Es uno de los estrenos más esperados de la temporada. El próximo 25 de noviembre y durante tres días consecutivos, Disney + emitirá los tres capítulos que conforman The Beatles: Get Back, la serie documental que Peter Jackson, el cineasta neozelandés autor de la saga del Señor de los Anillos, ha rodado sobre Let It Be, el último, y para muchos el mejor, álbum de estudio de la legendaria banda de Liverpool.
Antes, y para ir saciando las expectativas, la misma plataforma ha estrenado McCartney 3, 2, 1, una pequeña pero gigantesca golosina en la que el bajista de la banda de pop más importante de todos los tiempos nos descubre su vida a través de sus canciones conversando con el productor Rick Rubin.
Dos hombres mayores, dos grandes hombres
La cosa puede parecer tan aburrida como eso: dos tipos de no menos de 60 años hablando de canciones escritas hace no menos de 50 años.
Tan aburrido pero al mismo tiempo tan genial, porque, aunque, ciertamente, el material es de primera categoría y los protagonistas: McCartney y Rubin, dos de las estrellas más rutilantes de la historia de la cultura pop contemporánea, esta es la grandeza de McCartney 3, 2, 1; hacer de una cosa aparentemente tan normal y anodina, un producto tan exquisito.
A no ser que hayáis pasado el último siglo cerrados en un bunker nuclear esperando que pase el apocalipsis nuclear, es imposible que no sepáis quién es Paul McCartney: bajista de los Beatles, la banda de pop mas grande e influyente de todos los tiempos y, de 'Yesterday' a 'Hey Jude', autor de algunas de las canciones más sublimes de la historia de la música contemporánea.
A Rick Rubin quizás pensáis que no lo conocéis, pero seguro que ha ayudado a modelar la banda sonora de vuestra vida. Miembro del top 5 de los productores musicales más relevantes del siglo XX, la hoja de servicios de Rubin incluye actos como haber ayudado a modelar el sonido de bandas como RUN D.M.C. (él fue el ideólogo de su colaboración con Aerosmith en 'Walk this Way', de la cual surgió el nacimiento del rap metal), Beastie Boys, Red Hot Chili Peppers, Slayer o The Cult.
Emotividad y sinceridad
Más allá de la realización, un elegante blanco y negro que acaba resultando todo un regalo para los sentidos, nada es extraordinariamente especial en McCartney 3, 2, 1, pero todo es extraordinario.
Es extraordinario el entusiasmo con el que McCartney, que, aunque siempre con los pies en el suelo, lo ha visto y lo ha vivido todo, vive sus canciones y las deconstruye para explicar cómo las compuso.
Y es extraordinario como con ellas revive algunos de los capítulos más importantes de su vida: el día que escribió su primera canción, el día que conoció a John Lennon, los días de los Beatles en Hamburgo, los días de los Beatles en la India, los días que pasó en su granja de Escocia superando la separación de los Beatles y cómo allí, cuidando de ovejas y trabajando el campo, dio vida a su primer disco en solitario...
Historias explicadas mil y una veces por mil y un narradores diferentes, incluido el mismo McCartney, pero que toman una nueva dimensión cuando las narra su protagonista con la emotividad, pasión y sinceridad con la que el escarabajo bajista se desnuda a lo largo de los seis capítulos que conforman esta producción.
Es extraordinario también como Rick Rubin, un tipo que ha trabajado con los más grandes de los mas grandes, se lo escucha, mira y admira con la ilusión del niño que se puede hacer una fotografía con su héroe.