Madrid, 11 de febrero de 1873. Hace 150 años. El rey Amadeo I, elegido por las Cortes, a propuesta del general Prim —presidente del gobierno—, para proyectar España hacia la modernidad; abandonaba el trono y el país para no volver nunca más. Pocas horas después los diputados republicanos y progresistas de las Corts votaban la moción del diputado catalán Estanislau Figueras, del Partido Republicano Federal, que instaba la proclamación de la República. De esta forma culminaba un proceso político iniciado cinco años antes (con la Revolución Gloriosa de 1868); pero con un final totalmente inesperado. En el camino y en la culminación de aquel proceso, incluso en el anticipado final, los catalanes tuvieron un papel fundamental. El general Prim, Valentí Almirall, Josep Anselm Clavé, Estanislau Figueras, Francesc Pi i Margall o Baldomer Lostau son elementos clave de aquel proceso histórico.

Prim, Figueras, primer presidente de la República y Pi i Margall, segundo presidente de la República. Fuente Museo Balaguer, Enciclopèdia y Ateneo Madrid

El general Prim

Para entender cómo se inicia este camino es indispensable conocer el proyecto y la obra política de Joan Prim i Prats, el general Prim (Reus, 1814 – Madrid, 1870) que cuando fue asesinado era el militar más prestigioso de España, el presidente del Partido Progresista y el presidente del Gobierno. El general Prim es uno de los líderes de la Revolución Gloriosa (1868); un pronunciamiento (la España del XIX era la campeona mundial de golpes de estado) que pretendía enviar a los Borbones a la papelera de la historia. Prim, que ni era republicano ni era federalista; abrió la "caja de los truenos" al derrocar y desterrar a Isabel II y su entorno (la "camarilla del bolsillo secreto"). Prim, proclamó que "los Borbones eran el impedimento mayor para la democratización y la modernización de España". Y trajo a un Saboya (Amadeo I) para sentarlo en el trono que, hasta entonces, había calentado la desprestigiada Isabel II.

 
Caricatura. Prim, Serrano y Topete subastan la corona española después de la Revolución Gloriosa. Fuente Revista La Flaca (1869)

¿Por qué Amadeo?

Prim era un monárquico convencido. Cuando urdió y perpetró el golpe de estado llamado eufemísticamente "Revolución Gloriosa", ni la forma republicana ni el modelo federal aparecían en ningún escenario de su plan. Liberal-progresista y antiborbónico, pero convencidamente monárquico. Y, era también, un firme partidario del mapa unitario de España. Suya sería la cita "Catalanes, queréis correr demasiado", que ilustra su disconformidad con las tesis del republicanismo federalista, que tenían especial predicación en Catalunya y en el País Valencià. El general Prim, cuando tuvo vacío el trono de Madrid no imaginó una República; sino que giró la mirada hacia Roma y se fijó en un Saboya, porque aquella dinastía piamontesa que había culminado la unificación de Italia (1870), tenía la fama de ser una familia culta, moderna y democrática. La antítesis de los Borbones.

De Prim a Amadeo, y de Amadeo a la República

Prim murió asesinado (la investigación reciente ya permite decirlo así) el día antes de la llegada del Saboya a Madrid (30 de diciembre de 1870), mientras se recuperaba de las heridas del atentado que había sufrido el 27 anterior. La policía y una parte de la prensa señalaron al diputado republicano José Paul Angulo. Y otra parte de la prensa señaló a Montpensier, cuñado de Isabel II. Pero nadie señaló a quien lo había asfixiado con la almohada, porque se corrió a declarar oficialmente que Prim había muerto de septicemia (infección de las heridas causadas en el atentado). Antes de que Amadeo pusiera los pies en la corte y las nalgas en el trono, su reinado se convirtió en un campo de batalla. Los republicanos —que veían que con la "Gloriosa" se había perdido una ocasión inmejorable— y los monárquicos, que se afanaban por restaurar a los Borbones en el trono español.

Mapa político de España (1850). Fuente Biblioteca Nacional de España

El Pacto de Tortosa

Mientras Prim buscaba, encontraba y convencía a Amadeo, los republicanos catalanes y valencianos desafiaron al Gobierno. El 18 de mayo de 1869 (siete meses antes del asesinato de Prim y de la coronación de Amadeo), los principales dirigentes catalanes, valencianos, aragoneses y mallorquines del Partido Republicano Federal se reunían en Tortosa, y firmaban un acuerdo: el Pacto de Tortosa, que dibujaba el mapa político de la futura República Federal española. En aquella reunión tuvieron un papel protagonista Valentí Almirall y Josep Anselm Clavé (hablaremos de los dos más adelante). Los federalistas catalanes propusieron e impusieron una moción que contemplaba la recuperación del estado medieval catalano-aragonés (formado por Catalunya, País Valencià, Aragón y las Mallorcas), como uno de los estados integrantes de la República Federal española.

Alegoria en la República. La Niña Bonita. Fuente Revista La Flaca (1873)

El Partido Republicano Federal

El proyecto federalista catalán en ningún caso contemplaba la independencia de la antigua Corona catalano-aragonesa. Ni tampoco la de Catalunya. Ni siquiera a largo plazo, Lo que se pretendía era restaurar el mapa de la monarquía compuesta de la época Habsburgo, adaptada a la modernidad y con una forma de gobierno republicana. En el caso concreto de la antigua Corona catalano-aragonesa, la arquitectura política se articularía como una especie de katiuska: los diferentes estados integrantes (Catalunya, País Valencià, Aragón y Mallorcas) se federarían en una estructura superior (los límites de la antigua Corona) y esta se federaría al conjunto de estructuras superiores españolas (Castilla, Navarra, Granada). Este proyecto entusiasmaba a los republicanos federales; pero, en cambio, causaba verdadero rechazo entre los republicanos unitarios, que tenían mucha predicación en Madrid y a los extremos norte y sur de la península.

Los republicanos catalanes y los republicanos españoles

El profesor Jordi Cassassas Ymbert, el gran especialista de este periodo histórico, revela que "En Catalunya el republicanismo era muy importante; y la instauración de un régimen republicano era un objetivo que tenía mucho consenso. En cambio en España había muy pocos republicanos. Y eso se explica por la ausencia de vida urbana y de una clase media de ideología democrática, y por el papel destacado que, en la vida política y social española, jugaba una clase militar claramente involucionista, que venía de ejercer una durísima represión contra los primeros movimientos independentistas en Cuba y en Puerto Rico". Republicanos catalanes y republicanos españoles, o si se quiere federalistas y unitaristas sometieron aquella Primera y efímera República a unas tensiones insoportables que provocarían su caída. Pero eso lo veremos en la próxima entrega de esta serie.

Caricatura de las tensiones territoriales entre republicanos. Fuente Revista La Flaca (1873)