Pasolini es el centro del espectáculo que se puede ver hasta el 2 de junio en la Sala Àtrium. Un montaje alegre, pero también cargado de reflexión moral. Es una mezcla de música y palabra. De imágenes y de carga política. Textos a partir de la prosa del famoso y polémico escritor italiano Pier Paolo Pasolini.

Mia Parcerisa es el director, pero la semilla del proyecto la plantó Oriol Genís, reconocido actor del teatro de nuestro país. Y la obra no sería la misma sin la música de Pau de Nut, que hace un papel delicioso dando vida a la palabra. Un espectáculo para disfrutar y reflexionar sobre la moral, el sexo, la disidencia. Hoy hemos hablado con los dos intérpretes.

Los fantásticos de Pasolini encontrarán que este es un espectáculo muy felliniano.
Oriol Genís:
Amo mucho a Fellini y Pasolini. Para mí el cine siempre ha sido magistral. Fellini le tenía que producir las primeras películas a Pasolini y se horrorizó, aunque le había hecho de guionista. La escenografía y, hasta cierto punto, la dramaturgia del espectáculo, tienen un aire que puede recordar a Fellini, sí. Hay un mundo destruido representado en el escenario.

Hacer un montaje de Pasolini no es fácil. ¿De dónde sale la idea y cómo se incorpora un músico como Pau?
Pau de Nut:
 Oriol me llamó hace años. Llegó la pandemia y aparcamos el proyecto. Su idea era trabajar con mucha gente y de edades diferentes. Finalmente, hemos tenido a Mia como director y la experiencia ha evolucionado en el mejor de los sentidos. Cada uno de nosotros somos diferentes. Somos como un triángulo y cada uno es uno de los lados.

Foto: Carlos Baglietto

El teatro es técnica. La emoción está en otro lugar

El caso, Oriol, es que eres la semilla de este montaje.
O.G:
No. Si yo me pusiera a dirigir, me hubiera sentado en una silla y no habría parado de hablar. La base no es solo la palabra, aunque vengo de una escuela en que el texto es esencial. Pero este es un texto complejo y, por eso, necesitaba darle un sentido más amplio y hacerlo inteligible. Había que ir a favor del texto y de la forma. Creo que hemos conseguido esta simbiosis.

Justamente por eso decía que era un montaje felliniano: por la alegría, la música, el tono...
P.N:
Cantar, interpretar... Generalmente, la música en teatro acompaña. Es el decálogo que tenemos los músicos que tocamos a escena. Aquí no, aquí formo parte de la palabra dicha en escena. Y como profesional, no deja de sorprenderme cuándo confluimos. Ahora el espectáculo ya no lo podríamos hacer sin el otro.
O.G: Nos damos al testigo. Es un monólogo coral, a dos voces. Yo soy muy defensor de la técnica teatral. Ahora vemos muchos micrófonos. Se trabajan desde lugares muy diferentes de los que yo me he formado.

El valor de la técnica.
P.N:
Hace tiempo leí las memorias que escribió Núria Espert con Marcos Ordóñez. Y recuerdo, y cito de memoria, que en un momento decía que "el actor es sobre todo técnica. ¿Cómo me tengo que emocionar en escena? Si tengo que estar pendiente de la marca de luz, de coger bien el cuchillo, después tengo que recordar también que tengo que estar a dos pasos de la mesilla de té...". El teatro es técnica. La emoción está en otro lugar.
O.G: Las emociones del espectáculo se le tiran al espectador. Por eso hacía falta que el texto fuera ligado con el montaje y que todo fuera a la una. El texto ha evolucionado. He hecho muy pocas cosas de teatro de cuerpo, pero, en cambio, me gusta poner en el centro la armonía del movimiento con la palabra. Con Pau hemos trabajado a partir de las propuestas atrevidas de Mia. Me tenía que tirar mucho a la piscina y no me permitía pensar. Destruía mi organicidad.

Foto: Carlos Baglietto

Pasolini tiene una vida muy compleja que no se puede reducir. Es el artista completo y contradictorio

Hablemos de Pasolini. Su teatro aquí siempre se ha representado mucho y de maneras diferentes.
O.G:
Pasolini yo ya lo había hecho. En el Teatre Lliure Xavier Albertí me dirigió en PPP, un espectáculo a partir de textos de Pasolini. Muchos de los textos que digo en el espectáculo ya los decía en ese. Los mismos textos veinte años después. Curiosamente, Pasolini me había interesado mucho, pero como cineasta y aquel espectáculo, que todavía me lo recuerdan mucho, hizo que se me internara mucho más.

El personaje también es importante. Todavía hoy se lo reivindica desde muchos ámbitos: el político, lo artístico, pero también por amenazar una Italia muy concreta.
O.G:
Pasolini hacía del sexo una cuestión política. La necesidad de mostrarse tal como uno es. La Italia de Pasolini era muy homófoba. Se quitó la máscara y no pararon hasta que pudieron con él. Los caminos se encuentran. Pasolini es un disidente, y ahora sería muy difícil encontrar otro.
P.N: Es la disidencia política. Lo trata así. Quitarse la máscara en un contexto como aquel no es poca cosa.
O.G: Los enemigos eran de Democracia Cristiana. Pasolini tiene una vida muy compleja que no se puede reducir. Es el artista completo y contradictorio. ¿Qué hacemos de las denuncias por abuso de menores? ¿Se amplificaron por intereses políticos de la derecha? ¿Qué sabemos realmente?

Oriol, parece que de la inquietud del personaje hayas hecho tu carrera. ¿En teatro no puedes esperar que te llamen siempre, verdad?
O.G:
Si no me llaman, llamo yo. Siempre lo he hecho. Me implico mucho. Conozco gente de mi generación que hemos hecho siempre lo mismo. Durante un tiempo puedo tener muchas ofertas, y entonces no hay que buscarte tanto las cosas que quieres hacer. Pero el nuestro es un trabajo que siempre tiene una parte de creadora. Es siempre un oficio. Y yo soy una persona que constantemente busca crear y maneras de expresarnos. Tengo una necesidad de hablar de ciertos temas. Por eso creé la compañía Teorema Teatre.

Foto: Carlos Baglietto

Nunca he perseguido la fama, he buscado el compromiso con la profesión

El espacio Novaveu hizo un ranking de los actores con más funciones al Teatre Nacional y tú eras el primero.
O.G:
¡Sí! Yo empecé a trabajar porque perseguía a todos los directores. Preguntaba si había algún personaje por pequeño que fuera. Con la llegada de Xavier Albertí trabajé mucho. No solo en sus montajes, también con los de la Carlota Subirós o Jordi Prat i Coll. Yo nunca he perseguido la fama, he buscado el compromiso con la profesión.
P.N: Yo también lo he buscado. Si no hiciera teatro me encontrarían muerto en cualquier lugar. Yo necesito hacer teatro. Porque me gusta y porque me va la vida. Veo y me fastidia a mucha gente en el sector que busca la fama. Hay una serie de cosas que me sorprenden y eso también es muy pasoliniano.