La Edad Media a menudo ha sido considerada como un "periodo negro", donde la cultura europea procedente de Grecia y Roma estuvo sometida al oscurantismo, del que no saldría hasta el Renacimiento. Ahora, el CaixaForum presenta la exposición Los pilares de Europa en la Edad Media, en la que se defiende la teoría contraria. La Edad Media se presenta como el periodo en que se ponen los fundamentos de las sociedades europeas actuales, como la época de consolidación de los Estados y de la aparición de instituciones como la monarquía y el parlamento. Un momento de expansión de la vida urbana, pero también una época de creación artística sofisticada y de vida de lujo y refinamiento, como mínimo entre las elites: a las antípodas de la visión pesimista que generalmente impera en los discursos sobre la Edad Media, frecuentemente asociada al miedo, a la superstición y a la ignorancia. En total se muestran 263 piezas, de las cuales 244 vienen de las colecciones medievales del British Museum. Los comisarios de esta exposición, que se podrá visistar hasta el 18 de junio, son Michael Lewis y Naomi Speakman.
El rey y sus servidores
Del 400 al 1500, la sociedad europea experimentó grandes cambios. Uno de ellos fue la progresiva centralización del poder: del feudalismo se fue pasando a estados cada vez más potentes, que prefigurarían los actuales. Este no fue un proceso pacífico, sino que se alcanzó mediante altísimas dosis de violencia y supuso la hegemonía de una elite militar, los caballeros, al servicio de la monarquía. En la exposición se exponen algunas magníficas piezas de este ámbito, como unas celadas germánicas que parecen recién estrenadas, pero también una magnífica hacha vikinga con mil años de historia. La muestra explica como la corte iría tomando más relieve en la época, de tal forma que no es extraño que el ajedrez, con el rey en la posición central, se convirtiera en uno de los juegos emblemáticos. Incluso a Dios se lo representaba a menudo en un trono y con corona, asumiendo los atributos reales.
La Iglesia
Al principio de la Edad Media, sobrevivían todavía muchos cultos paganos, pero poco a poco la presencia de la religión cristiana lo fue cubriendo todo. Zonas rurales y zonas urbanas quedaron sometidas a la potente influencia de la Iglesia. La exposición nos presenta numerosos objetos lujosos procedentes de instituciones eclesiásticas: báculos de obispo, imágenes impresionantes, relicarios, etc. e intenta retratar la función de la Iglesia en términos positivos: la liturgia de interpreta como un elemento de unión de la comunidad y los ingresos de la Iglesia se justifican alegando que se destinaban a la construcción y cuidado de los templos y a la protección de los pobres.
La belleza de la Edad Media
Más allá del fuerte poder que tenía la Iglesia en toda Europa, las elites de la Edad Media encontraron estrategias para distraerse en su tiempo de ocio. Una parte del ocio iba destinado a las actividades bélicas, como los entrenamientos militares. Pero la elite también dedicaba mucho tiempo a la caza, a la danza, a la bebida y a los juegos, como las cartas. También, de forma muy minoritaria, a la escritura: en la exposición, por ejemplo, se muestra un magnífico estuche para plumas. El amor cortés también ocupó una parte del tiempo de la elite y numerosos objetos de lujo hacen referencia a este, que también era motivo de canciones y poemas. La elite se valió del arte para distinguirse de la población: el bastón de mando de un embajador italiano del siglo XV muestra hasta qué punto disfrutaba de piezas de gran lujo. A través de las ilustraciones de época, sabemos que había modas periódicas, que eran seguidas por la nobleza. Y las numerosas joyas expuestas, masculinas y femeninas, muestran a una estamento feudal que, lejos de estar embrutecido, era muy consciente del placer estético. En Los pilares de Europa se exponen deliciosas miniaturas en marfil destinadas a guardar espejos, sin duda reservadas para las damas de mayor posición social. Pero también hay objetos de gran delicadeza reservados a un público más amplio, como las baldosas de algunos monasterios, con magníficas decoraciones de temática mitológica.
Potencial local
Más allá de la excelente presentación de las piezas y de la gran calidad de algunos objetos procedentes del British Museum, hay que observar con sorpresa que algunas de las piezas más espectaculares no proceden de Gran Bretaña, sino que vienen de museos barceloneses, como el Museu Nacional d'Art de Catalunya (el frontal del altar de Farrera) o del Museu Marès (con una bellísima Piedad y con un fantástico Cristo procedente de un Descenso de la Cruz). Lo que hace pensar que tal vez valdría la pena potenciar la realización de grandes exposiciones con piezas de nuestros museos que no han sido suficientemente valoradas (de hecho, pocos catalanes visitan el Museu Marès, a pesar de las ricas colecciones que conserva). Por otra parte, no ha habido un esfuerzo lo bastante sólido por adaptar la exposición inglesa a las realidades locales: el montaje audiovisual habla del surgimiento del parlamento en España en el siglo XII (de forma absolutamente errónea, porque no existía España como tal y mucho menos un parlamento común). Y en algún aspecto la exposición conserva un sesgo evidentemente anglosajón; por ejemplo, al elogiar la monarquía como muestra de modernidad.
Introducción rápida a una época
A pesar de todo, Los pilares de Europa aporta una visión fácil y sintética de la Edad Media. Es una exposición pensada para todos los públicos. El visitante no necesita un gran bagaje histórico para interpretarla y fácilmente se dejará levar por algunas piezas de gran espectacularidad. Es, pues, una herramienta magnífica para escolares o para gente que quiera pasar un rato viendo las piezas que hasta ahora tan sólo habían visto en películas como Ivanhoe o en series como Juego de tronos. Un buen pretexto para hacer un viaje al pasado sin salir de Barcelona.