El 19 de junio del año 2014 una canción titulada Estiu irrumpió con una fuerza suprema en el panorama de la música hip-hop en catalán. La firmaba Zoo, el proyecto musical que Toni Sánchez, "Panxo", empezaba sin previo aviso ni ninguna otra aspiración que hacer la música que personalmente siempre había querido hacer. El éxito de Estiu fue el preludio de una carrera musical meteórica, en la que con escasos cuatro años y dos trabajos discográficos como Tempestes venen del sud (2014) y Raval (2017), el colectivo musical de Gandía se ha erigido como el grupo más popular del País Valencià, tomando el relevo de bandas míticas como Obrint Pas, La Gossa Sorda u Orxata Sound System. Ahora, cuatro años más tarde de su segundo álbum, presentan Llepolies (2021), su esperadísimo tercer disco.

Toni Sánchez, "Panxo", durante la entrevista con Revers. (Sergi Alcàzar)

La canción que da nombre al disco, Llepolies, es un himno hedonista y carnal que invita a disfrutar del placer. En el año más reprimido del siglo XXI, ¿gozar de la vida tal como la conocíamos hasta ahora se ha convertido en un pecado?
La canción nace como una tema gastrosexual en el cual se reflexiona sobre la golosinería y el pecado. Después, se incorpora una especie de canto gregoriano moderno, ya que la canción es una parodia del universo del catolicismo y su moral. La letra y el ritmo invitan a la carnalidad de las bacanales romanas o las fiestas lujuriosas medievales, por eso en el videoclip quisimos mostrar esta transgresión apostando por un edificio barroco como el Palacio Ducal de Gandia y la presencia de monjas cometiendo pecados.

Habéis pasado de debutar con un videoclip yendo en una scooter a hacer creaciones audiovisuales que gustarían a Paolo Sorrentino.
Evidentemente Llepolies tiene muchas resonancias de Roma, de Federico Fellini, una película que desde pequeño me ha fascinado. Queríamos hacer un artefacto estético que conjugara esta sátira y transgresión felliniana como herramienta de crítica social, y Pau Berga, el mismo director de El cap per avall, consiguió bordarlo plasmando aquello que Llepolies reclamaba ser.

Fellini, un palacio residencial de los Borja, guiños a Leonardo da Vinci o referencias intertextuales a Ausiàs March y Ovidi Montllor. ¿Es Llepolies -el disco- un producto de orfebrería lleno de detalles que tenemos que analizar con lupa?
No me preocupa eso. Nosotros lanzamos la piedra a partir de pequeños detalles, pero recoger la piedra no es necesario para disfrutar de lo que cantamos. Si alguien después de escuchar Llepolies busca algo de Fellini en Filmin o se pone a leer poemas de March, fantástico; y si no lo hace, fantástico también. La música, el arte o el lenguaje son medios para expresarse, pero nosotros cantamos, creamos y escribimos, sobre todo, para hacer sentir cosas a quien nos escucha sin necesidad de tener la Wikipedia abierta para entendernos.

Si la canción Llepolies es un canto hedonista en un año donde ha mandado la castidad social y de ocio, el otro adelanto, Avant, es un tema crítico y de tono más nihilista.
El coronavirus ha sacudido el mundo, pero no ha sacudido el orden del mundo. Excepto ridículas excepciones, un año después todo sigue como era: los que más tenían siguen siendo los que más tienen; los que más necesitaban siguen igual de necesitados, ya que quién peor estaba, ahora todavía está peor. El coronavirus ha servido para perpetuar el error de sistema en el cual vivimos.

Al estallar el coronavirus decíamos que saldríamos mejores personas.
Ha habido sacrificios colectivos, evidentemente, pero la pandemia ha hecho aflorar nuestro egoísmo como especie. Yo comienzo a ser pesimista al respeto y empiezo a ver que no, que no nos ayudamos tanto como decíamos a que nos ayudaríamos, etc. Avant pretende plasmar un poquito este desánimo y esta decepción con todo este tipo de coaching social de mentira que llegó a raíz de la Covid-19.

La pandemia no os afectó directamente, sin embargo: Zoo había decidido tomarse en el 2020 como un año de descanso y creación.
Eso es importante, porque desde el primer momento hemos sabido que Zoo no éramos los más afectados por el coronavirus; a nosotros no nos cayeron bolos por culpa de la Covid-19, por ejemplo. Yo considero que tengo poco a aportar sobre el coronavirus, por lo tanto en el disco no hemos querido que el coronavirus ni su sombra tenga presencia alguna.

(Sergi Alcàzar)

Un disco aparecido en tiempo de coronavirus sin referencias al coronavirus y un disco diferente de los dos anteriores porque está editado por Zoo Records, es decir, vosotros mismos. ¿Por qué?
Es sencillamente una forma de tener más control editorial y discográfico sobre aquello que haces, a la vez que también más trabajo. En este tercer disco queríamos lanzarnos a la piscina e intentarlo: hemos hecho la preventa del disco desde casa, preparando nosotros los pedidos y encargándonos de todo.

Avant y Llepolies lo petaron en Youtube en pocas horas; sólo que el disco en sí tenga un 10% de aquel éxito, se os gira mucho trabajo logístico.
Eso que te diré no lo hemos dicho a nadie, pero el miércoles 24, el día antes de sacar el álbum, ya habíamos vendido 2000 discos desde la web. Son ventas que no se pueden contabilizar en el catálogo de discográficas oficiales del Estado, porque todavía no aparecemos, pero de hacerlo, Llepolies sería el disco más vendido en España esta semana.

