Fusta i resina, de Ofèlia Carbonell (Brunzits, 2023) es el clarísimo ejemplo que, cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana. La autora se despide del mundo de la música clásica y da la bienvenida a la literatura, en la vida real, y a la vida adulta, en la ficción. La colección Brunzits, dirigida por Juliana Canet, descubre así un espacio literario que quiere dar voz a la juventud que hace tiempo que contribuye a la cultura catalana como un ruido de electrodoméstico. De fondo, discreto y necesario. En este primer volumen, Carbonell retrata llana y brevemente experiencias que son tan individuales y concretas que, en realidad, son propiedad de todas las mujeres modernas que en algun momento han puesto un pie en Barcelona. 

Carbonell retrata llana y brevemente experiencias que son tan individuales y concretas que, en realidad, son propiedad de todas las mujeres modernas que en algun momento han puesto un pie en Barcelona

¿Cómo prueba la publicación de Fusta i resina? ¿Estás contenta?
Sí, todo está pasando rapidísimo. Siento que los meses antes de que saliera pasaron superlentos. Es extraño estar en el otro lado. Normalmente yo había escrito sobre cosas. Y está siendo un poco extraño ver cómo se escribe sobre mí. Aunque las entrevistas son cosas que he dicho en voz alta, no haber sido yo quien las convierte en palabras es como... Uau.

¿Cómo empezó todo el proceso?
Con Juliana fue un acercamiento mutuo, porque no es que ella viniera a llamar a la puerta, ni que yo le dijera: "Publícame un libro". Pero coincidió. Supongo que cuando ella empezó a montar este tema, fue el momento en el que yo decidí escribir seriamente. No sabía como hacerlo, y abrí un blog para publicar cosas más ficcionadas, más literarias que las columnas. Empecé a crear ideas, esbozos. Tenía un montón de documentos empezados con diferentes cosas, como un rompecabezas. Un día vi que Juliana hacía una historia en el "close friends", porque nos conocíamos de haber compartido espacios, por Gent de Merda, y así. El mundo del contenido en catalán. Y preguntó, literalmente, en su Instagram, si alguien sabía escribir. Yo, que contesto stories muy alegremente, dije, ¡yo!

De repente, te encontraste con el pitote.
¡Sí! Le pasé el blog, le pasé como algunos borradores. Un día me dijo que hiciera una propuesta seria, por escrito. Se la pasé y quedamos. Allí empezó en todo.

Para ti seguro que ha sido un reto, pero para Juliana también.
Claro, no quiero hablar por ella, pero está supercontenta. Además, se lo ha tomado muy seriamente. Creo que podría haber pasado de mí completamente y me ha acompañado mucho. Me ha leído con mucha dedicación, y consultaba con otros editores. Me ha gustado mucho la experiencia.

Hacerlo con una amiga, o una colega, lo hace más fácil.
¡Sí! Me fiaba, sabía que me tomaba seriamente. Ella es más joven que yo, pero generacionalmente también me fiaba bastante de su visión. Desde el primer día era como tener una ventana al mundo fuera de mí misma. Cuando escribes, estás todo el día hablando contigo misma, y me ha ido muy bien tener a Juliana.

Decías que escribiste el libro en un momento en que te querías poner a escribir seriamente. ¿Qué es para ti escribir seriamente?
Bien, quería hacer ficción, no quería hacer opinión. Que está muy bien hacer opinión y estoy muy agradecida de poder hacerlo. Pero no tenía ganas de escribir nada más allá del tema de opinión o de crítica que he hecho a veces. Siempre he tenido muy claro que no soy periodista y no lo quiero ser. Me gusta mucho escribir y creo que, cómo yo escribo en las columnas, se nota que no es periodístico, que tiene una visión de autoficción literaria. Quería ver si podía abrir la puerta a escribir historias, o autoficción. Quería ver si podía dedicarme a eso, que eso fuera mi oficio, aunque no es tan fácil como me había imaginado. Fue en enero del año pasado, que dejé un trabajo y estuve un poco en crisis. Y di unos cuantos palos a ciegas. Bueno... Todavía estoy dando palos a ciegas.

