Fotógrafo argentino afincado desde hace años en Barcelona, Pablo Tosco ha sido el ganador del primer premio del prestigioso World Press Photo, el certamen de referencia en el mundo de las imágenes e instantáneas, en la categoría de en la categoría de Temas Contemporáneos. Su fotografía 'Yemen: Hunger, Another War Wound' es una impactante plasmación de los efectos de la terrible guerra civil que está asolando el país a través de su protagonista, la pescadora Fátima.
¿Cómo llevas ser el ganador del World Press Photo?
Emocionado, pero sigo currando igual (ríe).
¿En qué andas liado actualmente?
Hasta hace dos meses estaba trabajando en Oxfam. Ahora ando liado en el proyecto Angular, un colectivo de compañeros de Argentina y México con los que hemos realizado una serie de documentales en Irak y Siria.
¿Por qué esta atracción en tu obra por Oriente Próximo?
La primera vez en la que trabajé en la zona fue con el estallido del conflicto en Siria, a mediados de 2012. Mi objetivo no era tanto documentar la guerra, el conflicto armado entre las diferentes milicias, como el impacto de este en las personas, tanto los desplazados como los que se quedaban en su hogar resistiendo.
La parte humana del conflicto.
Exacto, tanto en Siria como lo que estaba pasando en países vecinos como Líbano, Jordania o Turquía. Y ya a partir del 2015, el drama de los refugiados, acompañando en su exilio a personas que querían llegar a Alemania o a otros países de Europa, partiendo desde Turquía. Sí, desde el estallido de la guerra civil siria, Oriente Próximo atraviesa mi trabajo.
Aquel conflicto estuvo precedido de un halo de esperanza con la eclosión de las Primaveras Árabes.
Aquel fue un fenómeno maravilloso. Una interpelación por la libertad a la sociedad occidental. Una lucha por la democracia y una sociedad más equitativa. Luego, por desgracia, llegaron los conflictos, el de Siria, pero también el de otros países, como el Yemen, que también quise documentar.
Un conflicto, sin embargo, muy difícil de documentar.
Es un país muy cerrado a los periodistas. No es fácil entrar. Del mismo modo que también hay un oscurantismo a nivel internacional sobre la posición de los poderes de facto respecto a la comercialización de armas y recursos a las diversas partes del conflicto. De hecho, España era el cuarto país que más armas vendía a Arabia Saudí, el principal actor en la coalición árabe participante en el conflicto. Un conflicto que deja un país fragmentado en dos, con una guerra intestina entre norte y sur. Y, entremedio, como suele suceder, la sociedad civil de un lado y otro, sufriendo sus devastadoras consecuencias.
Y tú con la cámara dando testimonio de todo ello.
Estuve dos años y medio con la periodista Julia Casamitjans intentando entrar en el país para ver, entender y explicar qué era lo que estaba sucediendo a la población civil. Y es cuando lo conseguimos que surgen diversas historias.
Como la de Fátima, la pescadora protagonista de la foto ganadora.
Con ella no solo documentábamos las consecuencias de la guerra, sino que dábamos pistas de las muchas opresiones que está sufriendo la mujer yemení.
Las Primaveras Árabes fueron un paso adelante, pero se acabaron dando dos pasos atrás.
Totalmente. Yemen es un de los países más difíciles para vivir para mujeres y niñas. Ha habido un retroceso en sus derechos brutal. A todo ello, añadir que, como todos los conflictos armados, este fue promovido y perpetrado por hombres, siendo las mujeres las que sostienen la vida i garantizan la subsistencia. Son las mujeres las que salen de casa a buscar comida y agua. Hay que destacar que actualmente Yemen es un país en el que el 80% de la población vive en la máxima pobreza. Un cambio de rol que a la vez genera más violencia de género porque cuestiona el rol histórico del hombre de macho proveedor.
¿Cuándo te diste cuenta de la fuerza que tenía la foto?
Más que la foto, el desafío y la fuerza era documentar la historia de Fátima. Una persona a la que por cuestiones culturales y religiosas no le podía ver el rostro. Fue a través de la traductora como me fui ganando su confianza. Esta fotografía pertenece a un proyecto que documenta el día a día de Fátima desde que se levanta y sale de casa a ganarse la vida para poder alimentar a sus 9 hijos.
¿Cómo se gana la vida?
Ella vendía pescado y con esta actividad fue ahorrando dinero hasta poder permitirse comprar una barca, que es la que se ve en la fotografía, con la que sale a pescar. La foto ganadora es la máxima expresión de todo este proceso. Una imagen que expresa toda su fuerza y espíritu de resilencia.
¿Fátima ha visto la foto?
Ahora mismo se la deben estar llevando. No es fácil desplazarse por el país. Estamos pendientes de podérsela llevar y que sea consciente de la trascendencia que ha alcanzado su historia.
¿Cómo te enamoraste de la fotografía?
Tenía 14 o 15 años, aún no había venido a Barcelona, seguía viviendo en Córdoba, en Argentina. Trabajaba en un videoclub en un barrio marginal de la ciudad. La gente alquilaba los VHS, pero como eran muy pobres, también alquilábamos los televisores y reproductores para que pudieran ver las películas. Tiempo después, los propietarios compraron una cámara de vídeo y empezamos a grabar bodas, bautizos... Todo tipo de ceremonias de la gente del barrio, que invertían todo lo que habían ahorrado durante años para poder celebrar sus días más especiales. Unas historias superpotentes, aparentemente muy normales pero con un gran trasfondo social. Descubrí que quería dedicarme a explicar historias humanas.
¿La fotografía es la plasmación de la realidad o la realidad a través del objetivo del fotógrafo?
Me gusta pensar que todas las fotografías que he hecho son la evidencia de un encuentro. Me gustaría pensar que la foto de Fátima es eso, la pista del encuentro que he tenido con ella y me ha permitido documentar su vida y desafíos.