Pilar Rahola es filóloga, pero es conocida, sobre todo, por su vinculación en el mundo de los medios de comunicación como comentarista política. En los últimos tiempos, a estas actividades se le ha añadido su dedicación a la literatura. Su novela Mariona (2014) ya le supuso un gran éxito. Ahora, recuperando algunos de los personajes de su obra anterior, saca a la calle Rosa de Ceniza, una novela con la trama situada en la Barcelona de la Semana Trágica que le ha merecido el premio Ramon Llull. El libro sale en venta hoy, en la editorial Columna en catalán (y el 21 de marzo aparecerá, en castellano, en Planeta).

¿Por qué decidió situar la trama de su novela a la Semana Trágica?

No sé por qué, hay momentos de la historia que a uno le impactan. Y a mí la Semana Trágica siempre me había interesado, porque mi abuelo y mi padre a menudo me habían hablado de ella. Cuando empecé a hacer literatura, tenía claro que quería hacer un libro sobre la Semana Trágica, y en realidad lo empecé. Pero al fin preferí escribir mi primera novela sobre el siglo XIX, para explicar los antecedentes de lo que pasará en la Catalunya del siglo XX. Pero cuando pude retomé el texto sobre la Semana Trágica.

¿Hasta qué punto la novela tiene elementos de no ficción? Por ejemplo, cita la ejecución de un deficiente mental por los disturbios de la Semana Trágica. ¿Esta ejecución sucedió?

Hago ficción con mis personajes de ficción, pero soy muy precisa con los personajes que tienen que ver con la realidad. Si en la novela digo que tal día hubo un mitin es porque se celebró, y si digo que habló alguien es porque he encontrado la noticia y sé que aquella persona estuvo allí. Todos los personajes históricos que salen en mi obra están contrastados. He conseguido mucha documentación sobre cómo vivieron, qué hicieron... Entre las muchas barbaridades que se hicieron en aquellas fechas, se ejecutó a un deficiente, Ramon Clemente. Y yo describo el funeral, porque he visto la foto: un mar de paraguas negros...

En la literatura escuchas las razones de los otros. No me interesaba tomar partido: todos son miserables y todos son grandiosos

En Rosa de ceniza aparece un abanico de personajes que representan a ideologías muy diversas. ¿Lo ha hecho expresamente?

Soy una persona que estoy en la trinchera política y aquí tomo partido continuamente, pero en la literatura tengo la posibilidad de tomar distancia de los personajes y limitarme a hacer de observador. Me interesaba explorar las pulsiones emocionales de la gente: quería saber qué impulsó a la gente a tomar opciones diferentes durante la Semana Trágica: los catalanistas, los lerrouxistas, los anarquistas... Más que juzgarlos, me interesaba entenderlos, y por eso quise hacer una novela con un protagonismo coral, que diera cabida a todas las miradas. Porque probablemente en las familias, en aquel tiempo, sucedía lo mismo que sucede hoy, que dentro de una familia hay alguien de la CUP, alguien de Junts pel Sí, un cuñado de Ciudadanos... En esta novela quería reflejar las emociones extremas: el miedo, la valentía, la pasión, la toma de partido... Todos tenían sus razones. Y en la literatura escuchas las razones de los otros. No me interesaba tomar partido: todos son miserables y todos son grandiosos. Si yo viviera en 1909, como columnista de La Veu de Catalunya, probablemente habría criticado a unos y elogiado a los otros. Como escritora, hoy, no quiero tomar partido.

Usted no quiere tomar partido, pero ninguna de las fuerzas políticas queda bien...

Eso no es una toma de posición. La Semana Trágica fue, realmente, el fracaso de todos. Lo dice Pere Coromines, que es un personaje que me ha servido mucho, porque hizo un dietario magnífico de lo que pasó durante la Semana Trágica. Con aquellos hechos no ganó ni el catalanismo, ni el Estado, ni el anarquismo... Fue un desastre. Cuando intentas mirar estos hechos con lupa, acabas viendo las grandezas y las miserias de la época.

Además de referirse a la política, Rosa de ceniza es una reflexión sobre las lealtades contradictorias y, sobre todo, sobre los problemas en el seno de la familia...

A mí me gusta mucho confrontar momentos históricos muy convulsos con contradicciones internas de los personajes: los miedos, las incertidumbres, el aprendizaje, la relación con el padre, las tensiones en la pareja... Toda novela es siempre explicarte a ti mismo y explicar a los otros. Y un momento de grandes tensiones como 1909 es un momento donde las emociones son muy puras, muy épicas... Toda novela local es una novela universal.

A mí me gusta mucho llevar al lector de la mano y conducirlo a hacer un viaje por la historia

¿Esta novela quiere, ser, también un homenaje a los intelectuales de la época? Está lleno de citas de personajes con un compromiso político firme en sentidos muy diferentes, desde Narcís Oller hasta Ferrer i Guardia pasando por Lluïsa Vidal y, sobre todo, Pere Coromines...

