Ajustar las articulaciones de una de las manos de un personaje, perfilar la expresión de las cejas y la boca o repintar un pelo. El equipo de animación del primer largometraje catalán de animación en stop-motion, L’Olívia i el terratrèmol invisible, trabaja a pleno rendimiento en un proceso artesanal con precisión y exigencia para controlar al máximo cada detalle de los particulares muñecos que protagonizarán esta nueva película de animación. El filme de la directora y guionista Irene Iborra habla de cómo se enfrenta una niña de 12 años a "terremotos vitales" como lo es un desahucio. El rodaje empezó el pasado mes de marzo en una nave del barrio barcelonés de Sant Martí y se alargará un año, y está previsto que llegue a los cines el otoño de 2025.

La película estará realizada totalmente con la técnica de animación stop-motion. A lo largo de la historia se declinan diferentes técnicas dentro de la animación manual a través del 'cutout', de cine recortado con obras, o la animación con arena. El equipo ha querido utilizar el stop-motion para reivindicar las texturas de los objetos reales realizados de forma manual ante un contexto global de la industria eminentemente digital y de experimentación con la inteligencia artificial. Con este proyecto Iborra se convierte en la primera mujer en el Estado al frente de un largometraje realizado con esta técnica. El filme es una adaptación de la exitosa novela La película de la vida (Barco de Vapor, 2017), de la escritora Maite Carranza.

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Foto: Guillem Roset / ACN

En una entrevista en la ACN, Iborra ha explicado que una de las particularidades de trabajar con stop-motion es que se producen "imperfecciones" y "accidentes" porque el arte realizado con esta técnica de animación no se puede controlar totalmente, como sí que pasa con la animación digital. "Al ser un proceso artesanal se producen sorpresas que normalmente integramos y son bienvenidas, por eso nos gusta trabajar con las manos", ha asegurado. La directora espera que el primer filme catalán en stop-motion "abra camino" en el sector y que en un futuro haya más producciones de esta tipología, y también ha recordado que este tipo de producciones son procesos "largos" que pueden requerir 5 años de trabajo y grandes equipos, y es que, como ha aclarado, cada día de rodaje se produce en torno a 4 segundos de la película.

En rueda de prensa, el equipo ha explicado que el filme tiene como referente La vida de Calabacín (2016) de Claude Barras, película emblemática de la animación europea aclamada unánimemente por la crítica y nominada al Oscar. Cuentan con dos destacados animadores stop-motion, César Díaz y Tim Allen, y la directora de fotografía Isa de la Torre. Las voces infantiles de los protagonistas de la historia contarán con nombres como la actriz Emma Suárez y el periodista Jordi Évole, y la película tendrá una duración de 70 minutos con versión original en catalán, aunque también habrá versiones en francés, inglés y castellano.

Un argumento muy real

El filme sucede en la periferia de Barcelona, y se podrán identificar zonas de la capital catalana como Gracia, El Carmel, Sant Martí o Nou Barris. La historia se centra en el después de un desahucio inevitable cuando, ayudados por la PAH, Olívia, su hermano pequeño Tim y su madre Íngrid ocupan un apartamento vacío en un barrio periférico. Íngrid, naturalmente optimista, pierde toda su energía y Olívia se ve obligada a ocupar su lugar cuidando de ella misma y de Tim. Para ocultar su miedo y proteger a su hermano de la dura realidad, Olívia se inventa que están rodando una película.

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Foto: Guillem Roset / ACN

La historia quiere contribuir a desestigmatizar los desahucios y la pobreza infantil con un mensaje "esperanzador" y "lleno de luz". A través del stop-motion se quiere abordar, con muñecos y una fantasía protectora, la necesidad de construir redes de apoyo delante de los terremotos de la vida. La directora ha defendido la temática "cruda" para los niños porque no se les puede aislar de la vida real". "Les damos el mensaje de que lo importante es que si hacemos comunidad y familia tenemos un apoyo que nos ayudará con las cosas buenas y malas de la vida. Necesitamos comunidad para navegar en la adversidad y los terremotos vitales", ha señalado. "Los muñecos nos permiten explicar una historia delicada a los niños, con actores sería más duro. Generamos una distancia d seguridad para que enfaticen pero con una cierta distancia".