La medida de la inteligencia -la de toda la vida, no la emocional y otras formulaciones- ha sido cifrada en la capacidad de establecer conexiones insospechadas. En el arte de la seducción dicen que no hay nada como el sentido del humor. Inteligencia y sentido del humor son probablemente los dos rasgos más destacables de la heterodoxa, singular y, por defecto, estimulante obra de Vicenç Pagès Jordà (Figueres, 1963-Torroella de Montgrí, 2022, y VPJ a partir de ahora). De ser eso cierto, esta, vista en su conjunto, destacó por 1) para reordenar el mundo de una manera única, que es el mismo que decir expandirlo a partir de la detección de vínculos extraños o pasillos secretos. 2) Conseguir transmitir con un espíritu lúdico irresistible estos hallazgos, consciente de que detrás de todo ejercicio intelectual o artístico hay un ser humano imperfecto, ridículo y que, mira por dónde, se acaba muriendo.

Vicenç Pagès Jordà
Vicenç Pagès Jordà, literatura heterodoxa, singular y, por defecto, estimulante

Inteligencia y sentido del humor son probablemente los dos rasgos más destacables de la heterodoxa, singular y, por defecto, estimulante obra de Vicenç Pagès Jordà

Las reglas del juego

Tanto en sus novelas como en sus cuentos, encontramos una extravagancia controlada, una astucia que no deja de bajarse los humos riéndose de sí misma, un deseo de ponerse retos, tanto en el fondo como en la forma, donde el ingenio y la broma van del brazo hacia destinos inciertos. En la nota del autor de Exorcismes -una antología de relatos seleccionados por el mismo escritor que se publicó el año 2018-, quizás es donde aparece mejor sintetizada su poética:

"He sentit moltes opinions categòriques sobre els contes: que el final és el més important, que és millor que no tinguin final, que s’han d’escriure d’una tirada, que no hi ha terme mitjà perquè només poden ser bons o dolents... Com més contes llegeixo i escric, menys crec en aquestes fórmules. Què significa escriure un conte? Penso més aviat que, com diu David Foster Wallace a L’escombra del sistema, es tracta de 'jugar a un joc que consisteix a fer una sèrie d’intents molt envitricollats d’arribar a esbrinar quines són les regles del joc'".

("He escuchado muchas opiniones categóricas sobre los cuentos: que el final es lo más importante, que es mejor que no tengan final, que se tienen que escribir de una tirada, que no hay término medio porque solo pueden ser buenos o malos... Cuantos más cuentos leo y escribo, menos creo en estas fórmulas. ¿Qué significa escribir un cuento? Pienso más bien que, como dice David Foster Wallace en La escoba del sistema, se trata de 'jugar a un juego que consiste en hacer una serie de intentos muy embrollados de llegar a averiguar cuáles son las reglas del juego'").

La literatura para VPJ es, ciertamente, un juego libre, arriesgado y exigente, un laboratorio donde el objetivo prioritario parece ser interrogarse por el mismo hecho literario, ensayar varios métodos de pensar y narrar

La literatura para VPJ es, ciertamente, un juego libre, arriesgado y exigente, un laboratorio donde el objetivo prioritario parece ser interrogarse por el mismo hecho literario, ensayar varios métodos de pensar y narrar: a ver qué demonios nos dicen del mundo y de nosotros mismos. Experimentación y curiosidad, de nuevo dos formas de trabajar la inteligencia y el humor. Desde esta posición hambrienta, panóptica y audaz -textos vistos como "artefactos, de juego y de fuego, de pasión y de oficio, y también de misterio", leemos en el mismo prólogo-, se avista de todo: biografías de escritores estrafalarios, cartas al director sobre cómo colocar el papel higiénico, una tonelada de personajes abismados en misiones delirantes, reinterpretación en clave tragicómica de episodios históricos, referencias cruzadas a productos de la cultura popular, exploraciones chocantes de las dinámicas familiares, retratos generacionales tan socarrones como perspicaces...

Las bromas infinitas de Vicenç Pagès Jordà

No es nada azaroso que VPJ citara a David Foster Wallace en su disertación sobre las funciones y mecanismos del cuento. Salvando las distancias, el figuerense es probablemente el autor catalán que más cerca ha estado de la genialidad y polivalencia del responsable de La broma infinita. Capacidad de simultanear un montón de géneros (cuento, novela, ensayo), estilos, registros y voces -del más puro clasicismo al postmodernismo más atrevido; la riqueza y el cuidado con el lenguaje -la pasión por la gramática y la sintaxis les hermanaban, demostración es el sensacional relato La correctora; el interés constante por investigar posibilidades formales y narrativas, la mirada burlona sobre la especie humana a partir de las esferas pop... Leer el prólogo de VPJ en Això és aigua (Edicions del Periscopi) de DFW abrirá los ojos a quien todavía no vea el vínculo entre dos coetáneos que -y lo diré una tercera y última vez- conjugaban como nadie la inteligencia y el sentido del humor.

Vicenç Pagès Jordà
Vicenç Pagès Jordà, una literatura con fuerza narrativa y fibra emocional

El figuerense es probablemente el autor catalán que más cerca ha estado de la genialidad y polivalencia del responsable de La broma infinita

La reciente publicación de En primera persona, libro de cuentos póstumo, se puede ver como uno de los tres deseos que cualquiera de los miembros del extendido culto a VPJ, hubiera pedido al diablo encontrarse en la misma situación que Joan Ferrer, el medio alelado y fatalmente inmortal -medio Drácula, medio Dorian Grey- protagonista de Carta a la reina d'Anglaterra. Un título que concentra la inventiva, pasión por la Historia (y capacidad de reciclarla con mucha gracia) y el ajedrez (motivo recurrente en su obra y naturalmente símbolo de su talento para la planificación y la estructura), bastante narrativa y fibra emocional (era un romántico absoluto) del autor. Es una debilidad personal, lo confieso, si bien todavía lo es más Kennedyana (Folch&Folch), fruto de la fascinación de VPJ por el clan de Camelot. Todo el libro parece funcionar como metáfora de la mente literaria omnívora, conspiranoica y paranoica (entendido eso como reflejo de llevar al límite la reflexión y la conexión), irónica, hiperinformada e hiperculta, o también como un espejo no ficcional de todas las puertas que intentaba abrir por medio de sus ficciones.