Sentía que no podía hablar del mundo de la música sin hablar de la precariedad que hay, porque sería romantizarlo o inventarme una historia

¿Cuánto de autobiográfico hay en el libro?
Sí que tiene mucho de mí, el libro, todo el trasfondo ha sido mi realidad, todos los pensamientos que expreso son míos. El sentimiento hacia el mundo de la música, el mundo de fuera la música. Lo que pasa que las situaciones y los personajes son ficcionados. No es real nada de lo que pasa ni ninguno de los personajes está basado en nadie que conozca. Quería hacer esta diferencia para que nadie se enfadara, para que nadie pensara cosas raras, pero al mismo tiempo, todo sale de vivencias que he tenido.

Hay un punto de política, en el libro. La diferencia de clases, nuestra Barcelona y la Barcelona de los otros. ¿Es intencionado?
Sí. Pero no quería parecer aleccionadora. Sentía que no podía hablar del mundo de la música sin hablar de la precariedad que hay, porque sería romantizarlo o inventarme una historia. Simplemente, quería describirlo como yo lo viví y tal como yo sé que mis compañeros lo vivieron. De las primeras cosas que tuve claro que quería escribir era sobre la ciudad de Barcelona, porque me gusta mucho Barcelona, pero sentía que no se estaba escribiendo sobre Barcelona desde un punto de vista que yo pudiera reconocer como mío. Aunque cuando yo quise escribir eso todavía no sabía que saldría al libro de Júlia Bacardit o el de Andrea Genovart. Quería entrar en el juego de describir la noche de fiesta en Barcelona, pero no podía hacerlo evitando todo lo que te encuentras cuando sales en Ciutat Vella. Hay muchos turistas, muchos locales que no están pensados para ti. No lo quiero reducir a aquello del todo es político, pero yo no lo podía separar. Son cosas que me afectaron y que veo que afectan a la gente de mi alrededor y que se tienen que poder explicar sin romantizarlo y sin convertirlo en un panfleto.

Con los momentos de Pablo Bigotis, pensé: este hombre es todas las banderas rojas que te encuentras una noche de fiesta en Barcelona. Todas nos hemos encontrado un Pablo Bigotis.
Total. Quería que la protagonista tuviera algún lío con alguien para hacerlo más divertido, pero no quería sacar protagonismo al tema de la historia, que es el rollo de la música. Me hacía gracia poner un interés romántico que fuera anti-romántico. Yo admito que fue un poco "por las risas", aunque sea poco de escritora misteriosa. También me servía porque creo que a veces el trasfondo del libro es como un poco deprimente, para poner un poco de ironía. Sin querer ofender a ningún Pablo Bigotis que haya por el mundo.

El libro es un coming of age, pero del paso a la edad adulta. ¿Cómo es escribir al respecto?
Yo, donde noté más diferencia, no fue cuando pasé del instituto de la universidad, ni siquiera cuando vine a vivir  a Barcelona en un piso de estudiantes. Cuando siento más cambio es cuando acabo de estudiar y de repente veo que tengo que decidir quién soy porque hasta ahora era estudiante. Durante el libro, sin querer hacer spoiler, a la protagonista se le plantea un dilema. Entonces, si que lo que quería es que, más que lo que decidiera la protagonista, lo importante es el proceso que hace para llegar a decidir. Yo no quería dejar muy claro lo que hace y lo que no hace. Pero era relevante el proceso de la protagonista.

La cultura tendría que estar presente dentro de la escuela, además de las asignaturas con salidas productivas hacia el mundo, no tendrían que menospreciar ni la música ni el arte

Has dicho alguna vez que el libro es una carta de despedida al mundo de la clásica.
Sí. Cuando lo empecé a escribir ya hacía un año que no estaba ni tocando el instrumento e hice toda la carrera de música clásica. Estuve diez años que todo estaba orientado a la música. No tuve un cierre, porque yo no había tomado la decisión de dejar de tocar. De repente, un día no tocaba, de repente estaba una semana sin tocar... Se fue haciendo poco a poco. Mientras lo escribía sentí un proceso dentro mío, como si pasara un luto. Cuando empecé a escribir el libro hacía un año y medio que no escuchaba música clásica porque me daba mucha pena. Para escribir el libro tuve que volver a escucharla, porque hablo de algunas piezas y quería retratarlo bien. Siento como si hubiera pasado por una ruptura y que ahora ya lo he superado.

