Barcelona, 6 de diciembre de 1932. Palau del Parlament. Se constituía la primera cámara legislativa moderna de la historia de Catalunya. La nueva cámara catalana se inspiraba, claramente, en la Junta de Brazos; el organismo de representación política de la sociedad catalana en la época foral (anterior a 1714 y provista por el sistema de insaculación). En cambio, la composición de aquella nueva cámara era el resultado de las primeras elecciones en el Parlamento de nuestra historia (noviembre, 1932). En este reportaje dibujamos la correlación de fuerzas de aquella primera cámara legislativa: y presentamos las personalidades más destacadas de aquel primer Parlamento. Quién era quién; con sus luces y sus sombras. Figuras políticas de una talla extraordinaria o de una mediocridad espeluznante, que forjó el recorrido de la política catalana durante los siglos XX y XXI.
El triunfo de ERC
El dato más destacable de aquel primer Parlamento sería la mayoría absoluta que obtuvo la plataforma Esquerra Republicana de Catalunya, en las elecciones del 20 de noviembre anterior. ERC totalizó el 52,6% de los votos, que se tradujeron en 56 de los 85 diputados de la cámara. Pero ERC no era exactamente una formación política compacta y homogénea; sino que era una plataforma que, con el denominador común del republicanismo, agrupaba a los independentistas de Estat Català y del Grup d'Opinió de Barcelona; y los federalistas del Partido Republicano Catalán y de la Juventud Republicana de Lleida. ERC, desde el inicio de su historia (Santos, 19 de marzo de 1931) sería una formación bicéfala, creada para desplazar la Liga Regionalista de su condición de partido hegemónico que ostentaba desde las elecciones generales de 1907.
La difícil convivencia en ERC
Esta bicefalia, o estas dos almas, generaron muchos conflictos en el interior de la plataforma, que se tradujeron en enfrentamientos y purgas en función de qué "familia política" tenía, en cada momento, la fuerza para inclinar la balanza a su favor. Después de la inesperada muerte de Francesc Macià —presidente de la Generalitat y líder de la formación independentista socialdemócrata Estat Català— (Barcelona, 25 de diciembre de 1933), y de acuerdo con el reglamento del Estatuto, Lluís Companys —presidente del Parlamento y líder del partido federalista y de izquierdas Partit Republicà Català— lo relevó con el objetivo de conducir el gobierno hasta el final de la legislatura. Con este hecho se produjo un corrimiento de fuerzas en el gobierno que explica la purga de Companys y sus colaboradores contra los dirigentes de Estat Català (1933-1934 y 1936-1937).
La sangrante derrota de la Lliga
La monárquica y conservadora Lliga Regionalista había sido el partido que había impulsado la creación de la Mancomunitat (1914), el umbral de la restauración del autogobierno perdido en 1714. Creada en 1901, como respuesta al cuarto de vuelta extractivo de la hacienda española a la economía catalana (Crisis del Cierre de Cajas, 1899) había rentabilizado su prestigio ganando todos los comicios desde 1907 hasta el golpe de estado del general Primo de Rivera (1923) que pondría fin a medio siglo de régimen constitucional. En 1932, los "elefantes" que habían escrito la historia del partido ya no estaban: el doctor Robert i Prat de la Riba habían muerto; y Puig i Cadafalch y Cambó estaban alejados de la política activa. Joan Ventosa i Calvell, el líder de la Lliga después del paréntesis dictatorial (1923-1931) no conseguiría recuperar la confianza del electorado catalán.
