El MACBA presenta una exposición dedicada a la poesía de Joan Brossa: Poesía Brossa. 800 piezas, de tipo muy diverso, se integran en una de las mayores muestras dedicadas al polifacético artista catalán, complementaria a la que se organizó sobre el teatro de Brossa hace unos años (Un teatro sin teatro). La exposición se articula a partir de tres cualidades de Brossa: la oralidad, la performatividad y la antipoesía, e intenta revisar los aspectos esenciales de su creación poética (siempre teniendo en cuenta que su concepto de poesía era muy amplio). La exposición, comisariada por Teresa Grandas y Pedro G. Romero, estará abierta hasta el 25 de febrero de 2018.
Brossa en el mundo
La exposición hace dialogar la obra de Brossa con la del tardosurrealista, letrista y situacionista belga Marcel Mariën, con la del jardinero, escultor y escritor escocés Ian Hamilton Finlay y con la antipoesía del chileno Nicanor Parra. En las obras de Brossa se repiten sus motivos emblemáticos: las bombillas, los naipes, las esposas, las letras "A"... Se exponen todo tipo de piezas que muestran diferentes ámbitos de su obra: vídeos, audios, poesías, textos, esculturas... De hecho, incluso se ha previsto que un grupo de performers interpreten algunas de las creaciones de Brossa en el MACBA durante las horas de visita de las exposiciones.
El Brossa más subversivo
Un mapa de España sin Euskadi ni los Països Catalans, llamamientos en favor de las luchas obreras, denuncias de la dictadura... Brossa era, sin duda, un artista inconformista, y las obras expuestas en el MACBA ofrecen su peculiar visión del mundo, en el que se cuestiona el Estado, el poder, la religión, el consumismo... Impregnando de un ácido sentido del humor, Brossa detestaba la moralina y evitaba las críticas maniqueas o repetitivas, aunque afirmaba que se debería releer a los clásicos del marxismo. La obra de Brossa, en primer lugar aspira a sorprender por su originalidad, pero después intenta ofrecer reflexiones y perspectivas nuevas, siempre cuestionando el orden existente.
Del circo a la poesía
Joan Brossa (1919-1998) fue, en 1948, uno de los creadores de Dau Al Set, y tuvo una estrecha relación con Joan Miró y J.V. Foix. En sus creaciones combinaba la poesía con las artes plásticas, el teatro, la magia, el circo, el strip-tease, el cine, la prosa... Siempre se opuso a la división del arte en géneros. Empezó creando en la órbita del surrealismo, y más tarde fue consolidando un estilo muy personal. A finales de los años cincuenta, tras un viaje a París, empezó a producir obras de poesía visual. Colaboró con numerosos artistas: Antoni Tàpies, Joan Miró, Josep Niebla, Carles Santos, Pere Portabella... En los años 1970 se acercó al PSUC y participó en numerosas acciones políticas, como el encierro de intelectuales en Montserrat, y se convirtió en uno de los referentes del antifranquismo. Y su poesía se llenó de referencias a la situación política. En los años ochenta y noventa Brossa ya había alcanzado un gran prestigio, expuso en diversos grandes museos de todo el mundo y obtuvo numerosos premios. Pese a su edad continuó produciendo sin cesar y dejó un legado inmenso, con miles de poemas y 350 piezas teatrales de los estilos más diversos. Incluso hizo grandes obras, como el Poema visual transitable en tres fases del Velódromo de la Vall d'Hebron.
¿Mucho es demasiado?
La exposición del MACBA es impresionante por su exhaustividad (ocupa toda la primera planta del Museu). Eso implica, por desgracia, que las poesías de Brossa se acumulen en algunas de las salas, casi sin dejar espacios vacíos. El número de poemas hace que sea prácticamente imposible recorrer la exposición con calma sin dedicarle muchas horas. Y algunas de las piezas más vistosas y más potentes acaban perdiendo fuerza al quedar ocultas entre la avalancha de materiales. Por otra parte, los letreros y otros elementos didácticos para explicar a Brossa son escasos, y este hecho dificulta la comprensión del conjunto de la exposición para las personas que no conocen bien la obra del poeta. Desdichadamente, pues, esta muestra es perfecta para los conocedores de la obra de Brossa, como homenaje al artista, pero queda coja como iniciación a la obra del creador para aquellos que no conocen su obra. Los no expertos en Brossa harían bien en optar por una visita comentada.