Tengo que reconocer que la primera vez que la vi me hizo gracia. Britney survived 2007. You can handle today. Descubrí aquel mensaje sobre taza blanca en alguna mesa de oficina y por alguna Storie de Instagram de un lunes cualquiera, y me vinieron a la cabeza muchas fotos que había visto en la Súper Pop o la Cuore: ella despeinada, con el rímel difuminado sobre los párpados, haciendo muecas y vestida con chándal y zapatillas de estar por casa. La recordaba con una imagen lamentable, de hecho. Casi ni rastro de la tía guapa a la que quería parecerme cuando sacó ...Baby one more time y yo tenía sólo 7 años y ninguna idea sobre la hipersexualización de las niñas. Y de haberlo sabido, probablemente me habría dado igual: sólo quería llevar un vestido sexy y bailar bien. Ahora el mensaje de la taza blanca ya no me hace tanta gracia y me da asco que un presentador de 70 años quisiera ser pretendiente suyo cuando ella solo tenía 11.
No hacen falta demasiadas presentaciones sobre Britney Spears, todo el mundo ha bailado Toxic y Oops!... I did it again en discotecas, bodas o verbenas. Y todo el mundo se ha reído de ella, también, porque callarlo. Cuando alguien decidió que era un buen producto, sus temas bajaron a segunda y pasó a ser el hazmerreír de todo el mundo, un personaje patético, una adicta, una mala madre, una loca. Una porquería del sistema que el sistema alimentaba. ¿Sabíais que los medios compraban una foto suya por un millón de dólares? Poco se habla que por culpa de esta mierda de periodismo, la sucesora pop de Madonna lleva 13 años sin capacidad legal para decidir sobre sí misma. El 23 de junio declara ante el juez después de dos años.
Sólo tenía 17 años
Ahora se hace mucha apología sobre salud mental pero en los años 90 y 2000 la empatía no era tan generosa. El acoso de fotógrafos y paparazzis superó lo que puede soportar cualquier persona, menos todavía una adolescente menor de edad que se ha hecho famosa de golpe: Britney tenía sólo 17 años cuando salió vestida de colegiala en el videoclip de su primer single y vendió más de 11 millones de copias. El interés por su figura se disparó de manera exagerada, más en un momento en el que triunfaban boy bands de malotes como los Back Street Boys, Westlife o N'Sync. Se convirtió en la muñeca que todos amaban y que todos querían destrozar, porque con su sufrimiento se podía conseguir mucho, muchísimo dinero.
Al principio todo parecía fácil. Sonreía cuando veía cámaras, incluso hacía bromas, estaba receptiva a entrevistas y, de alguna manera, sabía domar la manada salvaje que había a su alrededor. Al fin y al cabo, llevaba comiendo machismo y misoginia desde siempre y una acaba haciéndose inmune al desprecio por pura supervivencia. Pero la presión se volvió insoportable: no podía hacer nada sin que la espiaran, la televisión enseñaba cada paso de su vida íntima y la prensa amarilla, literalmente, se atrincheraba tras puertas y ventanas de edificios cuando ella estaba dentro – lo representó en el videoclip de la balada Everytime (2002), pero la realidad era mucho peor. No olvidamos que era principios de los 2000, no había Instagram y los tabloides no tenían competencia.
Cuando empezó a salir con Justin Timberlake, los niveles de amarillismo subieron. Y cuando lo dejaron tres años después, tocaron techo – después el techo se iría haciendo todavía más alto. El discurso público dio por hecho que había sido culpa de ella y nadie se escondía: en entrevistas televisadas le preguntaban abiertamente qué le había hecho al pobre chaval y la dejaban a la altura del betún. Y él se aprovechó, como buen hijo del patriarcado. Si le preguntaban si había tenido sexo con ella antes de dejarlo, decía que sí y todos los orangutanes reían (y orangutanas, también) y escribió un hit para dejarla como la marrana de la película. ¿Sabéis Cry me a river? Pues Justin confesó que sí, que iba por ella. Hace sólo un par de meses le pidió perdón a través de las redes sociales (y también a Janet Jackson, por la agresión del pezón en la Super Bowl de 2004) porque "sus acciones contribuyeron a un sistema que aprobaba el racismo y la misoginia". A buenas horas, mangas verdes.
"La mujer del gobernador de Maryland dijo públicamente que ojalá pudiera disparar a Britney Spears"
Y eso multiplicado por mil, millones de insultos y de humillaciones. Las madres de América la odiaban y los hombres la pisaban. Incluso la mujer del gobernador de Maryland dijo que ojalá tuviera la oportunidad de dispararla. A Britney le pusieron las declaraciones durante una entrevista. Bajó la mirada mientras decía que era "muy triste que hubiera dicho esto". La entrevistadora siguió preguntando, diciéndole que había sido un año duro y difícil de gestionar para ella. Y la estrella se rompe, no aguanta más y se echa a llorar mientras se esconde la cara tras las manos y suplica que paren la grabación.
