En Netflix están obsesionados con las historias de espías. Su catálogo está lleno de películas y series sobre el tema, la mayoría llenas de clichés geopolíticos y argumentales, que llegan a confundirse las unas con las otras. Por eso cuando sale un producto que destaca, destaca mucho. Es el caso de Palomas negras (que si bien no está doblada al catalán, sí que hay disponibles los subtítulos) es una de aquellas agradables sorpresas que, sin que sirva de precedente, te hacen lamentar que la serie no sea más larga (seis episodios que pasan como un suspiro) ni tenga más temporadas.

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Keira Knightley ofrece una de sus mejores interpretaciones en Palomas negras

Palomas negras es una de aquellas agradables sorpresas que, sin que sirva de precedente, te hacen lamentar que la serie no sea más larga

Nada tradicional

¿Qué la hace diferente? Para empezar, que su creador, Joe Barton, tiene muy claro que tan legítimo es adorar a los clásicos como torpedearlos, o incluso que una cosa es la perfecta consecuencia de la otra: aquí cabe un poco de todo, desde John le Carré hasta Jason Bourne, pero también un cierto romanticismo, la fábula navideña, el humor negro y la herencia de la "buddy movie". Hay amantes asesinados, organizaciones secretas y juegos de apariencias, pero también hay retratos íntimos, amistades inusuales y diálogos chispeantes. Y sobre todo una muy esmerada (de)construcción de los personajes tradicionales del género, que nunca son como te esperas y llegan a transmitir una irresistible sensación de familiaridad. Pocas veces una serie de espías ha sabido crear una zona de confort como esta, con la particularidad que te disparan nada más empezar.

Aquí cabe un poco de todo, desde John le Carré hasta Jason Bourne, pero también un cierto romanticismo, la fábula navideña, el humor negro y la herencia de la "buddy movie"

Cuando empieza ya se ve que Palomas negras no tiene nada de tradicional. Tenemos una espía, Helen Webb, que se casó con su objetivo, un político de renombre, que hace años que filtra sus secretos a una misteriosa agencia. Cuando su amante aparece asesinado (que bien razonadas, por cierto, las motivaciones y dudas de la protagonista con respecto a su "infidelidad"), Helen se empeña en investigar el caso para buscar venganza, pero la agencia le designa a un custodio, un sicario amigo suyo, para asegurarse de que no se le desmonta la tapadera. A partir de aquí, contradiciendo la mayoría de las producciones de Netflix, la serie no para de crecer.

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Bien Whishaw vuelve a demostrar en Palomas negras que es uno de los actores más poliédricos de su generación

Aparte de saber crear un universo solvente que da creíble al más delirante de sus giros, Palomas negras acierta de lleno en su ingeniosa conjugación de estilos

Aparte de saber crear un universo solvente que da creíble al más delirante de sus giros, Palomas negras acierta de lleno en su ingeniosa conjugación de estilos. En un mismo episodio tienes una escena muy dramática, un tiroteo muy intenso y un gag lleno de mala leche sin que se le vean las costuras. El caso que plantea es interesante y juguetón, está bien resuelto y sabe sacar mucha punta a su absurdo. Y después está la extraordinaria química entre Keira Knightley y Ben Whishaw. Ella pocas veces ha estado tan bien como aquí, mientras que él se revalida como uno de los actores más poliédricos de su generación. Por todo ello, y porque ya tocaba ver a una de espías en que los personajes no se comportan como autómatas, esta serie es una de las grandes sorpresas de 2024.