Hace poco, hablando con mis padres de la agenda de conciertos que me quedaba pendiente para este verano, les comenté que hoy vería a John Fogerty en el festival de Cap Roig. Así, de primeras, no les sonaba. Aunque sea de su época. De haberles dicho Paul McCartney, John Lennon o Mick Jagger, no habría duda, los hubiesen ubicado perfectamente. En cambio, con Fogerty no sucede lo mismo. Luego les hablas de la Creedence Clearwater Revival y les suena, pero no es hasta escuchar sus canciones que los pones en el lugar correcto. En efecto, este es su ejemplo y también el de muchos otros. No hay banda con un mayor número de singles que la Creedence. Es un no parar. Sus dos recopilatorios más populares, los volúmenes de Chronicle, son máquinas imparables de hits. Una tras otra, las vas a tararear todas. Sin embargo, todo y su enorme grandeza, no están en la liga de Beatles, Rolling Stones o los Beach Boys.
Sus dos recopilatorios más populares, los volúmenes de Chronicle, son máquinas imparables de hits. Una tras otra, las vas a tararear todas. Sin embargo, todo y su enorme grandeza, no están en la liga de Beatles, Rolling Stones o los Beach Boys
El auténtico sabor del rock americano
Se separaron muy pronto y quizá no les dio a tiempo a calar lo suficiente a gran escala (antes estuvieron los Blue Velvets de Fogerty ya con el batería Doug Clifford y el bajista Stu Cook), a pesar de la vigencia durante décadas de su legado discográfico. Puede que, a diferencia de las bandas antes citadas, su sonido eminentemente americano y también la cuadratura como grupo, les impidió traspasar esa barrera universal. De todos modos, es un estudio, un debate, en el que algunos estarán de acuerdo y otros no. Hasta que, como decíamos, le pones sus canciones a esa cohorte de incrédulos. Luego está la maldición que persiguió a la Creedence. Una banda que no supo gestionar los egos entre ellos, los celos y ataques furtivos por la espalda y, claro está, decisiones empresariales bastante discutibles. Su fórmula a la hora de componer era infalible, mezclaban rock clásico, country, soul e incluso psicodelia. Temas con mucha inmediatez y estribillos memorables. Y, curiosamente, a pesar de la facilidad para fabricar y facturar canciones, nunca tuvieron un número 1 en Billboard, la lista que por aquel entonces marcaba dónde estabas.
Su fórmula a la hora de componer era infalible, mezclaban rock clásico, country, soul e incluso psicodelia. Temas con mucha inmediatez y estribillos memorables
Con sus álbumes también les costó, aunque la producción fuese soberana. Cosmo´s Factory, en 1970, sí llegó a lo más alto en las listas, y no solo en Estados Unidos. En países como Canadá, Francia y Australia alcanzaron la cima. No fue hasta su quinto estreno que consiguieron ese reconocimiento. Fue con su colección más ecléctica, todo cabía en su coctelera y, precisamente, sí había hits, pero no más que en otros. O sea, no buscaron ese éxito hilando singles sin parar. Eso sí, en ese disco estaban Travelin' band (muy reconocible la influencia de Chuck Berry), la vaquera Lookin' out my door back, el riff de guitarra de Up around the bend o una Who's stop the rain de traza más soulera. Y en ese lado de la balanza, la sexy I heard it through the grapevine y sus once minutos de solera musical.
La revista Rolling Stone los colocó en el número 82 en una lista de mejores artistas de la historia. Algo, a todas luces, injusto
En realidad, la trayectoria de la Creedence se resume en cinco años, apenas un lustro, de 1967 a 1972, teniendo en cuenta que el año anterior hubo la despedida de Tom, el hermano mayor de John, quien abandonó el barco. Luego vino la lucha por apropiarse los derechos de las canciones. En 1969 fueron unas de las estrellas de Woodstock, pero debido a las trabas contractuales ellos no salieron en la banda sonora. Tuvieron que pasar más de dos décadas para verlo y escucharlo. “Sentí que éramos la banda número uno en aquel festival, asumiendo que The Beatles eran Dios”, decía John Fogerty. La fuerza de himnos como la antibelicista Have you ever seen the rain, Bad moon rising, Suzie Q, Green river y Proud Mary era imparable. Incluso con esta última, que harían suya Ike & Tina Turner, todavía hay quien no asume que la canción es de la Creedence (en contrapartida ellos también eran maestros en el arte de adaptar, como por ejemplo I put a spell on you de Screamin´ Jay Hawkins). Por esa razón y alguna otra, la revista Rolling Stone los colocó en el número 82 en una lista de mejores artistas de la historia. Algo, a todas luces, injusto. La respuesta, incontestable, está en sus siete discos de estudio y en las cuarenta canciones que comprendían los Chronicle. Y que cuando suenan donde sea, el deseo es mover los pies. Lo común es asociar el rock a la Creedence. Aunque la memoria y la historia a veces se empeñe en demostrar lo contrario.