No es que las catástrofes tengan nada bueno, aunque a estas alturas, y con toda probabilidad, Joan Manuel Serrat y Estopa no hubieran liderado un concierto juntos de no haber sido por un buen motivo. Con un enorme poder de convocatoria y sin ánimo de lucro, estos artistas plantaron su semilla en el Palau Sant Jordi para que el País Valencià pueda resurgir de las cenizas de la DANA, y lo hicieron cantanto juntos en directo por segunda vez, y ya seguramente la última. Pero no fueron los únicos: en medio del cartel, en letras pequeñitas, estaba el nombre de tres mujeres con las mismas ganas de ayudar, porque Judit Neddermann, Andrea Motis y Lucía Fumero también prestaron su voz y su tiempo a la causa. Y no sabemos si las más de 15.000 personas que pisaron el recinto compartían el mismo compromiso o simplemente se aprovecharon de la etiqueta solidaria para ver a sus ídolos, aunque el ambiente rezumaba convicción y una invisible actitud de no querer dejar a nadie atrás, como si mañana el desastre nos pudiera tocar a nosotros.
Abrió la veda Serrat, ya retirado de los escenarios pero con la lengua afilada de quien no tiene nada que perder. "A la lluvia no se la puede enseñar a llover y, a veces, no sabe llover, ni los que tienen competencias para solucionar los problemas son competentes para hacerlo; les hablo directamente a esos que no escuchan a los viejos, ni las palabras de los sabios, ni siquiera el pronóstico del hombre del tiempo, denunció. "Ahora a vosotros os toca escuchar el llanto del pueblo y a nosotros nos corresponde acompañarlos en su duelo". Con Cançó de bressol volvió a las andadas de su trayectoria y emocionó a un público que, en gran parte, fue al concierto para volver a verle entonar, y es que la media de edad entre el gentío rozaba (o superaba) la cincuentena.
Al noi de Poble Sec le brillaban los ojos ahí de pie, en esa regresión a un pasado glorioso. No pudo haber faro más luminoso que las notas de Caminante no hay camino, porque todo pasa y todo queda, y seguro que llegará el momento en que València podrá deletrearlo desde la calma. En un escenario sobrio, como de riguroso negro, el cantautor se anudó la guitarra al cuello y se dispuso a completar un recital homenaje al más puro estilo Serrat. El que lleva en las venas la pasión por la música lo lleva hasta la muerte. Cançó de matinada y Seria fantàstic se sumaron a un concierto de más de una hora que a muchos les transportó a otro tiempo, embriagados por ese timbre tan único del maestro, pura emoción, como un cuenta cuentos de la vida. "Seria tot un detall, tot un símptoma d'urbanitat, que no perdessin sempre els mateixos i que heretessin els desheretats", cantó, y algún aplauso tonto resonó por la terreta.
Cuando sonaron Mediterráneo y Plany al mar, ya nadie podía quitarse los 222 muertos de la cabeza
El ambiente fue reflexivo, seguramente conectado a una consciencia común. Completaron el set list Para la libertad, El meu carrer o La fiesta de San Juan, gran imaginario de las clases populares, y la reivindicación se coló en unas letras perfectamente elegidas con mensajes punzantes para no dejar títere con cabeza. "Pare, estan matant la terra; pare, deixeu de plorar, que ens han declarat la guerra", dijo con Pare, y cuando sonaron Mediterráneo y Plany al mar, ya nadie podía quitarse los 222 muertos de la cabeza. Por eso cuando sonó Paraules d’amor, ya el frenesí era un nudo en el estómago.
Igual de sentidas estuvieron Judit Neddermann, Lucía Fumero y Andrea Motis, que aparecieron en formato trío por primera vez para aportar su talento y calentar los corazones, acompañadas de una banda elegida para la ocasión. Vinc d'un poble y Luesia, de Neddermann, fueron los primeros temas en resonar en el Sant Jordi, no sin antes criticar lo que hace solo un mes devastó pueblos enteros. "Ojalá no se tuviera que celebrar este concierto, ojalá la DANA no hubiera ocurrido nunca, ojalá no nos tuviéramos que avergonzar tanto de la gestión nefasta que se hizo de la tragedia", expresó la cantante del Maresme.