Sí, quiero hacer un homenaje a todos estos, y también quería recuperar a Verdaguer, a Puig i Cadafalch, a Gaudí, al doctor Robert (que es un personaje olvidado), pero también al pedagogo Flors i Calcat, a Ferrer i Guàrdia (gran pedagogo, también, pero en un sentido diferente)... A mí me gusta mucho llevar al lector de la mano y conducirlo a hacer un viaje por la historia. Me interesa zambullirme de manera tal que se visualice todo lo que sea relevante de un lugar, de una época. En Rosa de ceniza me fijo en la obra arquitectónica nueva, los diarios, el entierro del Albéniz, la apertura del Palau... Eso ayuda a crear un paisaje simbólico que enriquece la novela. Me encanta cuando un lector me dice: "Es como si hubiera estado".

En Rosa de ceniza hay un homenaje especial para las mujeres, ¿no?

Yo tengo mis filias, y aquí hago un homenaje a Dolors Monserdà de Macià, a Carme Karr, y al incipiente movimiento feminista, porque aquellas mujeres construyeron la mirada femenina que se iría consolidando durante el siglo XX. También intento resarcir de la memoria a las dos mujeres que acompañaron a Ferrer i Guàrdia, a dos mujeres muy adelantadas para la época, que rompieron con todo.

Hay un personaje femenino, la Merceneta, que se convierte en una especie de referente moral de la Semana Trágica. ¿Hasta qué punto eres tú?

No tiene nada que ver conmigo. Como en Mariona hice un personaje femenino muy potente, en esta novela quería hacer personajes potentes masculinos, porque la Semana Trágica es un tema muy masculino: barricadas, combates, incendios, represión... Yo no había previsto un personaje femenino importante, pero este personaje, Merceneta, que inicialmente era colateral, fue creciendo y se hizo importante, porque la mirada femenina que nace entonces irá ganando espacio en el siglo XX. La Merceneta no es partícipe de la Semana Trágica, es observadora. Y permite dar una visión femenina de los hechos.

La novela también incluye a un personaje que es homosexual.

Quería dejar constancia de cómo trataban a los homosexuales en la época. Me quedé horrorizada cuando analicé cómo veían la homosexualidad, no sólo la Iglesia, sino el conjunto de la sociedad... También los anarquistas eran intolerantes con la homosexualidad.

Yo no escribí una novela sobre la Semana Trágica para explicar el siglo XXI

Afirma que hay paralelismos entre la Semana Trágica y la actualidad.

Yo no escribí una novela sobre la Semana Trágica para explicar el siglo XXI. Quería rescatar un momento histórico, para que la gente lo conociera. En Rosa de Cendra quería explicar la Semana Trágica, el momento en que toda Catalunya se enciende y revienta. Para mi sorpresa, fui encontrando todos los fragmentos del calidoscopio del siglo XXI. De 1901 en 1909 nacen todos los movimientos que catalizarán en la Catalunya del siglo XXI. Nacen la Lliga y los republicanos; nace la voluntad de los catalanistas de ir juntos frente a la presión del Estado, y en este intento se ve la grandeza de querer ir juntos y las tensiones que genera eso. Es lo mismo que pasa en Junts pel Sí. También es el momento de surgimiento potente de los sindicatos, es el momento de la aparición del lerrouxismo, ferozmente españolista, y es el momento de la represión del Estado... La actitud del Estado entonces fue represiva violenta y ahora es represiva jurídica, pero queda claro que, ni antes ni ahora, hay ninguna voluntad de encontrar caminos de negociación.

En la Semana Trágica encuentras a Rivera, Millo, Rajoy, Aznar, los empresarios del puente aéreo, la CUP...

¿Y hay paralelismos entre los políticos de hace un siglo y los actuales?

A medida que excavaba en el pasado, me fui encontrando con que mi observación de lo que sucedía a principios del XX me reproducía casi al milímetro el calidoscopio del siglo XXI. En cuándo a los problemas internos de Catalunya, nada ha cambiado. En la Semana Trágica encuentras a Rivera, Millo, Rajoy, Aznar, los empresarios del puente aéreo, la CUP... Con las contingencias de 100 años de diferencia, están todos. Pero en la literatura yo no tomo partido. Todos son grandes y todos son pequeños.

¿Ves posible en el futuro una explosión catalana como la de 1909?

La Semana Trágica fue un fracaso de todos, pero sus protagonistas aprendieron la lección. El soberanismo ha pasado por situaciones muy complicadas, pero ha aprendido mucho. El momento actual es de mucha fortaleza. Se mantienen las contradicciones que siempre ha habido en la sociedad catalana, pero el tronco central del soberanismo se ha fortalecido porque ha resistido el siglo XX. El siglo XX nos hace resistentes. No puedo ser otra cosa que optimista. No me puedo permitir el pesimismo, ni como catalana, ni como defensora de un ideal.

¿Cómo ves el futuro? ¿Tendremos elecciones antes del 18 de septiembre?

Antes del 18 de septiembre tendremos intervención de la autonomía. Y ojalá me equivoque... Y añado: después de la intervención de la autonomía, tendremos revuelta catalana.