Pilarín Bayés necesita muy pocas presentaciones. Es una de las 'iaias' de Catalunya y no con pocos motivos se ha ganado este título. Ha publicado mil libros y varias generaciones de catalanes y catalanas han crecido con sus ilustraciones, con su forma de ver el mundo. Aquellos ojos redondos, las cabezas grandes, las mejillas rosadas y los fondos repletos con muchísimos detalles han marcado la infancia de muchos niños y niñas que, al hacerse mayores, han descubierto que, además, es un personaje entrañable. Su vitalidad, sinceridad y ternura lo han caracterizado toda la vida y así lo explica el documental La Pilarín dirigido por Dani Feixas Roca que se estrena el próximo martes 22 de marzo por la noche en 'Sense Ficció' de TV3. Un recorrido por su vida narrado por ella misma, familiares y personalidades que han trabajado con ella y que muestran la Pilarín más auténtica.
El martes se estrena el documental sobre tu vida. Personas de tu entorno y tú misma explicáis tu trayectoria. ¿Cómo ha sido eso de hacer de actriz?
La verdad es que estoy muy emocionadísima, porque tienes la impresión que a medida que te haces mayor te vas desenganchando de todas las cosas y cuando te engancha alguien joven como Dani Feixas y te dice de entrar en el círculo, no sólo de hacer trabajo, porque trabajo ya voy haciendo, sino en de estar visible, realmente hace mucha ilusión. La verdad es que no lo entiendo mucho porque me parece que mi vida no es muy divertida, he dibujado toda mi vida como una loca y no he hecho nada más. Pero sí que me hace gracia, la verdad.
¿Recuerdas el momento que pensaste que querías que dibujar fuera tu vida?
Lo pensé en algún momento cuando era joven y por eso estudié bellas artes, más o menos lo pensaba. Pero cuando tenía cuatro niños y tenía mucho, mucho trabajo, pensaba: "¿te imaginas que tengas todo el día si quieres para dibujar?". Porque claro, me ponía a dibujar, estaba bien aficionada y de repente, aunque lo hacía con muy a gusto, tenía que ir a buscar a los niños al cole.
¿Qué sientes cuando dibujas?
Es una cosa que te transporta a otro mundo. Te transportas al mundo que ha hecho al escritor, que explica una historia y quedas allí sumergido, pensando de qué manera explicarás mejor aquella historia, de qué manera conseguirás que sea más inteligible para la gente que se lo mire o que se lo lea y vea los dibujos. Y eso hace olvidar todos tus problemas, todo queda olvidado por estar sumergido en aquella historia. Eso es lo bonito que tiene.
¿Tu estilo es inconfundible, llegaste sin pensar o hiciste un esfuerzo por encontrar aquello que te caracterizaba?
Nada, hice nada de esfuerzo. Si te digo la verdad, en la vida me ha pasado bastante que han venido las cosas como de una maduración natural. Me gusta mucho dibujar y entonces vas sintetizando como tú ves el mundo para hacerlo más comprensible, incluso más fácil de dibujar para ti, que tú mismo también lo entiendas mejor. Y llega un momento que esta manera de explicar el mundo se convierte en tu estilo. Había un estudioso que lo decía: cuando consigues que la gente sin mirar la firma reconozca tu estilo no te pienses que tienes un mérito, tienes una suerte enorme y yo siempre lo he valorado así.
Vas sintetizando como tú ves el mundo para hacerlo más comprensible y eso se convierte en tu estilo
¿Cómo ha sido ser mujer e ilustradora todos estos años?
Una vez, un señor de una editorial me dijo: "trata de hacer los dibujos más puntiagudos, porque redondeados hace femenino". Y de hecho terminamos, porque me pareció que era muy impertinente aquel señor. Pero en general es una profesión que tradicionalmente es bastante femenina, excepto al terreno económico, que quizás sí que nos han hecho las diez mil gamberradas, en los aspectos de decir no eres aceptado porque eres mujer, yo no he tenido esta sensación. Y defiendo muchísimo que hay muchísimas profesiones que sí que les es un inconveniente ser mujer y tienen que luchar muchísimo contra eso para que ninguna niña en el futuro se encuentre con que porque es mujer no puede ser bombera, dijéramos, qué tontería.
Has sido un referente para muchas niñas que han visto que pueden dedicarse al arte.
Sí, sí. Eso yo lo reivindico un poco como generación. Hemos empezado a romper bastantes tabúes. Quizás no era tan visible como ha sido después, pero nosotros empezamos a torcer el invento y eso a veces no nos lo reconocen del todo, y a mí me haría mucha ilusión que lo reconocieran. Yo pienso que nosotros unos primeros pasos los dimos. Nosotros y la generación de nuestros padres.
Has llegado a los 1.000 libros publicados, has ilustrado revistas, murales, incluso has pintado dos ermitas.
