No era la primera vez que el irlandés Paul Lynch recibía un premio. Con su segundo libro, The black snow, los libreros franceses le dieron el de mejor novela extranjera y, con Grace, su obra de 2018, le dieron el Kerry Group que se otorga a la ficción irlandesa. Pero claro, aun siendo premios importantes, la trascendencia del premio Booker es mucho mayor, abarca mucho más. De hecho, según el propio autor, después de un premio de esta índole, se tarda (y hasta se recomienda) unos tres años en volver a escribir una novela.

En cambio, él no se imagina estar tanto tiempo sin ponerse a escribir en la tranquilidad de su casa. “El día después de ganar el premio, mi agente me dijo que habían salido una tres mil piezas publicadas hablando sobre esto y con mi nombre. Y claro, eso es maravilloso, ya que había noticias y artículos en diferentes idiomas, era como subir al Olimpo. Es muy bonito, porque al final esto no trata sobre mí y sobre los medios, esto pasa a ser de los lectores. Y eso es lo más importante, que querían hablar conmigo sobre el libro. Porque sin lectores no hay nada. Este premio me ha hecho salir de casa”, dice. Y al  hilo de esto, prosigue con una anécdota real e inesperada. “Una semana después fui a buscar a uno de mis hijos que salía de una actividad escolar. Hacía uno de esos días grises y plomizos tan típicos en Dublín. Así que, al llegar ahí, un niño me reconoció y empezó a cantarme una canción que se canta cuando juega la selección de rugby. A continuación vinieron más, eran unos diez, fue una secuencia del tipo de las de El club de los poetas muertos”, afirma Lynch.

Foto: Carlos Baglietto

El cantar del profeta (Alfaguara) es ficción, pero capta a la perfección la realidad de un hoy con muchas sombras e incertidumbres. En el seno de una familia que vive tranquila y sin trabas, hay un terremoto desde el momento en que detienen al padre. Es a raíz de una huelga del sindicato de docentes, que propicia que se deroguen ciertas libertades, arrestando a muchos sin motivo aparente. Larry Sack, profesor y líder sindical, lo padece en sus carnes. De un día para otro todo cambia, y las decisiones están en mano de Eilish, su esposa. Queda proteger a sus hijos y tomar un nuevo rumbo, doloroso y lleno de espinas. “Cuando empecé no sabía qué iba a hacer. Había estado escribiendo el libro equivocado durante seis meses. Al lunes siguiente, escribí de nuevo la primera página y allí estaba ella, como en un bloque de piedra, solo había que cortarla para que apareciera Eilish”, argumenta.

En esa creación está el pensamiento femenino, a Lynch le tocaba escarbar más allá de los tintes políticos. “Hay que prestar atención a esa complejidad, que es lo que somos todos, las capas que hay. Eilish tiene tres hijos, un marido arrestado, un padre con demencia, y ella que es científica, su propio oficio. Y en un momento dado, todo se desmorona a su alrededor, tiene que tomar decisiones rápidas. Yo cuando pienso en su figura, pienso en la complejidad de la vida moderna. De esa mujer que puede con todo, una especie de heroína griega que no entiende esa escala y magnitud. Busca una luz sin saber qué va a pasar, y que le deparará el destino, aunque yo no crea tanto en eso”, comenta el autor.

El trabajo del escritor es confiscar la realidad

El estilo de Paul Lynch es poético y denso a la vez. Fluye con naturalidad y para describir cada situación utiliza frases largas. “Todo proceso de escritura es ir reescribiendo, rehacer los párrafos, el estilo, frases cortas y largas. Uno de mis propósitos es que el lector se sienta igual de atrapado que yo. Una realidad que es compleja, adivinando la textura de la misma. El trabajo del escritor es confiscar la realidad. Esas frases largas te ponen justo allí, por eso utilizo también el presente”, dice. Indudablemente, aunque esto que relata Paul Lynch sea ficción, hay visos de realidad. Es imposible escapar a lo que sucede, a las noticias que vemos en la televisión. Todo eso nos abruma y, todo sea dicho, nos asusta. “Cuando empecé a escribir este libro había la sensación que en el mundo todo cambiaba, nada se daba por estable. Había pasado el Brexit, el poder de Trump, la extrema derecha llegaba a Europa. Todo se desborda. Son los círculos del infierno, esto es el fin del mundo. Esto te está llamando a la puerta, y luego formará parte de los libros de historia”, admite Lynch.

Foto: Carlos Baglietto

Una de las virtudes de este libro es la reflexión posterior a su lectura. Si en algún momento nos planteamos qué haríamos si nos pasara a nosotros. “En este libro formulo muchas preguntas, las propias de un documental de historia o las del Holocausto. Y en ese sentido piensas que quizá tú lo hubieses hecho de otra manera. Por ejemplo, Eilish niega constantemente, cree que ese horror pasará, pero no. No es difícil verlo como objetos, y sí como humanos. Entonces, ¿cómo te vas a subir a esa barca? Es la empatía acerca del otro”, concluye el autor.