Hace poco más de 10 días que se estrenó, pero ya es un visionado obligado de la plataforma 3Cat. Al estilo de los patriarcas de la BBC, en Guimerà, el Nobel sense premi, docuserie de tres capítulos (o actos) producida por la misma 3Cat con la colaboración de Frame CreativeMedia y PuntTV; Àngels Gonyalons se pasea por medio mundo intentando revelar el misterio sobre el Premio Nobel que, presuntamente, le habría sido robado al más célebre de nuestros dramaturgos. La respuesta, que llega bastante pronto, acaba siendo una excusa para crear un documental redondo donde, además del alcance que tuvo la obra de Guimerà por toda Europa, se exploran cuestiones como su papel en la forja del independentismo moderno o su relación con Tenerife, la isla que lo vio nacer. Entrevistamos a Pep Antoni Roig, junto con Jordi Escofet, uno de los directores del proyecto.
¿Está muy bien el documental, pero como es que no hablas de la adaptación cinematográfica de Terra Baixa que hizo la directora preferida de Hitler?
Falta de presupuesto, así de fácil. Las imágenes de Tiefland, de Leni Riefenstahl, eran muy caras. Además, para explicar el alcance internacional de Guimerà, ya teníamos otros recursos.
¿Hasta qué punto la señora era consciente de que estaba adaptando a Àngel Guimerà?
No lo sé. Ella partía de una ópera en alemán que se estrenó en Praga en 1903. El caso es que, fuera del estado español y de Sudamérica, la transmisión de la obra de Guimerà funciona un poco como el juego del teléfono. En las diversas versiones que se hacen cambian el escenario, el nombre de los personajes y algunos detalles de la trama. Por ejemplo, la adaptación que llega a los Estados Unidos se llama Marta of the Lowlands y da mucha más importancia a la protagonista femenina de la historia.
Creo que a la versión de Riefenstahl, Manelic se llama Pedro.
Sí. Y la imagen que da del Pirineo catalán tiene mucho más que ver con el folclore español que con el imaginario de Guimerà.
Entiendo que no todas las adaptaciones fueron tan funestas.
En Sudamérica, por ejemplo, le fue bastante bien. José Echegaray empezó a traducir sus obras al castellano a finales del siglo XIX, pero la figura clave fue Maria Guerrero, que, en aquel momento, era la Penélope Cruz del teatro español. Estamos hablando de una mujer importantísima, que tenía una compañía propia y que fue la responsable que Guimerà se estrenara en Argentina.
Guimerà no se traduce a las lenguas que más interesan a la academia sueca. Ninguna de sus obras se representó en Estocolmo
¿Es verdad que lo tradujeron al siciliano?
Lo hace Giovanni Grasso, que estrena una versión de Terra Baixa que lleva por nombre Feudalismo. El problema es que Guimerà no se traduce a las lenguas que más interesan a la Academia Sueca. Ninguna de sus obras se representó en Estocolmo. Tenemos pistas según las cuales una versión de Maria Rosa podría haber sido estrenada en uno algún teatro de provincias, pero vaya. Sabemos que era conocido en Suecia, pero no lo suficiente.
¿En Alemania tenía más fama?
La romanística se la inventan los alemanes. Son ellos los que proponen a Frederic Mistral para el Nobel. Es su manera de rendir un homenaje a la lengua románica que lo inició todo, es decir, al provenzal, la lengua de los trovadores.
La nuestra.
Podríamos estar cuarenta y cinco minutos divagando al respecto, pero el caso es que Mistral, a diferencia de Guimerà, tenía el apoyo de la Academia Francesa.
Entiendo que no les daba miedo.
El Mistral de 1904 ya no representa ninguna amenaza, tampoco el Felibritge (movimiento cultural dedicado a la reivindicación de lengua y la cultura occitanas, vinculado y conectado con los Países Catalanes). Creo que la Academia Francesa sabía que el provenzal era una lengua muerta y quería que el Nobel sirviera de clavo para su ataúd.
Aquel era el año en que, según la leyenda, le tenían que dar el Nobel a Guimerà.
El hecho de que dieran un Nobel conjunto a un autor provenzal y a uno español (José Echegaray), que, además, era el traductor de Guimerà, alimentó de manera bastante lógica la fake news que nos hemos creído todos. Es decir, aquella que dice que, en 1904, a Guimerà le robaron el Nobel.
¿No te parece bastante indicativo que la fake news en cuestión sea menos ambiciosa que la verdad?
Romper con este tipo de discurso catalanet basado en culpar de todo a España, era uno de los propósitos iniciales del documental. Ahora bien, no querría ser malo con Josep Miracle (escritor y lingüista catalán, discípulo de Pompeu Fabra, autor de biografías y ensayos sobre figuras como Jacint Verdaguer, Josep Maria Folch i Torres, Joan Maragall, Víctor Català o, evidentemente, el mismo Àngel Guimerà), que es quien extendió este falso rumor y que acabó retrayéndose años después. Creo que tenía las mejores intenciones y que pocas personas han hecho tanto por la obra de Guimerà como él. Pero, sin embargo, se equivocó.
Y nos lo tuvieron que explicar los suecos.
El catalanófilo Bertil Maler tuvo acceso a los archivos desclasificados del jurado del Nobel en los años setenta y fue el primero a en hacer público que Guimerà había sido un candidato con posibilidades durante diecisiete años consecutivos. Años después, Dan Nosell y Enric Gallén escribieron un libro donde exploraban el tema en profundidad.
No somos conscientes del alcance y de la huella que tiene Guimerà en Europa y en España. Sin Guimerà, Lorca no habría escrito lo que escribió
Tengo que confesar que no me acababa de creer la importancia de Guimerà hasta que vi el documental.
