La serie de la BBC The Split dio muchas alegrías a lo largo de tres temporadas. Primero, porque apelaba al estilo clásico de la cadena a la hora de explicar la historia de un bufete de abogados especializado en divorcios, un tema que exprimía con gracia y rigor. Después, porque conseguía hacer convivir los códigos de las series judiciales con las tramas más sentimentales, que incluían dificultades familiares, enredos amorosos y deslealtades profesionales. Funcionaba por su realismo, por su ingenio y también por su reparto, encabezado por esta maravillosa actriz que es Nicola Walker.

Más allá de la tradicional fiscalización emocional de cualquier producción internacional rodada en Catalunya, la verdad es que este epílogo de la serie es la aportación más floja que se ha hecho a todo su arco narrativo
Para resumirlo, es de aquellas series que se acaban volviendo como de la familia, porque participas en sus debates, te enamoras de sus personajes y empatizas con sus contradicciones. Por eso, cuando se supo que la BBC estrenaría dos episodios especiales, los fans de la cosa estábamos eufóricos. Y más todavía cuando el título, The Split Barcelona (ya disponible en Filmin), apuntaba que nos la traían a casa. Ahora bien, más allá de la tradicional fiscalización emocional de cualquier producción internacional rodada en Catalunya, la verdad es que este epílogo de la serie es la aportación más floja que se ha hecho a todo su arco narrativo.
Rodar en Catalunya por puro exotismo
Los dos episodios tienen una clara diferenciación formal. La trama gira en torno a la boda de la hija de Hannah en tierras catalanas y el primer capítulo es, en esencia, una comedia de enredos tirando a clásica que sorprende por su cambio de tono con respecto a las tres primeras temporadas. Funciona razonablemente bien y queda justificado porque, al fin y al cabo, saca a los personajes de su zona de confort. La segunda entrega, en cambio, entra en terrenos más dramáticos y expone un conflicto legal más propio de las tramas habituales de la serie. El segundo episodio es sensiblemente mejor que el primero, pero peca del mismo problema: no aporta nada.
Teniendo en cuenta que vemos británicos hablando de patatas bravas, escuchamos guitarras flamencas en las escenas de transición y nos encontramos con muy pocas frases en catalán, queda claro que sus responsables han puesto Barcelona en el título por puro exotismo
Esta continuación podría no existir y The Split sería la misma serie, aunque se agradece que aproveche para profundizar en la compleja personalidad de Hannah (el trabajo de Walker, de nuevo, es espléndido). Con respecto a la ambientación en Catalunya, se podría decir que si la serie madre no nos gustara tanto, seguramente no seríamos tan permisivos con algunos detalles. Se rodó en Sitges, Sant Pere de Ribes, Sant Pere Molanta, Torredembarra y Tossa de Mar, y los espacios lucen en pantalla porque ayudan a envolver la narración. Pero teniendo en cuenta que vemos británicos hablando de patatas bravas, escuchamos guitarras flamencas en las escenas de transición y nos encontramos con muy pocas frases en catalán, queda claro que sus responsables han puesto Barcelona en el título por puro exotismo.