Dos mil discos vendidos a gente que quizás no tiene ni reproductor de cd's para escucharlo. Zoo no vende sólo música: ¿comprar un disco de Zoo es dar apoyo, también, a una forma ver –y vivir- el mundo?
Yo tengo la sensación de que estos dos mil pedidos son un poco eso: gente que apoya a nuestro proyecto, aunque después escuche nuestra música a Spotify o Youtube. Con la pandemia se ha puesto de manifiesto una cosa que parecía olvidada: los músicos vivimos de vender discos y dar conciertos. La pandemia ha permitido recordar a muchos que comprar un disco, comprar una entrada o comprar una camiseta es la mejor forma de sostener nuestro trabajo.

¿Hace siete años, cuando salió Estiu, esperabas vender dos mil cd's antes del día de la salida de un disco tuyo?
Para nada del mundo. Estiu era mi último intento de hacer algo en el mundo de la música después de casi una década haciendo de todo en mil proyectos musicales, pero nunca me hubiera imaginado que funcionara como ha funcionado.

Que te cambiaría la vida, vaya.
Yo en aquellos tiempos era el encargado de vender camisetas de Malavida Wear en los conciertos, y recuerdo que un día, poco después de publicar Estiu, anuncié al recientemente estrenado Facebook de Zoo que se me llevaba cien camisetas de Zoo hacia la parada de camisetas en el Feslloc y que se podrían comprar: se agotaron todas en una hora. Desde entonces Zoo no hemos parado de trabajar, y estoy muy orgulloso de todo lo que ha sucedido en estos siete años.

(Sergi Alcàzar)

Seguramente haciendo discos en castellano seríais todavía más famosos en España e incluso lo seríais en Latinoamérica, pero seguís haciéndolo en valenciano.
Cantar en valenciano es un acto político, desgraciadamente. Como lo es hacerlo en gallego en Galicia, por ejemplo. Cantar en valenciano no tendría que ser un acto de combate, pero lo es debido a la situación sociopolítica que vive el País Valencià desde hace décadas. Nosotros cantamos en valenciano porque amamos en valenciano, criticamos en valenciano o soñamos en valenciano, al fin y al cabo.

Inevitablemente, dentro del panorama musical actual de la música catalana, sois un grupo comprometido y posiblemente el único grupo de éxito masivo que políticamente habla claro y sin tapujos.
Creo que hay gente que habla todavía más claro y de forma más explícita, pero es verdad que nos gusta hablar de aquellas problemáticas que nos son próximas como seres humanos en sociedad. Seguramente somos así porque venimos de esa tradición cultural: cuando te crías escuchando Kortatu o Soziedad Alkoholika, es difícil no hacer música exponiendo de forma crítica el mundo que te rodea.

Antes los jóvenes escuchaban música combativa con letras llenas de crítica social, pero hoy el trap que gusta a la canallada triunfa con letras a menudo ambiguas y videoclips donde se glorifica la ostentación y el lujo. ¿Estamos más faltos que antes de una mirada crítica hacia el sistema donde vivimos?
Nosotros venimos de Obrint Pas, La Polla Records o Inadaptats, pero también del rap de Club de los Poetas Violentos o Sólo los Solo. Es evidente que el rap hubo un día que dejó de criticar el sistema para pasar a criticar al rapero de al lado, pero aunque dentro de la escena trap parece que se ha perdido el discurso a escala lírica, opino que quizás no se ha perdido la actitud. Dellafuente, por ejemplo, es una buena muestra de ello.

Cecilio G. publicó hace poco una canción titulada The animals y contra la reciente violencia policial en Barcelona.
Yo reconozco que no he conseguido profundizar ni descifrar al cien por cien el mundo del trap, pero quizás son artistas sin letras líricamente ricas ni que aparentemente despierten conciencias, pero cuando toca, toman partido. Bad Gyal, por ejemplo, haciendo un live desde su cuenta de Instagram con centenares de miles de seguidores dio voz a los manteros y sus reivindicaciones, si mal no recuerdo.

(Sergi Alcàzar)

Somos más precarios que hace veinte años, pero ya no es tendencia hacer canciones explícitas líricamente hablando como lo eran aquellas canciones de punk que escuchábamos entonces.
Es que no es lo mismo decir que hacer. Hay gente que dice mucho, que en los videoclips sale con muchos tatuajes y que tiene la lengua muy viva para criticar a los que no dicen tanto pero hacen mucho más que ellos. Txarango no es un grupo con unas canciones ideológicamente marcadísimas, pero su proyecto, su música y sus actos son de un compromiso ideológico brutal. Otro ejemplo es Nacho Vegas, un cantautor de quien me declaro fan y que en sus canciones para nada clama a ocupar Palacios de Invierno o a la toma de ninguna Bastilla.

Pero cuando hay que señalar al fascismo, lo hace.
Exacto. En sus actos y sus hechos del día a día demuestra constantemente que, como persona y como artista, siempre estará dispuesto a estar a primera línea para defender aquello en lo que cree o atacar lo que es abominable. Nosotros evidentmente también, claro está.

¿En Llepolies, pues, seguiremos encontrando la actitud marca de la casa de Zoo, es decir, la mezcla de crítica y compromiso político con sonidos festivos y urbanos?
A mí sinceramente me gusta decir que hemos hecho un disco más hedonista, desenfadado e incluso te diría que más sutil o menos directo. Quizás líricamente nosotros también hemos hecho un cambio, pero que defiendo como un paso adelante. Ahora bien, una cosa está clara: es inevitable saber de qué pie calzamos. La gente ya sabe cómo pensamos y ya sabe de qué lado estamos, y yo cada vez tengo más claro, también, que aquello que cuenta está en los hechos, no sólo en las palabras.