Pues sí, Britney sobrevivió al 2007
Después empezó a salir con Kevin Federline, tuvieron un par de hijos, se divorciaron y empezó la batalla legal por las custodias, y a los paparazzis se les caía la baba. Y allí el icono pop ya no podía más, ahora ya sí que no. Se le tiraban literalmente encima cuando salía con el bebé en brazos y todo lo que hacía se podía cuestionar. No tenía las riendas de nada. El colmo fue cuando la fotografiaron conduciendo con el bebé delante y todo el mundo la tildó de ser un peligro. En una entrevista ella explicó esto: "Fui a Starbucks y veo a un montón de fotógrafos, y tengo miedo, y quiero salir de la situación y mi bebé está llorando. Vienen por los dos lados del coche, que es una situación aterradora para mí, y están golpeando las ventanas y no quiero que mi bebé vea eso, en así que lo saco del coche y voy hacia casa". En esta entrevista también se echó a llorar cuando le preguntaron cómo creía que se podía conseguir que los paparazzis la dejaran en paz. I don't know. I don't know... ¿De verdad hacen falta más argumentaciones?
Estaba sentenciada: fue una Lolita, ahora era una madre desequilibrada y, más tarde, sería una yonqui. La princesa del pop había muerto pero sus cenizas iban muy cotizadas y el sensacionalismo iba fuerte, se ve que la prensa todavía podía ser más rastrera. Y sólo tenía 25 años. Raparse fue su particular manera de revelarse contra todo, de decir a los buitres que la habían destrozado y desmenuzado que aquella niña joven, dulce y bonita ya no existía. Y aquí las fotos que dieron (todavía más) la vuelta al mundo, cuando atacó con un paraguas al paparazzi Daniel Ramos mientras la perseguía en una visita a casa de su ex, en plena batalla por la custodia de sus hijos. Por favor, se debe cambiar el relato que tenemos sobre ella y sobre esta foto porque Britney Spears no está loca. Nunca lo ha estado. ¿Qué haríais vosotros si la prensa mundial os hubiera asediado cada día durante años y hubiera prostituido todo lo que sois?
Una máquina de ganar dinero para un padre explotador
El año 2008 le dieron a Jamie Spears la tutela de su hija, supuestamente para cuidar de ella. Controlaba quién la visitaba y quién no, le ponía guardias de seguridad las 24 horas del día y tenía el poder de acceder a informes médicos, gestionar su casa y cancelar sus tarjetas de crédito, así como de hacer contratos de grabación y televisión por ella. Todavía lo tiene porque la tutela sigue vigente 13 años después, aunque a lo largo de la década Britney Spears ha hecho mil cosas: ha ganado premios, interpretado anuncios de publicidad, participado en programas de tele y actuado en Las Vegas. Sólo en el 2009 se estima que ganó unos 58 millones de dólares de los que no ha podido decidir libremente en qué gastarse. Está atada. En la práctica, no puede hacer nada por sí misma.
El amarillismo perdió el control del artista con la llegada de Instagram: ahora era ella quien enseñaba lo que quería. El podcast Britney's gram, creado por dos fans, analizaba las redes de la cantante por si detectaba señales de auxilio. En 2018 Britney estuvo digitalmente desaparecida durante casi 2 meses, hasta que se supo que había ingresado de forma voluntaria en un centro de salud mental. Muchos fans incrédulos se reunieron reivindicando su libertad y el movimiento #FreeBritney nació para pedir que, de una vez por todas, la estrella del pop pueda hacer lo que quiera con su vida. Personalidades como Rose McGowan, Paris Hilton, Kate Perry o Miley Cirus también le han dado apoyo. Lo necesita.
La princesa del pop hablará el 23 de junio
El pasado 10 de noviembre una vista judicial aprobó que una entidad financiera fuera co-tutora junto con Jamie Spears. Allí, el abogado de la cantante dijo por primera vez que Britney tiene miedo de su padre y que se niega a trabajar hasta que él deje de tener el control de su carrera. De hecho, lleva desde 2019 sin actuar.
El 23 de junio Britney Spears declarará ante el juez sobre su tutela; no lo hace desde hace un par de años y nunca ha hablado públicamente, aunque agradecer el apoyo del #FreeBritney es mucho más que una pista. Aquel mismo día, Movistar estrena el documental La batalla miedo Britney, donde indaga en todo el entramado de esta custodia – igual que hizo Framing Britney Spears, un filme de New York Times que también puede verse en Movistar y que se tiene que ver, se tiene que ver de verdad.
Creo que Britney Spears era una persona amorosa, divertida, dulce y muy humana. No había maldad en su mirada y su sonrisa era pura, sincera, ostras, es que era una niña. La hicieron añicos. La avaricia de los paparazzis la hizo añicos. Los medios la hicimos añicos, nos la cargamos, y nadie se ha responsabilizado por ello. Para este oficio ha sido más fácil pensar que era una colgada y una histérica y recordarla como tal que no mirarnos el ombligo y decidir cuál es la voz que queremos tener, ya sea Britney, Rocío Carrasco o el drama de las niñas de Tenerife. Revisémonos. Free Britney, y hagámoslo mejor.