El CaixaForum ha presentado hoy Ópera. Pasión, poder y política, una exposición, con la música como motor, destinada a "romper la barrera que separa a mucha gente de la ópera", en palabras de Elisa Duran, directora general adjunta de la Fundación Bancaria La Caixa, promotora de la muestra. La exposición trata de repasar tres siglos de historia de la ópera, del siglo XVII al XX, porque según Valentí Farràs, director del CaixaForum: "la historia de la ópera es la historia del mundo en los últimos 400 años". La exposición, que se inauguró en 2012 en el Victoria and Albert Museum de Londres (que la produjo), ya ha pasado por Madrid, y estará en Barcelona hasta el 26 de enero.
Una exposición para oír
Esta exposición está pensada como una experiencia inmersiva, que se visita con auriculares. Las grabaciones se activan automáticamente a medida que el visitante va pasando por las diversas zonas. De esta forma, irá escuchando fragmentos escogidos de las diferentes óperas analizadas, además de los comentarios del maestro Josep Pons, director musical del Liceu. Todo eso, mientras contempla las más de 300 piezas de la muestra, prestadas por más de 30 instituciones: partituras, instrumentos musicales, vestidos, cuadros, decorados, bustos y retratos... Una de las piezas más destacadas es el piano de Isaac Albéniz, pero también la partitura original de Nabuco.
Ocho ciudades, ocho óperas de ocho músicos, ocho momentos de la ópera
Kate Bailey, la comisaria de la exposición ha destacado que se ha querido llevar la espectacularidad de la ópera a una sala de exposiciones. Explica que ha intentado explicar cómo la ópera se reinventa continuamente en las diversas ciudades, pero que al mismo tiempo tiene el poder universal de la música. La exposición se ha estructurado, pues, como un recorrido a través de ocho óperas representadas en ocho ciudades, en qué cada una ejemplifica un momento de la historia de la ópera. Empieza en el Renacimiento, en Venecia, con El incoronazione di Poppea, de Claudio Monteverdi, reflejando el inicio del género y la vida veneciana de aquel momento. A continuación se da un salto al Londres de 1711, donde Georg Friedrich Händel estrenó su Rinaldo (una combinación entre un público británico y música italiana hecha por un músico alemán). Más tarde se pasa a la Viena en que Wolfgang Amadeus Mozart presentó, en 1786, Le nozze di Figaro. De aquí se marcha al Milán del Risorgimento, donde en 1842 un Giuseppe Verdi muy implicado en el movimiento nacionalista presentó su Nabucco (uno de sus cantos, el Va, pensiero, se convirtió, de facto, en el himno de los partidarios de la unificación italiana). A continuación, la muestra nos traslada al París de Napoleón III, donde Richard Wagner presentó su Tannhäuser en 1861. El séptimo espacio está dedicado al Dresde de 1905, donde Richard Strauss presentó su ópera "psicosexual" Salomé. La última ópera analizada es la Lady Macbeth de Mtsenk de Dmitri Xostakóvitx, presentada en el Leningrado de 1934, en plena efervescencia de la revolución rusa (se explican aquí los conflictos de este compositor con el leninismo y la conflictiva relación entre ópera y política).
La sexta ciudad
La sexta ciudad de la exposición es una incorporación nueva, realizada ex professo para la exhibición de Ópera. Pasión, poder y política en el Estado español; no estuvo presente, pues en la inauguración de la muestra en el Victoria and Albert Museum. Está dedicada en la Barcelona de finales del siglo XIX, cuando en 1896 se presentó la Pepita Jiménez de Isaac Albéniz en el Liceu (era una obra inspirada en la novela de Juan Varela que causó un gran escándalo y que, según el maestro Pons, se adelantó a su época). En este apartado se destaca que la vitalidad de la ópera barcelonesa, a diferencia de la de otras ciudades europeas, no surgió de la protección de un Estado, sino del dinamismo de una burguesía muy potente. El Gran Teatre del Liceu y el MNAC han colaborado con la exposición ofreciendo importantes piezas de su fondo sobre Albéniz. Entre ellas se puede contemplar el retrato que le hizo Ramon Casas o incluso una bomba Orsini, como la que estalló en el Liceu.
Actividades para el público
Valentí Farras ha anunciado las actividades programadas por el CaixaForum coincidiendo con Ópera. Habrá actividades pensadas para el público escolar. Se espera que más de 7.000 personas vean un espectáculo familiar de producción propia, pensada para niños de a partir de 5 años: Papageno & Cía., dedicado a las óperas de Mozart. Se repetirán las óperas filmadas en sesiones del domingo, que suelen tener un gran éxito en el CaixaForum (suele llenarse la sala). Se programarán cuatro de estas operas, coincidiendo con la exposición: L'incoronazione di Poppea, de Monteverdi (el 6 de octubre), Le nozze di Figaro de Mozart (el 20 de octubre), Nabucco de Verdi (el 3 de noviembre) y Tanhäusser de Wagner (el 24 de noviembre). Además de la conferencia inaugural, a cargo de Kate Bailey, el jueves 19 de septiembre, habrá un ciclo de conferencias sobre la ópera a cargo del crítico Jaume Radigales.
¿Ópera para todos?
La comisaria Bailey, al cerrar su presentación de la exposición, ha deseado "que muchos visitantes que vengan no hayan ido nunca a la ópera", confiando en qué "con la exposición se animen a ir y a descubrir el mundo de la ópera". Pero la verdad es que esta exposición es más idónea para los amantes de la ópera que para los no iniciados. Buena parte de los objetos expuestos satisfarán más a los melómanos que al simple curioso: las partituras originales pueden encantar a los fetichistas, pero no aportan mucho al conocimiento de la ópera del que no sabe nada de ella, de la misma forma que el contrato matrimonial de Mozart es una pieza de coleccionista que no emocionará al no iniciado. Las vajillas y los vestidos de las cortesanas venecianas no llegan a transmitir la emoción de la ópera de Monteverdi, como un viejo plano de París no ayuda mucho a entender Tannhäuser. El gran acierto de la exposición es ofrecer un recorrido sonoro por la ópera, con fragmentos de las diferentes composiciones. Una cata musical que tal vez puede ser determinante en motivar a los visitantes de esta exposición.