Recordaba el periodista musical Jordi Meya en las páginas de la revista RockZone, que "cuando el 22 de junio de 1993 Offspring actuaron en la sala Garatge de Barcelona teloneando NoFx, nadie de los que fuimos, quedamos especialmente impresionados con su directo. Más bien al contrario. Ni mucho menos podíamos imaginar que acabábamos de ver a un grupo que tan solo unos meses más tarde se convertirían en uno de los más grandes del planeta". Muy probablemente, ellos tampoco.

Cartel del concierto que ofrecieron NoFx y Offspring en junio de 1993 en la sala Garatge de Barcelona

Después del apogeo que vivió a la década de 1970, la música punk se convirtió en un género underground que funcionaba al margen de una industria controlada por la MTV, las bandas de heavy metal del Sunset Strip de Los Angeles y las discográficas multinacionales que no querían correr riesgos comerciales. No obstante, a principios de la década de los 90 sucedió un hecho inesperado: el grunge se convirtió en un fenómeno mundial gracias al éxito de bandas como Nirvana, Pearl Jam y Soundgarden, que citaban a los iconos del punk de antaño, como algunos de sus máximos referentes. Este giro de guion puso patas arriba la escena mainstream norteamericana y consiguió que las guitarras distorsionadas y la rebeldía juvenil volvieran a popularizarse gracias a los artículos que aparecían en fanzines y al apoyo de las emisoras de radio universitarias.

Smash se convirtió en el disco editado por un sello independiente más vendido de todos los tiempos catapultando Offspring a la fama mundial

Todas estas coincidencias permitieron que una nueva ola de bandas de punk californiano, que hasta entonces funcionaban de manera autogestionada, despertaran el interés de los medios de comunicación generalistas y llegaran a un público masivo. Visto en perspectiva, se puede considerar que 1994 fue el año de la explosión de este fenómeno musical porque, con pocos meses de diferencia, llegaron al mercado discos tan emblemáticos como Let's Go de Rancid, Punk in Drublic de NOFX, Dookie de Green Day y Smash d'Offspring. El primero conectó con un sector del público que añoraba los clásicos del género. El segundo se consolidó como la banda sonora oficial en todos los skate parks de los Estados Unidos (y, por extensión, en todo el mundo). El tercero fue galardonado con el Grammy al mejor álbum alternativo. Y el cuarto se convirtió en el disco editado por un sello independiente más vendido de todos los tiempos, catapultando Offspring a la fama mundial.

Salid y jugad

Para descrifrar la influencia de este álbum y su impacto es necesario hacer un pequeño viaje en el tiempo. Offspring, la banda formada por el cantante Dexter Holland, el bajista Greg K, el guitarrista Kevin "Noodles" Wasserman y el batería Ron Welty, se formó en la ciudad californiana de Garden Grove a principios de la década de 1980, cuando la mayoría de los integrantes todavía estaban en el instituto. Después de un par de sencillos y de varias maquetas, en 1988 firmaron con el sello independiente Nemesis Records y entró al estudio con el productor Thom Wilson (que había trabajado con Social Distortion) para grabar un primer álbum homónimo. Aunque la banda hizo una gira de presentación de seis semanas por los Estados Unidos, las ventas no acabaron de funcionar como se esperaba e, incluso, Noodles fue apuñalado durante un concierto en apoyo al movimiento antinuclear. "El punk siempre se había tocado en clubs apartados en las peores partes de la ciudad. No nos permitían actuar en el Sunset Strip. No nos permitían tocar en el Roxy ni en el Whisky", comentó al guitarrista en una entrevista. "Nos relegaban a lugares situados en callejones en las partes industriales. Pero todo eso estaba cambiando".

Offspring empezaron a verlo claro con la publicación de Smash

Aquella situación de precariedad empezó a dar señales de cambio en 1991, cuando Offspring firmaron con el sello independiente Epitaph Records, fundado por Brett Gurewitz (guitarrista de Bad Religion). Un año después presentaron su segundo álbum, titulado Ignition, que superó las modestas expectativas comerciales de la discográfica y de la misma banda. Después de la gira de presentación, los cuatro miembros se encerraron en el garaje del cantante para componer nuevo material para su tercer álbum. Las sesiones de grabación con el productor Thom Wilson tuvieron lugar entre enero y febrero de 1994 en los estudios Track Record de Hollywood con un presupuesto de tan solo 20.000 dólares.

Las sesiones de grabación con el productor Thom Wilson tuvieron lugar entre enero y febrero de 1994 en los estudios Track Record de Hollywood con un presupuesto de tan solo 20.000 dólares

Smash (título del todo premonitorio), llegó a las tiendas el 8 de abril de aquel mismo año (justo tres días después de que Kurt Cobain, icono de aquella generación, se suicidara) con una portada que mostraba un esqueleto humano visto a través de una radiografía, aunque no empezó a tener éxito hasta que la emisora KROQ de Los Angeles puso en rotación el sencillo Come Out and Play. Gracias a su inconfundible riff de guitarra, su vuelta contagiosa y su mensaje contra la violencia juvenil en las calles, esta canción se convirtió en un himno y alcanzó el primer lugar en la lista de rock moderno de la revista Billboard durante dos semanas consecutivas en verano de 1994. "Entonces, yo era estudiante de posgrado e iba cada día a la universidad en un coche de mierda pasando por el este de Los Angeles, donde estaban las bandas", explicó el cantante, que hoy día, más allá de su trayectoria musical también destaca como toda una eminencia en el campo de la biología molecular, en una entrevista. "Estuve allí el día de los disturbios de Los Angeles. Así que era muy consciente de esta parte del mundo".

