiempo, jugar mucho más con los plazos de entrega y apuntalar rápidamente temas actuales que, de otra forma, tardarían más en ver la luz. Esto, sumado a la buena cabida que están teniendo por parte de los lectores, es garantía de éxito. ¿Los más vendidos? De los 53 títulos que hay actualmente en el mercado —el 54º verá la luz este septiembre— los que han triunfado más han sido Ofendiditos; La tiranía sin tiranos, de David Trueba; Monstruas y centauras, de Marta Sanz; Silencio administrativo, de Sara Mesa; La conjura de los irresponsables, de Jordi Amat; y Nueva ilustración radical, de Marina Garcés. Según dice la editora, bastantes con muy buenas cifras y la mayoría con buenas. “Es una colección que ha caído en gracia y que apetece mucho, es como un caramelo”, matiza plenamente satisfecha por el trabajo hecho.
¿Retos para el futuro? Hablar de temas relevantes que aún no se han podido tratar y tratar todavía mejor otros asuntos que ya han empezado a asomar la cabeza por la editorial, como las cuestiones de energía, ecología y de la sostenibilidad del planeta en general. Pero les queda un largo camino por recorrer: esta colección moderna, que suele lanzar entre 10 y 12 títulos cada año, tiene la intención de sobrevivir a muchas pandemias y más confrontaciones políticas, sociales o económicas. Porque, también en palabras de Obiols, “la colección ya ha creado un canal propio que es inmejorable”.