Reims (Francia), 13 de septiembre de 1914. Hacía seis semanas que había estallado la Primera Guerra Mundial (1914-1918); y la Batalla de las Fronteras (julio-agosto, 1914), el primer gran enfrentamiento entre franceses y alemanes, se había resuelto a favor de los intereses del káiser Guillermo II. Los alemanes habían roto las defensas francesas situadas sobre las líneas fronteras francoalemana y francobelga. Y en aquel momento surgió la figura del general Josep Joffre, comandante en jefe del ejército francés; que, astutamente, esperó el error del enemigo para detener y bloquear el avance alemán; situado tan solo a cincuenta kilómetros escasos de París. La Batalla del Marne evitó la caída de la capital francesa y cambió el curso de aquella guerra. Joffre, el mariscal catalán de Francia, sería reconocido como el gran héroe de aquella gesta.

Joffre en la Batalla del Marne. Font Musée de la Grand Guerre. Meaux (Francia)
¿Quién era Josep Joffre?
Josep Joffre i Pias había nacido el año 1852 en Ribesaltes, un pequeño pueblo rosellonés situado diez kilómetros al norte de Perpinyà, en una familia de propietarios agrarios formada por Gil Joffre i Vidal y Caterina Plas i Mercader. Joffre se crio en catalán y conservó su lengua materna y su conciencia de catalanidad durante toda la vida. Pero no hay que olvidar que, cuando Joffre nació, ya hacía casi dos siglos que la monarquía hispánica había obsequiado la Catalunya Nord a Francia a cambio de una paz vergonzosa (Tratado de los Pirineos, 1659-1660). Durante aquellos dos siglos —y, sobre todo después de la Revolución francesa de 1789— el proceso de afrancesización de la Catalunya Nord había sido brutal. Por lo tanto, la catalanidad de Joffre —que alcanzaría la máxima responsabilidad militar del Estado que prohibía y perseguía su lengua— tenía mucho valor.
Joffre, general
Joffre inició su carrera en las colonias francesas como ingeniero militar (1870). Después de una larga estancia de tres décadas en Argelia y en Indochina, volvió a la metrópolis (1911), con el encargo de cambiar la mentalidad del alto Estado mayor. Después de la Guerra francoalemana de 1870, que Francia había pagado con la cesión de Alsacia y Lorena a Alemania; el derrotismo se había instalado en la cúpula de la Armèe; y el Palacio de Matignon —que sospechaba, como así sería, el estallido de un nuevo conflicto— pretendía revertir aquella situación. Cuando, finalmente, estalló la Primera Guerra Mundial (1914), los franceses ya ensayaban estrategias más ofensivas. Otra cosa sería el desastre francés de las primeras semanas de la guerra. Pero Joffre estaba allí para evitar lo que parecía inevitable: una derrota francesa sin paliativos.

Los taxis
El 24 de agosto de 1914 los franceses abandonaban las líneas defensivas fronterizas e iniciaban la retirada hasta la raya del río Marne, un afluente del Sena por la derecha. El ejército alemán, formado por casi un millón y medio de efectivos, penetraba imparable en territorio francés e, incluso, un avance germánico llegaba hasta los bosques del norte de París, más o menos donde, en la actualidad, está el aeropuerto Charles de Gaulle. En aquel instante de pánico, Joffre representó el contrapunto y su estrategia se reveló como un gran acierto: movilizó a seis mil reservistas de París y de los alrededores; y para situarlos lo antes posible en el río Marne; requisó seiscientos setenta taxis de la capital francesa. Durante la noche del 6 al 7 de septiembre de 1914; aquellos taxis hicieron varios viajes entre París y el frente de guerra para transportar a los reservistas.
Del Marne a Verdún
Aquella modesta aportación numérica no era, ni mucho menos, suficiente para alterar el curso de la batalla. Pero Joffre lo supo publicitar como una verdadera epopeya; y la moral de los franceses dieron un giro absoluto. La Batalla del Marne, con los reservistas y los taxis Renault AG, cambió el curso de aquella guerra. Después vendría la Batalla de Verdún (febrero-noviembre, 1916), que sería una réplica de la del Marne, pero con un balance de víctimas brutal en ambos bandos (más de 300.000 muertos). Precisamente en la Batalla de Verdún participó un contingente de catalanes del Principat: el Comité de Voluntaris, formado por unos 6.000 efectivos, que lucharon en las trincheras francesas (las que, en aquel conflicto, representaban la república y la democracia) con el propósito de visibilizar las reivindicaciones independentistas catalanas.

Mapas y representación de la Batalla del Marne. Font Musée de la Grand Guerre. Meaux (Francia)
De Verdún a Barcelona
La presencia de aquellos voluntarios catalanes era fruto de un acuerdo entre Enric Prat de la Riba, president de la Mancomunitat de Catalunya; y el mariscal Joffre. Y, sin embargo, no era la primera vez que el parsimonioso catalán tejía vínculos con el catalanismo. Durante los años precedentes a la guerra (1914); y, también, durante los posteriores; la casa solariega de los Joffre en Ribesaltes acogió activistas de aquel independentismo embrionario que huían de la brutal persecución del aparato policial y militar hispánico. Sus gestiones con el Comité de Voluntarios y con los exiliados catalanes, serían reconocidas a la conclusión del conflicto mundial. El año 1920, el president de la Mancomunitat Puig y Cadafalch invitó a Joffre a presidir los Jocs Florals. De nada sirvieron las protestas españolas. Joffre aceptó encantado y fue recibido entusiásticamente en Reus y en Barcelona.