Lo que sucedió a continuación excedió todas las previsiones, incluso las más optimistas. A partir del éxito de canciones como Self Esteem y Gotta Get Away, que abordaban temas como las relaciones tóxicas y el deseo de escapar de la realidad, la banda californiana conectó con toda una generación de jóvenes (la llamada Generación X) que buscaba su lugar en el mundo, la autenticidad más allá de las campañas de publicidad de las grandes marcas y sus propios referentes culturales en medio de un contexto social marcado por los cambios políticos (Bill Clinton acababa de ser elegido presidente), la incertidumbre económica, las noticias poco esperanzadoras de la CNN y el auge de las empresas punto com.

La gira de presentación empezó en mayo de 1994 en los Estados Unidos y marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Offspring porque, inicialmente, actuaban como teloneros de bandas afines como Pennywise, Bad Religion o SNFU, pero rápidamente se posicionó como cabeza de cartel gracias al éxito alcanzado por Smash. Después recorrieron Europa (recalaron en Barcelona el 29 de noviembre, esta vez actuando en la sala 2 de Zeleste, el actual Razzmatazz) y ofrecieron sus primeros conciertos en Japón y Australia. Al final de la gira ya habían dejado atrás el circuito de clubs y estaban actuando en teatros y pabellones. Además, en 1995 recuperaron los derechos de su primer álbum y Dexter Holland y Greg K crearon un sello llamado Nitro Records con el que lo reeditaron y también dieron apoyo a bandas de punk con las cuales habían sido de gira, como The Vandals, Guttermouth y Jughead's Revenge.

La gira de presentación empezó en mayo de 1994 en los Estados Unidos y marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Offspring

Smash fue uno de los álbumes más exitosos de 1994 gracias a los once millones de copias despachadas por todo el mundo, convirtiéndose en el disco más vendido de la historia publicado por una discográfica independiente. "Era abrumador e incluso terrorífico", recordaba Gurewitz en una entrevista para Rolling Stone en el 2014. "En aquel momento Epitaph era una empresa de cinco o seis personas. Y teníamos esta demanda increíble. Teníamos discos de Offspring ocupando todo el edificio de la discográfica en Santa Monica Blvd., desde el suelo hasta el techo. El interior del edificio parecía un cubo Rubik de palés con vinilos, casetes y CD's de Offspring".

Smash, un disco que lo petó

Como era de esperar, este éxito despertó el interés de las multinacionales hacia la música punk. Bandas como Rancid, NOFX y Pennywise recibieron ofertas muy tentadoras para abandonar sus respectivos sellos independientes. Offspring, evidentemente, también fueron tentados con una manzana del deseo que acabaron mordiendo en 1996, cuando abandonaron Epitaph Records después de una agria disputa contractual y firmaron con Columbia Records con el que, en un movimiento similar a lo que habían hecho Green Day tres años antes, publicaron su siguiente álbum, Ixnay on the Hombre (aunque en Europa siguió siendo distribuido por Epitaph).

Para muchos seguidores de los primeros años de la banda, aquello supuso una traición a los ideales contraculturales del punk. Una situación que el líder del grupo describió de la siguiente manera: "¿No es irónico? Empiezas una banda de punk porque sientes que estás siendo excluido. Entonces tu banda se hace grande y vuelves a ser excluido otra vez". Las críticas, sin embargo, no afectaron su popularidad. La realidad, sin embargo, fue que Dexter Holland y compañía sumaron otro éxito masivo en 1998 con la publicación de su quinto álbum, Americana, del cual han vendido más de 20 millones de copias desde su aparición.

¿No es irónico? Empiezas una banda de punk porque sientes que estás siendo excluido. Entonces tu banda se hace grande y vuelves a ser excluido otra vez

Treinta años después, la historia del álbum Smash de Offspring se puede leer como el relato del auge, la consolidación y la (repentina) caída del punk californiano como fenómeno musical. Sus canciones representaron de manera clara y directa la frustración, la rebeldía y la alienación de la juventud de aquella época y tuvieron un efecto instantáneo en la moda, el cine, la publicidad y la cultura popular, que entonces todavía se debatía, entre mantenerse fiel a los ideales alternativos o dejarse arrastrar por la corriente mainstream. Un salto mortal que dinamitó la credibilidad de muchas bandas, pero que resultó muy lucrativo para las multinacionales, que exprimieron sin miramientos las últimas chispas de aquella música auténtica e inconformista, al mismo tiempo que presentaban a sucesores aptos para todos los públicos como Sum 41 o Good Charlotte. Pero eso es otra historia que también merecería ser explicada...