En el Palau Robert se inaugura, este lunes, la exposición La política retratada. La crònica social i política a través del dibuix humorístic. Una muestra que recoge 200 chistes de 48 autores icónicos de una época, como Perich, Cesc, Chumy Chúmez, Fer, José Luis Martín, Mingote o Toni Batllori. Unos ilustradores que han dado un relato muy particular, día a día, de la evolución de la política española, pero que generalmente queda oculto ante el relato dominante de las noticias y los opinadores (en realidad, incluso es frecuente que nadie guarde los originales de estas obras, pensadas sólo para su publicación). La exposición cubre el periodo comprendido entre el 20 de septiembre de 1977, cuando se produjo el atentado ultraderechista contra el semanario El Papus, en Barcelona, y el 7 de marzo de 2015, fecha del ataque islamista contra Charles Hebdo. (y, de esta forma, pone de manifiesto hasta que punto este arte es con frecuencia incómodo). La muestra ha sido comisariada por el dibujante Jordi Duró y por el politólogo Jordi Torrents, y se podrá ver hasta el 11 de junio.
Una exposición para un país
Los comisarios apuntan que el humor gráfico deja ver los grandes progresos que se han producido desde la transición, pero que también denuncia las sombras de todo este proceso, como las vulneraciones de derechos. Los propios dibujantes no son tan optimistas. José Luis Martín, incluso, asegura que les hubiera sido muy difícil tener esta profesión en países como Suiza: "Porque allí no hay políticos como los de aquí, ni folclóricas", que son los que dan tema para su humor. No es casual que, de los 8 espacios dedicados a la exposición, el más extenso sea el consagrado a "Fraude y corrupción", que merece el subtítulo: "El mal endémico del sistema". Lo más sorprendente de esta exposición es hasta qué punto algunos viejos chistes mantienen su vigencia: parece ser que los grandes temas del humor político no han cambiado en los últimos años. En la exposición hay una actividad interactiva en que se presenta un chiste y tres momentos históricos en que podría haber aparecido: a menudo es bien difícil adivinarlo.
Derechos, libertades y nacionalismo
El encaje de Catalunya en España y las movilizaciones nacionalistas han sido tema de centenares de chistes: desde la discusión del primer Estatuto hasta el proceso soberanista, las viñetas han explorado, una y otra veces, las contradicciones entre las diferentes opciones políticas nacionalistas. Los dibujantes también se han hecho una amplio eco de las leyes que ofrecen derechos o los restringen, desde el aborto a la famosa "ley de la patada en la puerta", del tristemente célebre ministro Corcuera. El terrorismo, que en sus diferentes variantes ha sido uno de los elementos omnipresentes a la política española, también ha merecido la atención de los ilustradores. Y, evidentemente, se reserva un espacio para el trabajo, la salud, la educación y la vivienda (a partir del cual se puede sospechar que en este ámbito hay algunos problemas que lejos de resolverse, tienden a agravarse). La exposición también tiene un apartado dedicado a la política, otro a la economía y el medio ambiente, uno tercero sobre trabajo, salud, educación y vivienda, y uno último para deportes, cultura y sociedad.
Recuerdo para la censura
Aunque la exposición no tiene como aspecto central la censura, sí que hay menciones a un vídeo en el que se entrevista a cinco ilustradores claves de este país: José Luis Martín, Óscar Nebreda, Jaume Capdevila ("Kap"), Manel Fontdevila y Flàvia Álvarez ("Flavita Banana", una de las pocas mujeres en un mundo muy y muy masculino). Estos artistas, que normalmente se expresan a través de chistes y viñetas, por|para unos momentos pasan a un primer plano al ser entrevistados por Óscar Dalmau. José Luis Martín y Óscar Nebreda reclaman que el humor gráfico supone un espacio de libertad, porque a menudo no está tan estrictamente controlado por la línea editorial del diario como la sección de política (de hecho, los comisarios constatan que muchos dibujantes han hecho chistes muy al margen de la tendencia ideológico de su diario). Y, a pesar de todo, en el vídeo hay algún recuerdo por los episodios de censura vividos en este ámbito, como los problemas por una portada de El Jueves en que aparecía una escena sexual protagonizada por el príncipe Felipe y su esposa. La amenaza islamista también ha acabado afectando a los dibujantes. Óscar Nebreda confiesa que en los últimos años se han sentido coartados por la amenaza islamista y apunta que eso es muy preocupante.
¿Tiempo de autocensura?
Los comisarios de la exposición reconocen que, al analizar la prensa de los años de la transición, han descubierto azorados que una parte significativa de los chistes publicados en aquel periodo no se podrían publicar hoy en día porque podrían ser considerados ofensivos. El dibujante Kap, coincide con su valoración, asegurando que los dibujantes, hoy en día, se lo piensan mucho al publicar según qué cuestiones para evitar herir sensibilidades, y considera que eso es preocupante, porque "El humor no debe tener límites". También Manel Fontdevila apunta que la función del humor es, justamente, "ampliar los marcos de lo que se puede decir". Y la progresiva desaparición de los medios en papel tampoco parecen augurar buenos tiempos para los dibujantes, como también apunta Flavita Banana. Los beneficios de los dibujantes se reducen por la reproducción constante de sus imágenes a través de la piratería.
El pasado, con una sonrisa
Esta exposición, de pequeño formato, tiene la virtud de recopilar materiales muy diversos de periodos bien diferentes. Es el resultado de una larga y profunda tarea de hemeroteca, y de una colaboración estrecha de los comisarios con los autores. Aunque el espacio disponible es más bien reducido, se logra hacer una buena retrospectiva del dibujo humorístico, un arte que a menudo pasa desapercibido y que tiene una importancia esencial en un momento en que triunfa la cultura de la imagen. Esta es una exposición que nos ofrece una aproximación, ligera pero no por eso menos profunda, sobre los últimos 40 años de historia catalana, y que nos ayuda a pensar sobre las rupturas y continuidades del pasado reciente de nuestro país. Y, al mismo tiempo, nos obliga a plantearnos, de nuevo, la obligatoria discusión sobre los límites del humor.