Los adolescentes de entre 15 y 18 años leen por encima del resto, leyendo una media de 12 libros y medio el año, mientras que el resto de la población lee 10,5 volúmenes. Lo dicen los datos, pero todavía existe la falsa creencia de que los jóvenes no leen. Y la tecnología, algunas aplicaciones especializadas en libros o el mismo TikTok han contribuido muy positivamente a ello, también luchando contra algunos prejuicios que demonizan cualquier dispositivo asociado a la juventud. Lo desmontamos con Núria Ribas, editora, booktoker y creadora de contenido sobre libros en las redes. "No es verdad que los jóvenes no lean, es un mito, lo que pasa es que ahora tenemos diferentes formas de distracción", explica Ribas, y ratifica que "hay muchos libros que se venden mucho porque se viralizan en las redes sociales, y eso es un indicio que los jóvenes sí que leen".

La juventud sigue siendo el sector de la población que más lee en su tiempo libre, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros. Es más: el porcentaje casi alcanza el 75% en los lectores comprendidos entre los 14 y los 24 años. Muchos de estos han encontrado en TikTok una nueva manera de relacionarse con los libros, con una comunidad de lectores que comparte reseñas y recomienda lecturas a través de vídeos, contenido que en nuestra casa tiene más de 2.000 publicaciones bajo la etiqueta #BookTokCat. "TikTok es mucho más dinámico, hay muchos vídeos que son muy atractivos, y si pones un like o miras dos o tres vídeos, el algoritmo ya te los enseña y hace más fácil que te enganches a un contenido", explica Núria, apasionada de hablar de literatura. "Y creo que Tik Tok ha ayudado mucho".


Esta booktoker ha encontrado en las nuevas tecnologías una manera de fomentar su pasión por la lectura, una afición que le viene desde pequeña gracias a su familia, sobre todo a su abuelo. "Mis padres nunca me han negado un libro, y tengo un abuelo que era un lector compulsivo y que tenía una gran biblioteca, y mucha parte de la familia también es lectora", concreta. Decidió empezar a crear contenido durante el confinamiento de la pandemia, cuando pensó en hacer un vídeo recomendando algún libro y tuvo más interacción de la que esperaba. Y allí hizo el clic. "Pensé que quizás estaría bien hacer una recomendación de cada libro que leía porque quizás a la gente le gustaría", y fue aprendiendo a interactuar en las redes. Y de buscar en la estantería de su abuelo pasó a consumir a otros booktokers, a crear vídeos propios y a tener un usuario en Goodreads, una red social que, entre muchas funciones, permite puntuar y reseñar lecturas. Y hay una cosa que tiene clara. "Si un libro no me gusta, prefiero no decirlo en las redes sociales, más que nada porque que que a mí no me haya gustado no quiere decir que a otra persona no le pueda encantar, matiza.