El músico Pau Casals y Delfilló (1876-1973) es un símbolo de Catalunya, un icono del pacifismo y la lucha por la libertad y contra los régimen dictatoriales, humanista, director de orquesta, violoncelista e innovador musical. Pero, además de todo eso, Casals fue una de las principales estrellas globales que dio Catalunya en el siglo XX. Una estrella internacional, sin embargo, que después de largas giras de conciertos, volvía siempre, hasta que el exilio se lo impidió, en la playa de Sant Salvador.
Una casa llena de música
De hecho, Casals ya era un músico famoso que había actuado en Londres, París y Washington y ante personalidades como la reina Victoria o el presidente norteamericano Theodor Roosevelt, cuando el año 1908 comprar un terreno en el barrio marítimo de Sant Salvador, a su villa nativa del Vendrell. El arquitecto Francesc Solà y el constructor Josep Carreras serían el responsable de alzar la llamada Villa Casals, levantada bajo la supervisión de Pilar Delfilló, la madre del artista, donde a partir de entonces veranearía con su familia.
En Villa Casales, el músico y su compañera sentimental, la violoncelista Guilhermina Suggia, recibieron el año 1912 amigos como el músico Enric Granados y su esposa, Amparo Gal, el pianista escocés Donald F. Tovey y su colega polaco Mieczyslaw Horzowski. De hecho, aquel verano la relación entre Casals y Suggia, profesional y artística, se rompió.
Mucho más que una casa de veraneo
Pero es en los años 30, cuando la casa de dos plantas y un soportal con vistas en el mar se amplía y toma el carácter noucentista que tendría definitivamente, obra del arquitecto Antoni Puig y Gairalt. A los años veinte, en la finca, que disponía de pista de tenis, jardín y huerto, se habían añadido casas para invitados.
A pesar de la intensidad de su vida artística, con giras, conciertos y grabaciones de discos, Pau Casals fundó la Orquesta Pau Casals el año 1920 y seis años después, la Asociación Obrera de Conciertos, con la cual quiso acercar la música clásica a todo el mundo, especialmente a los trabajadores, los campesinos y los estudiantes. De hecho, con la II República el compromiso público y la presencia de Casals en Catalunya es hizo más evidente.
Eso también tuvo su repercusión en la casa de Sant Salvador, donde el músico proyectó una Sala de Conciertos, una sala donde exponer su colección de arte, la Sala del Vigatà, donde se instalaron las pinturas del siglo XVIII de Francesc Pla i Duran, conocido como El Vigatà, y una galería de esculturas formada por piezas de Josep Clarà, Martí Llauradó y Josep Llimona. Lo mismo Casales asegura que la casa era la expresión y la síntesis de su vida de catalán y de artista.
La añoranza del largo exilio
Casales, que había rechazado tocar a la Rusia soviética y a la Alemania nazi mientras permanecieran regímenes antidemocráticos, se marchó de Catalunya el año 1939, sin poder ver acabadas las obras de su casa del Vendrell. Sólo devolvería una vez en Catalunya, en motivo del entierro de Francesca Vidal, Frasquita, su compañera del largo exilio, hermana de la pintora Lluïsa Vidal.
Pero, a pesar del exilio, Casals no olvidó nunca Sant Salvador. El año 1972, el músico y su esposa Marta Montañez crean la Fundación Pau Casals con el objetivo de preservar la casa y el patrimonio de que había en Villa Casals, custodiada hasta entonces por su hermano Lluís Casals y su familia. El año 74 se abrió el público y dos años después se inauguró como museo, que después de años de reformas volvió a abrir como Villa Casals-Museo Pau Casals, que mantiene vivo el legado y la figura del músico catalán más universal y que actualmente se encuentra en obras de rehabilitación y renovación museográfica. De todos modos, se puede visitar la exposición "100 años de la Orquesta Pau Casals. Excelencia musical y compromiso social".