Leyendo el libro he pensado bastante en este perfil de niño que iba a clases de música porque lo obligaban, y acababa aburriéndome de la música. ¿Cómo lo podemos hacer para que a los niños no les parezca aburrida, la clásica?
Es complicado. Ya ni siquiera estamos hablando de sistema educativo, porque está en horario extraescolar. El problema es que muchos se lo plantean, no quiero decir como un parking de niños, porque sé que los padres, cuando los apuntan, lo hacen porque piensan que es bueno que aprendan música. Pero es que no hay las condiciones para que estos niños, cuando se apuntan, les vaya bien. Las escuelas cada vez más se quieren adaptar a los ritmos acelerados de la sociedad actual. Los padres dicen que el niño se aburre en clase y las escuelas de música dicen, de acuerdo, daremos clases de media hora, y así pagáis menos. El problema es que la música es un lenguaje. Una vez lo empiezas a dominar puedes hacer cosas, te lo puedes pasar bien, pero también tiene una parte de lenguaje que es como el inglés o el catalán. También coincide con un modelo muy precario para los profesores. Es todo un poco un desbarajuste. Sí que hay algunas escuelas que lo plantean bien, pero quizás son más caras, o quizás están en otros barrios. Acaban yendo hijos de músicos o gente que ya está dentro del mundo.

¿Es un error que la música sea una extraescolar más?
Sí, pero claro, es muy difícil de justificar. Es un lenguaje más, es un recurso más para el niño, que sirve para muchas cosas. Nos tira para atrás si no somos del mundillo, escuchar clásica, pero porque no tenemos tan integrados los códigos. Porque sí que escuchamos pop desde pequeños, y lo reconocemos mucho más rápido. Creo que la cultura tendría que estar presente dentro de la escuela, además de las asignaturas con salidas productivas hacia el mundo, creo que no tendrían que menospreciar ni la música ni el arte. Quiero decir, escribo como escribo porque he estudiado música. Todo son herramientas para construir muros y entender mejor el mundo.

¿Cómo es que has decidido escribir una historia y no componer alguna cosa?
Claro (ríe). Es que creo que me va mejor escribir que la música. Escribo desde pequeña. Leía mucho, escribir era un hobby. Aunque la música fuera una extraescolar y después una carrera, siempre tenía un rinconcito para escribir y leer por la noche. Pero claro, haces un hobby al que le dedicas muchas horas. Y a veces te sale bien. Yo, por casualidades de la vida, con la música no tenía tanta facilidad.

Yendo a la filosofía de la colección. La idea del zumbido, de dar voz a la juventud que es como un ruido de fondo, necesario para que todo funcione. ¿Te sientes cómoda en este espacio?
Sí. Creo que alguien publicó algo diciendo... 'Impulsar voces desconocidas', o alguna cosa así. Hubo otro que dijo 'voces jóvene'. Yo estoy más cómoda con haber sido como trasfondo. Porque sí que es verdad que hace muchos años que publico cositas. Eso de las voces de fondo me gusta. Y Brunzits es una palabra muy bonita. Pero eso de impulsar voces desconocidas, ya no lo secundo.

Es igual lo que hagas en Internet, porque salen tantas cosas que a quien no le parezca bien no las leerá o como mucho hará un tweet feo

¿Qué crees que necesita este Brunzit, este ruido de fondo, para seguir funcionando?
Que la gente se anime a hacer cosas. Yo he crecido con Internet. Aprendí un montón de leer blogs de todo el mundo, ver canales de YouTube. Todos estamos haciendo como una especie de círculo. Es muy guay que se renueve, que siga, que no sean siempre las mismas voces y que todo el mundo que tenga ganas de aportar alguna cosa que lo haga. Cuanto más cosas se hagan más probabilidades que salgan cosas geniales. En Internet también está la doble cara que te facilita querer decir cosas, pero, por otra parte, hace más miedo exponerse. Y yo pienso que es igual, porque salen tantas cosas que a quien no le parezca bien no las leerá o como mucho hará un tweet feo.

¿Para quién has escrito este libro?
Yo estudié violonchelo. Con quien pones más horas durante tu día es tu instrumento. El violonchelo era grande y yo lo llevaba encima. Además, te lo compras para siempre, porque es muy caro, porque es como comprarse un coche. Se lo quería dedicar a mi violonchelo.