Me hace mucha ilusión. Cada una de estas cosas ha sido para mí una colaboración con alguna persona que tenía la ilusión de hacer eso. En Blanes, cuando dibujé la ermita de Sant Joan, había un mosén muy simpático que me llamaba que se me imaginara la historia de Herodes y Salomé como si fuera una discoteca. ¡Y a mí me hacía mucha gracia que lo dijera el mosén, pero los mosenes de la Costa Brava eso de las discotecas lo deben dominar bastante!
Y los libros, cada libro es una especie de reto, de ver cómo lo harás, como saldrás adelante, me hace ilusión. Los trabajos me hacen ilusión y mientras te hacen ilusión tienes que tratar de hacerlas porque el día que no te veas con fuerzas, que no te motiven, será el día de terminar.
El día que no te hagan ilusión los trabajos, será el día de terminar
¿Has pensado en jubilarte?
De momento, no. Sí que tendré que hacerlo -si no me muero enmedio- y cuando lo tenga que hacer pienso que lo tengo que aceptar con toda naturalidad. Mucha gente se jubila porque el trabajo no lo motiva, pero como eso todavía no me ha pasado, no me lo he planteado más que teóricamente.
De estos 1.000 libros, pondría la mano al fuego que la mayoría de catalanes y catalanas tenemos uno de preferido, ¿tú tienes alguno que sea especial?
Eso pasa un poco como con los niños pequeños. Ahora estoy haciendo un libro de la Virgen de la Riera -que yo no sabía ni que existía-, pero la Virgen de la riera tiene unos diablos propios que hacen como una gran performance delante de ella para no dejarla pasar. ¡Unas cosas, estañas, eh! Cada cosa de estas tiene un punto diferente, que dices: "eso que dibujo es nuevo para mí, todavía no lo he dibujado nunca". ¡Y yo pienso que mientras tengas esta sensación, es tan bonito hacerlo!
Eres una de las abuelas de Catalunya de unas cuantas generaciones. ¿Cómo te hace sentir saber que tantos niños han crecido con tus ilustraciones?
¡Con Roser Capdevila nos llaman abuelas de Catalunya y nos hace mucha ilusión a las dos! Y hay otra cosa que encontramos formidable. En principio, la vida funciona con la premisa que tú tienes que matar el padre, pero eso no quiere decir que no podamos admirar y no querer mucho a gente de otras generaciones. Y a nosotros nos ha pasado. Hay un equipo de jóvenes que nos ama mucho, que nos sigue, que nos encontramos de vez en cuando y hablamos de los trabajos y de todo. Son gente ahora en su máximo momento de creatividad, una generación tan chula que es capaz de salir adelante y de llevar las innovaciones que haga falta, pero que nos miran a los grandes con una cierta ternura que es que no puede haber nada más bonito en el mundo.
¿Crees que la ilustración infantil está infravalorada dentro del mundo del arte?
Quizás hay gente que lo considera un arte menor, mi padre me decía: "muy bien, ahora que ya sabes dibujar para niños, ahora dibujarás para grandes, verdad"?. Y yo le decía que yo quería dibujar para niños toda la vida. A mí eso no me importa mucho porque la pasión que yo tengo cuando creo es igual que la que podía tener Picasso o Frida Kahlo. ¿Por qué tiene que ser más pequeña? ¡Mi emoción es igual de grande!
Posicionarme políticamente me ha cerrado alguna puerta, pero esconder una opinión no tiene ningún sentido
¿Te has posicionado políticamente de manera muy abierta, te has planteado si te cerraba puertas hacerlo?
Sí, sí que me han cerrado algunas, pero a la vida pienso que también tenemos que ser un poco sinceros porque esconder una opinión, para mí, no tiene mucho sentido. Tengo unos editores en Granada a quienes los dicen: "no sabéis quién habéis metido en casa", porque encuentran que yo soy eso: una persona muy peligrosa. Y ellos dicen: "hace 20 años que trabajamos juntos ya la conocemos, ya". Yo a los de Granada no les tengo que pedir que piensen como yo, ni mucho menos, yo tengo que respetar lo que ellos piensan y ellos tienen que respetar lo que yo pienso. ¿Entonces, qué problema hay para trabajar juntos? Para mí, ninguno.
¿Qué papel crees que tiene la ilustración para reivindicar posiciones políticas?
Pienso que una cosa son mis creencias personales, mi posición política y la otra lo que tengo que poner en un dibujo que tienen que ver niños de todo tipo de procedencias y pensamientos. Pero en principio yo intento dar una imagen de un mundo bien puesto, donde todo el mundo es respetado y donde todo va más o menos bien. Al menos, que los niños se acostumbren a ver que eso, aunque quizás en su mundo de cada día no exista. Pero en algún lugar debe existir o, cuando menos, tenemos que tender hacia eso.