Su actuación fue un reclamo, también, a la música como espacio de encuentro y cuidados. Pese a que se notó que su participación en el concierto pretendía ser un simple interludio entre dos peces gordos —se preveía por su limitado espacio sobre cartel—, Fumero, Nedermann y Motis actuaron con una delicadeza sublime y demostraron una entrega digna de los grandes músicos. Incluso ellas mismas agradecieron tener la oportunidad de cantar al lado de artistas como Serrat y Estopa, y hasta en una ocasión asomó la prisa. "Tocamos las dos últimas y ya os dejamos con la manteca", se rió Motis. Pero su gracia iluminaba el lugar, y le pusieron ritmo y color a una jornada nocturna marcada por la calma y la escucha activa. Sonaron también Del amor y La muerte despierta (de Fumero), y la cúmbia Cuánto tiempo, cuánto vales, cerrando con Al país de l'olivera, bellísima versión de Obrint Pas que cantaron en valenciano, porque "los hermanos se quieren y se ayudan".
Y entonces salió Estopa y el sosiego se transformó en jaleo, las pantallas convertidas en andamios improvisados y los Muñoz emergiendo entre paredes derrumbándose y las de bulerías de Chonchi Heredia. "Esto por Valencia", fue lo primero que dijo David antes de gritar ese icónico "fui a la orilla del río" de Tu calorro que pone a moverse hasta al apuntador. La misma semana que Cornellà les ha homenajeado con una estátua y que han recogido el Català de l'Any, su mejor manera de celebrarlo era estar al lado del pueblo. "Nos han convocado por una noble causa, le hemos dado una lección al mundo", dijeron, y una bandera valenciana se coló en el escenario para no bajarse.
Igual que en el Estadi Olímpic, igual que en su concierto de fin de gira en Barcelona, no hubo ninguna canción que no fuera chillada a los cuatro vientos por un público entregado y transversal, aplaudidos con una devoción de otro mundo. Si parecía que la mayoría de los asistentes venía por Joan Manuel Serrat (y por Valencia, siempre por Valencia), quedó demostrado de nuevo que no hay edad que se le resista a estos hermanos. Cacho a cacho, Vacaciones, Tragicomedia, Me falta el aliento, Vino tinto, El del medio de los Chichos con los susodichos a pocos metros —tocaban en el Sant Jordi Club—. "Queremos dedicarle esta canción a un colectivo de gente, a todo el mundo que se siente solo", y con Sola tocaron la única de su nuevo disco llamada a convertirse en himno estopero.
Estopa: "Hoy no es un día para quejarse de los políticos, que les den"
Entonando el lema "el pueblo unido jamás será vencido", le dedicaron La raja de tu falda a todos los damnificados, también los de Málaga o Albacete, menos visibles en el plano mediático pero igual de dolorosos. "Hoy no es un día para quejarse de los políticos, que les den; hoy es un día para celebrar vuestro apoyo a la gente que lo pasa mal y para celebrar que la humanidad es buena", expresó la transparencia de David. Y le agradeció al Ayuntamiento de Barcelona que hiciera posible que el 100% de la recaudación vaya para Valencia.
Y la energía incontenible de Como Camarón cerró, aunque no del todo, porque el final esperado se cumplió y Estopa y Serrat pusieron el punto y final del concierto por el Païs Valencià cantando juntos Me'n vaig a peu. Fue un instante único en un momento extraordinario, un parpadeo que durará años. Y pese a las muchas iniciativas musicales y culturales de estas últimas semanas, ante tanta intención ciudada, es de recibo decir que ojalá muchos más pesos pesantes de la cultura se prestaran a trabajar un día gratis para que miles de familias tengan un techo donde dormir. Aunque claro, ojalá no haber visto nunca a David, José, Lucía, Judit, Andrea y Joan Manuel cantando juntos en este concierto.