El desprestigio de la Lliga
El fin de la Lliga, cuando menos como partido hegemónico de la política catalana, se había empezado a escribir en septiembre de 1923. El golpe de estado militar de Primo de Rivera —con el apoyo entusiástico del rey Alfonso XIII—; tenía el pretendido objetivo de acabar con el pistolerismo sindical; y, inicialmente, contó con el apoyo de muchos dirigentes de la Lliga. Pasados unos meses (diciembre, 1923); Puig i Cadafalch —presidente de la Mancomunitat— y sus colaboradores constataron el verdadero motivo de aquel golpe: acabar con el catalanismo que amenazaba "la sagrada unidad de la patria". Puig i Cadafalch vivió la intervención y el desguace de la Mancomunitat (1924-1925) y se proclamó un ingenuo. La sociedad catalana no se lo perdonaría y en 1932 la Lliga se quedaría con el 27% del voto (la mitad que ERC) y 16 diputados (un 1/3 de ERC).
La derrota del PSOE
Tanto en el año 31 como en el 32, el PSOE se presentó con el Partido Republicano Radical, del furibundo anticatalanista Alejandro Lerroux. Esta maniobra se explicaba por la necesidad de pasar página por la mugrienta colaboración del partido con el régimen dictatorial. Es muy importante destacar que el PSOE sería el único partido de tradición democrática que colocaría a sus dirigentes en varias mesas de ministros del Directorio Militar. Indalecio Prieto, un personaje sin ninguna formación académica pero ministro de Hacienda y con poderosos padrinos entre la burguesía vasca, redimiría el partido con su electorado español provocando la quiebra del Banc de Reus (7 de julio de 1931), destinado a ser el banco de la Generalitat, y que en el Madrid mediático y político fue celebrada como la victoria de San Quintín.
Los partidos de obediencia española
Antes de proseguir, es muy importante destacar que, en aquellas elecciones (1932), los partidos de obediencia española no obtuvieron ninguna representatividad en el Parlamento (ni el PSOE, ni el PRR, ni la Comunión Tradicionalista carlista, ni los monárquicos de Alfonso XIII —los restos de la Unión Patrótica Española que había sido el partido único del régimen dictatorial—). La excepción sería la Unión Socialista de Catalunya (USC), liderada por Rafel Campalans y por Joan Comorera; que se fundó poco antes del golpe de estado de Primo de Rivera (1923) a partir de una escisión de la Federación Catalana del PSOE. La USC, que procedía de un partido de obediencia española, se convertiría en una formación estrictamente catalana, que —sin el lastre vergonzante de Largo Caballero, de Besteiro y de Prieto— conseguiría cinco diputados.
La Unió Democràtica de Catalunya
Otro partido que, también, procedía de una escisión era la Unió Democràtica de Catalunya, fundada a finales de 1931 con elementos procedentes de las conservadoras y monárquicas Comunió Tradicionalista y Lliga Regionalista. La UDC estaba dirigida por gente que consideraba que sus partidos de origen eran unas reliquias que no tenían ningún futuro más que la estantería de un museo antropológico. La figura más destacada sería Manuel Carrasco i Formiguera, aunque no está en el núcleo fundacional, pero sí que tendría una participación destacada en aquellas primeras elecciones en el Parlamento. Obtuvo un sola acta, que recaería en Pau Romeva Herrero; pero, progresivamente, se perfilaría como un partido extremadamente activo e innovador, que sería pionero en la articulación, por primera vez en la historia, del eje catalanismo-vasquismo-galleguismo.
El Parlamento de 1932
Aquel Parlamento tuvo una vida política muy agitada. A menudo fue escenario de encendidos debates entre las diversas "familias políticas" de ERC (independentistas y federalistas), movidos por dos figuras primordiales y de trayectoria dispar: Macià, el "político" por excelencia del siglo XX catalán —que, desgraciadamente, desaparece de forma prematura; y Companys, el hombre de grandes luces y de largas sombras.. Aquel primer Parlament fue intervenido y cerrado por el gobierno de la República después de los Hechos del Seis de Octubre de 1934. Aquel Gobierno era una coalición de derechas involucionistas y, en parte, antirrepublicanas; que había fabricado un gran conflicto contra Catalunya. Fue reabierto en marzo de 1936, después de la victoria electoral de Companys desde la prisión; y, cerrado, definitivamente el 26 de enero de 1939, día de la ocupación franquista de Barcelona.