Puede que lo den todo y no lo consigan, pero hay dos fitas especiales para todo grupo de la escena musical catalana. La primera es actuar en el Palau de la Música. La otra, conseguir llenar el Palau Sant Jordi, un espacio de resonancia casi mística desde aquella noche de verano de 1991 en la que los cuatro del rock catalán: Sau, Els Pets, Sopa de Cabra y Sangtraït reunieron a 21.000 personas en el recinto olímpico barcelonés. Desde entonces han sido muy pocas nuestras bandas o artistas que han alcanzado igualar aquel hito. Hoy lo han hecho Oques Grasses, muy probablemente la formación más relevante de nuestro ecosistema sonoro actualmente, reuniendo a toda la gente que aman, unos cuantos millares de fans entregados: més concretament 18.400 (entre ellos el presidente Pere Aragonès), en el concierto de despedida de la gira de presentación de su último disco, A tope amb la vida (Halley Records, 2021). Ahora vendrá un parón técnico y después, esperamos que no tarden mucho, su próximo álbum.
A tope con la vida, gente
Los de Roda de Ter son una formación especial. De alguna manera única. La banda lidera por el siempre singular Josep Montero irrumpió en escena, ahora hace diez años, que según cómo se mire puede ser mucho o muy poco tiempo, a rebufo de aquel marasmo sonoro etiquetado como mestizaje. Y allí donde la gran mayoría se acomodan y repiten patrones y discursos, resultando intrascendentes y poco creíbles, ellos consiguieron encontrar un punto de fuga con qué eclosionar toda su creatividad. Oques Grases, que entre sus virtudes se tiene que destacar el hecho de haber llegado a un público transversal: gustan a todo el mundo (porque son muy buenos) fueron evolucionando hasta conseguir exponer todo su talento en su cuarto largo, Fans del sol (Halley Records, 2019), obra más que notable, seguimiento de un trabajo excelente, A tope amb la vida (Halley Records, 2021). Sí, su fórmula todavía pasaba por mezclar estilos y ritmos, pero rehuían las combinaciones sobadas. Ellos iban a la suya. Se alejaban del gran grupo para llegar a meta en solitario. Mención especial también para unas letras que, de nuevo, rechazaban tópicos, hilando versos que oscilan entre la cósmica de Jaume Sisa y el manual de autoayuda, pero no al estilo de las novelas de Paulo Coelho, sino el del BFF que te escucha con una birra en la mano, y te aconseja con el piti en la otra. "La por que porto dins és de no estimar-me prou, Que la pluja em brilli als ulls tots els dies que plou, Si ho has donat tot, mira, tot això que tens, Que quan queda per fer és pitjor que fer-ho malament, Quina alegria el rotllo d'existir, No li calen claus al vent, Ningú li diu qui ha de ser, Què passaria si ho tornés a viure tot?, Tornaria a fer-ho igual, Tornaria a ser qui soc". A tope con la vida, gente.
Sumadle a la ecuación una puesta en escena que pretende, y consigue, nuevamente, rehuir los patrones clásicos del rock cansino, para ofrecer una trama y una narrativa. Montero no se esconde de reconocer C. Tangana i Rosalía como influencia. Palabras que, en sus directos, más que no en sus discos, toman sentido.
Qué dice este flipado
"Cuando empezaba con Oques Grasses y tocaba por bares, me presentaba diciendo: 'Buenas noches, Palau Sant Jordi'", ha comentado Josep Montero en un momento de la actuación. "La gente se reía de mí. Pensaban: 'qué dice este flipado'. Hoy se ha hecho realidad". Sí, hoy se ha hecho realidad, y eso que hacía un frío polar, incluso dentro del Palau Sant Jordi, de los que te hiela los pies si vas mal calzado. Un frío de camiseta térmica y anorak North Face. Por la PA sonaba reggae y la gente que ama a Oques Grasses iba llegando.
Cuando empezaba con Oques Grasses y tocaba por bares, me presentaba diciendo: 'Buenas noches, Palau Sant Jordi
Eran las 8 y el recinto ya estaba medio lleno. Eran las nueve y ya estaba lleno del todo. Chivarri, móviles, cervezas, bocatas y olas. Nervios, excitación. Ganas, muchas ganas de cantar. La gent que estimo, Elefants, Sta guai, Escopinya... "Si veig l'error com una religió, Reso a les nits per viure dies nous, Estimo el sol quan fa dies que plou, Vull viure-ho tot com un primer petó, De què em serveix la por?". Oh-oh-oh-oh-oh-oh...
Si saltamos al abismo es porque queremos. O porque ellos nos empujan. Y nosotros nos dejamos
Eran las 9:06 y Oques Grasses han salido a escena. Eran las 9:07 y todo el Palau Sant Jordi ya estaba de pie y botando. Brutal. Porque, finalmente, si saltamos al abismo es porque queremos. O porque ellos nos empujan. Y nosotros nos dejamos.
Casi todo el mundo
"Hoy ha venido casi todo el mundo al Pabellón de Gurb", ha soltado Josep. Humor para calmar los nervios. Y sí claro, una tras otra han ido haciendo todos sus pequeños que ya son grandes himnos (encontraréis el setlist en cualquier otra crítica). Podría haber sido una noche de karaoke. De esas en la que los grupos tocan lo que quiere quiere oir la gente y ya.
Oques Grasses son flipantes, salgan del barro o no. Y a la mierda todo
Pero ellos juegan en otra liga. Ha sido otra cosa. Ha sido una velada de emoción y excitación. De conjunción y euforia. De sublimación de un repertorio ya de por sí sublime, más brillante aún gracias a una escenografía digna de world tour. Con final de llamaradas incliudas, En definitiva. Oques Grasses son flipantes, salgan del barro o no. Y a la mierda todo.