Oriol Broggi ha dirigido Coralina de Goldoni en LaPerla29, el teatro que dirige. Ahora vuelven antes de anunciar nueva temporada. Le hemos pedido por el repertorio de la Perla, pero también por los veinte años del proyecto y los objetivos a corto y largo plazo. Nos dice que no se ha presentado para dirigir el Teatre Lliure, y nos confirma que a largo plazo quiere hacer seguir creciendo el proyecto. Y nos revela algún deseo, como hacer Sagarra algún día.
En La Perla 29 ahora toca Goldoni.
El último Goldoni muy fuerte y exitoso, Els feréstecs. Lluís Pasqual era el gran entendido en el autor, y lo hacía a gusto. Tengo la sensación de que los años setenta había una gran tradición que venía de Giorgio Stheler, que había hecho El criat de dos amos y Luca Ronconi La serva amorosa. Aquí toda esta tradición lo coge el Teatre Lliure.
¿Y con respecto al texto?
Goldoni pone texto al teatro popular de la comedia del arte. La Venecia de Goldoni era un espacio social importantísimo, la mezcla de teatro popular y elaborado cambia el teatro. Y el lenguaje también cambia, los personajes hablan veneciano. Ensayando pensábamos: –Ahora, ¿esta escena qué nos aporta? Qué tontería, ¿no? Quieres decir qué tiene algún sentido?– Y sí.
Esta sensación la transmitió una de las grandes obras de este primer Lliure.
Sí, Els últims vespres de Carnaval. Tenía doce o trece años. Igual que lo que estamos haciendo aquí, parecía simple pero aquellas interpretaciones tocaban el alma. Era como una canción de verano. L’hostalera de [Sergi] Belbel también fue un éxito, y era eso. Siempre me he quedado con ganas de hacer un Goldoni, por este recuerdo de Els últims vespres. Lo viví como una cosa muy fuerte y especial.
¿El repertorio del primer Lliure marcó mucho?
A LaPerla29 sí. Mucho. El Lliure hasta la muerte de Fabià crea un repertorio con autores, Tennessee Williams, Txèkhov, el mismo Goldoni, hasta Dansa d’agost, también.
En LaPerla 29 tenéis una familia de actores.
Somos una familia de productores y gestores, pero claramente tenemos un núcleo de actores que vienen y que muchos de ellos se van repitiendo. Ramon Vila, Màrcia Cisteró, Clara Segura, Sergi Torrecilla, Jacob Torres, Clara de Ramon, Xavier Ricard, Lluís Soler, Julio Manrique; músicos como Sisa y Joan Garriga i Pedragosa...
Si hacemos cosas diferentes, el público nos acompaña, pero la crítica no
Interpretativamente, me consta que te sorprendió la tarea de Krystian Lupa.
Me fascinó que no diera importancia a si el actor se sentaba o no. Yo veía el espectáculo y pensaba que todo era muy organizado. Directores precisos, y creía que Lupa era un director preciso, por el resultado, y no. Pensaba que era una cosa muy estudiada.
Te lo digo porque en Només la fi del món de Lagarce dirigiste a los actores de una manera muy diferente.
En aquel momento, que entro en crisis y lo arrastro a La Perla. Qué pasa si no hay sonido, si los actores no se mueven, no hablan. No hay escenografía. Decidí trabajar una cosa muy diferente afectada por|para el Gilgamesh e el Grec con Marina Mascarell, coreógrafa con una gran reputación internacional. De hecho, esta crisis ya aparece en el Gilgamesh y yo decido hacer un espectáculo sobre la ciudad, la primera ciudad del mundo, para hablar de nosotros mismos y pienso que la crítica no lo quiso entender. Y bromearon. Una parte de la crítica, tengo la sensación, que nos tenía una cierta rabieta a La Perla.
¿Y ahora? ¿Cómo te encuentras?
Ya hemos pasado esta sensación. Hemos hecho veinte años y nos hemos consolidado y es normal que se descoloque respecto de una cierta sensación de opinión del ecosistema. Si hacemos cosas diferentes, el público nos acompaña, pero la crítica no. Simplemente eso, pero ahora lo hemos superado. Después de la pandemia hicimos Assedegats y es de las mejores cosas que hemos hecho nunca.
Y habéis vuelto a De Filippo y Goldoni.
Tabula rasa. De Filippo es un Goldoni moderno, no como Mouawad que pone móviles, pero tiene una profundidad muy grande. Y nos han acompañado siempre, y nos dan muchas alegrías. Aquí no podemos bajar el ritmo, y un día quiero hacer una Flauta mágica, y para hacerlo también tengo que poder descansar y pensar, y estos autores me lo permiten.
¿Queréis crecer?
Dedicarle tiempo a La Perla 29 es buscar fórmulas. Quiero incorporar nuevas voces y crecer internacionalmente, y eso requiere tiempo. Por ejemplo en Italia. Ya lo hicimos en Francia. Hacer un cambio no es inmediato. Yo no quiero desaparecer, encontraremos las personas y los impulsos, es un proceso largo.
¿Te ves haciendo un Guimerà? El Lliure no lo hizo, es la gran crítica.
Los grandes teatros públicos lo hacen porque toca. Es una obligación. Pero tienen que tener tiempo y las imposiciones son difíciles. A mí siempre me han gustado Sagarra, Guimerà y Verdaguer. Me hace ilusión. Quiero hacer un Guimerà y un Sagarra, claro que sí. El día a día te lleva a otras cosas, pero tenemos libertad para decidir qué queremos hacer.
No me he presentado a la dirección del Teatre Lliure; no es mi momento
¿Eso será compatible con un nuevo Teatre Lliure?
Claro. Yo no me he presentado. No sé quién se ha presentado. No es mi momento y tengo este proyecto. Soy director de un teatro muy libre. Es un tema muy complejo, por la estructura y todo.
Y si es alguien que conoces bien como la Carlota Subirós, ulio Manrique, Pau Carrió...
Pues sería fantástico, pero ya te digo, no sé quién se ha presentado. Pero sería fantástico.
Oriol, te tienes que marchar porque ahora haces de actor.
Lo hace mejor Xavi Ruano. Me gusta, es diver. No tengo la sensación de llenar la escena pero es muy bonito estar en relación con los actores y ver cómo cuesta hacer la función bien hecha. No es nada sencillo eso. Cuando doy indicaciones pienso que es realmente muy difícil.
¿Escribes?
No sé por dónde empezar. Lo intento y no lo he conseguido. Tengo ganas de escribir.
¿La nueva temporada?
Ahora en octubre anunciamos toda la temporada. Veremos cosas que conocemos.