El 10 de marzo de 1995, después de luchar contra un cáncer de esófago fulminante, la voz de Ovidi Montllor se apagaba para siempre. Alcoyano universal, el cantautor, poeta y actor que siempre se consideró un "catalán de Valencia" se había convertido a mediados de los setenta en una de las figuras más singulares y emblemáticas de la Nova Cançó. Su socarronería, sumada a una sensibilidad extrema y a una lengua afilada para señalar las vergüenzas de la dictadura lo convirtió en una figura transversal de la canción protesta en nuestro país, hasta el punto que años después de su muerte, ya en el sXXI, Ovidi Montllor ha sido reivindicado por casi todo el mundo: desde los barbudos de la Transición que se aburguesaron dando el salto a la política institucional hasta los pelados con estética skinhead que, como el grupo de rock radical Inadaptats, cerraron una carrera musical de quince años en la escena alternativa del punk catalán haciendo un disco titulado Homenatge a Ovidi que serviría para acercar la voz de Ovidi a toda una nueva generación de jóvenes catalanes antisistema.

¿Quién era, sin embargo, Ovidi Montllor? ¿Qué tenían sus versos para seguir siendo tan actuales hoy día, incluso utilizados por partidos políticos o proclamas reivindicativas? Cuál fue la aportación de Montllor en la difusión de la poesía de Joan Salvat-Papasseit, Josep M. de Sagarra o sobre todo Vicent Andrés Estellés? ¿Y sobre todo, por qué sus canciones han sido versionadas por decenas de artistas actuales y han envejecido tan maravillosamente bien que se han vuelto eternas? En ElNacional.cat intentamos ofrecer respuesta a todas estas preguntas a partir de 5 canciones del cantautor alcoyano.

 

"A la vida"

La eternidad es un altar reservado sólo a los grandes genios. Si la figura de Ovidi Montllor se ha vuelto inmortal es por piezas como esta, una canción llena de fuerza y editada en el tercer disco del cantautor, A Alcoi, el año 1974. La pieza es un crescendo cargado de emoción donde la voz en primera persona del alcoyano confiesa su ruptura y su vacío emocional de una forma inesperada e inusual: agradeciendo a la vida la suerte de vivir y la suerte de no estar solo. Una oda de alguien capaz de de decir que "cante a la vida plena,/ desde la vida buida" con unos versos finales tan llenos de vitalismo que anuncian que  “I tot en mi és un sí/ que mai no acabarà.”

 

"Perquè vull"

El año 1972, momento en el cual se edita Un entre tants, no existían figuras como las de los terapeutas emocionales o los coach, pero Ovidi Montllor ya decía en esta canción lo que décadas más tarde los gurús de la autoayuda no se han cansado de repetir: que en la vida todo es posible si la actitud de uno mismo es positiva. "Perquè vull" relata una historia de amor que describe la relación de dos personas que se conocen y son capaces de vivir como quieren y haciendo todo lo que quieren sin tener que pedir permiso a nadie ni tener que sufrir por nada: como una utopía en la cual enamorarse, hacer cenas, viajar, vivir en comuna, compartir el tiempo con gente preciosa y hacer todo lo que se quiera es posible solo por el hecho de que uno lo decide así, sin más. Porque como dice el último verso, “tot comença en un mateix”.

 

"La samarreta"

En los oscuros tiempos en los que el fantasma de la censura todavía estaba bien presente, esta es una de las piezas más comprometidas y políticas del cantautor valenciano, junto con otras canciones como "Será un día que durarà ays", "Va com va" o "La fera ferotge". "La samarreta", editada el año 1977 en el disco Crònica d'un temps, se ampara en la obligada tradición del momento de aferrarse a elementos metafóricos con el fin de enviar un mensaje, al igual que había hecho Lluís Llach con "La gallineta" o Mikel Laboa con "Txoria txori". A partir de un objeto, en este caso una camiseta roja, Montllor describe quién es, de dónde viene y qué piensa sobre el mundo, tomando partido descaradamente por una causa ideológica y asumiendo que con esta camiseta roja “m'hi trobo molt bé amb ella./ Perquè abriga, me l'estime,/ I li pregue que mai no se'm faça vella.”

 

"Montserrat"

“El pas del temps farà/ de nosaltres colors”, dice el primer verso de esta balada amorosa que, a pesar de no ser una de las canciones más reivindicadas de Montllor, es una de las joyas más preciosas de su discografía. Editada el año 1978 en el disco Bon vent y barca nova, Montserrat es una tirada de heptasílabos de alta intensidad poética y en la cual, con un uso muy rico de los recursos formales propios de la poesía, se nos descubre una voz que se dirige a su amada para confesarle el gozo del presente con ella, donde “desmesuradament/ tot és com ha de ser”.

 

"Coral Romput"

La última canción no es una canción, sino un disco entero. Más que un disco, sin embargo, este monumento erigido por Ovidi Montllor i Toti Soler es una de las obras que más han ayudado a reducir distancias entre el norte y el sur de los Països Catalans en todo el siglo XX, antes de la irrupción musical de fenómenos como Ovrint Pas, La Gossa Sorda o Zoo. Después de haber puesto voz y música a poemas de Salvat-Papasseit, Sagarra y Apel·les Mestres, Ovidi Montllor volvió a aventurarse a recitar los versos de Vicent Andrés Estellés, de quien ya había editado años antes una versión icónica de "Els amants". El disco fue grabado en una sola noche de 1979, tiene una duración de una hora y veinticinco minutos y Montllor recita el extenso poema escrito por Estellés, a medio camino entre un monólogo interior lleno de dolor y un poema autobiográfico en el cual se habla de todo: de la vida, de la muerte, de los miedos, del amor, del significado del verbo amar y del mundo -tanto de aquello universal que no está en nuestras manos como de lo que pasa al lado de casa. Un disco que, cuando se escucha, es capaz de parar el tiempo. De congelar el presente y embellecerlo, como si Ovidi Montllor no se cansara de demostrar que la felicidad puede no ser efímera, sino eterna. Como él.