No somos conscientes del alcance y de la huella que tiene Guimerà en Europa y en España. Sin Guimerà, Lorca no habría escrito lo que escribió. No es que yo sea un experto, pero lo dice Enric Majó, que sabe bastante. Si te fijas, obras como Yerma o Bodas de Sangre tienen un trasfondo claramente guimeraniano. Los mundos de Lorca están llenos de triángulos amorosos, de pasión, de crímenes, de ciclos de violencia infinitos, de los mismos elementos que se pueden encontrar en el teatro de Guimerà.
Afirmas que Guimerà era una estrella en Madrid.
Hasta 1920 es uno de los autores más populares en toda España. Sus obras se estrenaban paralelamente en Madrid y en Barcelona y tenían mucho éxito en las dos ciudades. Pero el idilio se acabó cuando Guimerà y Maria Guerrero se distancian.
¿Qué pasó?
El discurso de los Juegos Florales de 1920, que es uno de los primeros de la historia donde se reivindican los Países Catalanes después de la Guerra de Sucesión. Guimerà dice que los pueblos son eternos y habla del Rosellón, de València y de Mallorca como una misma cosa. Eso levantó muchísima polvareda. El discurso acaba con una ruptura de relaciones entre el Ayuntamiento de Barcelona y el gobierno central.
Y entre Guimerà y Guerrero.
Fue un poco como aquel momento del 2017 en que personas que habían sido amigas o que habían tenido una relación profesional estrecha se distanciaron por razones políticas. Entonces, los medios españoles nos quisieron hacer creer que era una cosa nueva, pero ya pasaba hace cien años.
La cultura catalana gusta a todo el mundo hasta que deja de ser folclórica.
Hay un momento en el cual la Academia Sueca empieza a tener miedo de ofender el sentimiento nacional castellano ("siempre tan sensible") en caso de premiar a Guimerà. Como explica Frederic Porta, la tropa de Guimerà, los proto-independentistas de la Jove Catalunya, optan por dejar de actuar como una literatura regional y empiezan a hacerlo como una de carácter nacional.
Entiendo que eso es un problema.
Sobre todo si lo comparamos con la propuesta cultural que hacían los miembros de la anterior generación. Aribau, Balaguer o Milà i Fontanals no ponen en riesgo las estructuras del Estado. La recuperación que hacen del catalán es totalmente folclórica, absolutamente juegofloralista...
Ellos todavía creían que los catalanes podíamos liderar España.
Víctor Balaguer fue ministro de Fomento y de Ultramar... De hecho, para darse cuenta del nivel de diglosia existente solo hay que mirar las actas de la Acadèmia de Bones Lletres. Cuando presentan la primera candidatura de Guimerà al Nobel, en 1906, la escriben en castellano.
En momentos como estos, de desorientación nacional, lo que tenemos que hacer es volver a los orígenes y darnos cuenta de que hubo gente que, en momentos mucho más complicados que los de ahora, salieron adelante. Es el caso de Àngel Guimerà
Otros tiempos...
Totalmente. Pero que en quince años pasaramos de eso a la eclosión de la literatura y el periodismo catalán (con la emergencia de nombres como los de Josep Maria Planas, Josep Maria de Sagarra o Josep Pla) me parece un milagro.
Un milagro en el que Guimerà tuvo alguna cosa que ver.
Sin él no habría sido posible. Después de 1714 el catalán continuaba vivo en la calle, pero había perdido el prestigio, la presencia en el mundo de la cultura, de la administración, de la escuela. Eso es lo que consiguieron los de la tropa de Guimerà, haciendo que nuestra lengua no sufriera el mismo destino que el napolitano, es decir, llevándola a lugares como el Ateneu Barcelonès donde, en 1895, nadie había pronunciado nunca un discurso en catalán.
Ahora parece que pase el contrario.
Más o menos. Yo tengo un amigo que dice que el catalán se está latinizando, es decir, que vive un proceso similar al que vivió el latín en la Europa de los siglos VII y VIII, cuando todavía era la lengua culta, la lengua de la universidad, de la literatura, mientras que, en la calle, la gente ya hablaba cosas diferentes. Hoy en día nos encontramos con que Eva Baltasar es finalista del Premio Booker, pero que en los institutos de Igualada las clases de matemáticas se dan en castellano. No creo que estemos tan mal como dicen algunos, pero en momentos como estos, de desorientación nacional, lo que tenemos que hacer es volver a los orígenes y darnos cuenta de que hubo gente que, en momentos mucho más complicados que el de ahora, salieron adelante. Es el caso de Àngel Guimerà y es el caso, también, de Josep Maria Espinàs.
Acabas de citar a dos de las figuras que más te han obsesionado durante el año que dejamos atrás. ¿Ya tienes prevista cuál será tu manía del 2025?
Me llama mucho la atención la figura de Rusiñol, que es uno de los factótums de nuestra cultura y que no se nos ha acabado de explicar bien.
Creo que es un problema generalizado.
A los catalanes nos folclorizan todos nuestros tótems, es uno de nuestros problemas principales. Hemos tardado cuarenta años a que nos expliquen bien Josep Pla. Con Guimerà nos ha pasado lo mismo. Hay muchos personajes que se tienen que reexplicar o, directamente, descubrir. A mí me gustaría escribir alguna cosa sobre Segarra o sobre Felip Palma (el seudónimo bajo el cual se escondía Palmira Ventós) o sobre el Rector de Vallfogona o sobre Francesc Fontanella o sobre los autores que, en el siglo XIV, dejaron de lado el occitano para empezar a escribir en catalán. En fin, no lo sé, muchas cosas....