València, 20 de marzo de 1500. Hace 524 años. Hacía dieciocho años que había sido implantada la Inquisición en el reino de València (1482). Y hacía ocho que se había promulgado el Decreto de la Alhambra (1492), de conversión o expulsión de la población judía de todos los dominios de la monarquía hispánica. Los oficiales de la Inquisición asaltaban la sinagoga secreta del antiguo rabino Miquel Vives e intervenían una serie de documentos que provocarían la detención y la incriminación de una treintena de personas. Uno de los documentos era una plegaria, muy probablemente redactada por el rabino Vives, que maldecía a los reyes de la monarquía hispánica, pero especialmente a la reina Isabel I de Castilla y de León; a quien la comunidad judeoconversa valenciana consideraba la principal responsable del escenario de persecución y del clima de terror creado por la Inquisición.

Caricatura del prestamista judío Salomón Vidal, sobre la portada del Libro de Judíos. Fuente Biblioteca de Vic(1)
Caricatura del prestamista judío Salomón Vidal, sobre la portada del Libro de Judíos. Fuente: Biblioteca de Vic

Pero esta postura, a primera vista, resulta sorprendente; porque la llamada reina Católica no tenía ningún poder en los países de la Corona catalanoaragonesa. Las capitulaciones matrimoniales de Cervera (1468) habían consagrado un régimen de unión dinástica, donde cada uno de los Estados que formaban el nuevo edificio político hispánico conservaba su independencia política. En los países catalanoaragoneses, Isabel no pasaría nunca de la categoría de reina-consorte; en la medida en que Fernando nunca superaría este tope en los países de la Corona castellanoleonesa. Entonces, ¿por qué los judíos conversos valencianos no pusieron el foco en Fernando, el auténtico responsable de la introducción de la Inquisición en el reino de València? ¿Por qué señalaron a la reina castellana como la responsable de aquella brutal oleada de violencia?

¿Qué decía el texto de aquella plegaria?

A propósito de este documento, el profesor Abel Soler —de la Universidad de València— ha publicado un interesante artículo académico donde se transcriben algunas de las citas de aquella plegaria. En aquel texto se dice que la comunidad judeoconversa está en manos de “pastores extraños” (inquisidores) que la tratan “cruelmente” y la hacen obrar contra los preceptos de su confesión “nos hacen adorar a un Dios extraño”. Y, acto seguido, el autor del texto derivaba toda la culpa al poder político y, especialmente, a la reina castellana. Desea la destrucción de los reyes a Fernando e Isabel, que son los que “han destruido tu pueblo (judíos) y lo han lanzado al mal (los ha obligado a renunciar a su religión)”. Y se dice que la reina castellana habría sido la que hizo “mayor daño” porque “los había derramado por el mundo sin piedad” (había ordenado la expulsión de los no conversos).

Los Reyes Católicos, sus hijos y los inquisidores generales Torquemada i Arbués adorando a la Madre de Diez. Fuente: Museo del Prado
Los Reyes Católicos, sus hijos y los inquisidores generales Torquemada y Arbués adorando a la Madre de Diez. Fuente: Museo del Prado

Maldecir a la reina castellana

Pero el autor de aquella plegaria no se detuvo aquí. Acto seguido evoca a los santos padres Abrahán, Isaac, Jacobo y Moisés. Por su fe pide que “nos leves de esta reina (nos liberes de esta reina). Y pide, repetidamente, que la destruya del todo: “destruye aquella (la reina Isabel) y todos los ministros (cancilleres e inquisidores) de aquella (...), porque han destruido tu pueblo”. “Que sea quemadura de fuego la reina y todos los ministros de aquella (...) como han quemado de fuego a tu pueblo”. “Destierra y esparce por el mundo a los hijos e hijas de aquella (la reina), y a todos aquellos que bien le quieren, y a todos los ministros que han desperdigado a tu pueblo (el pueblo judío)”. “Dala a ella y a sus ministros y sus corderos al diablo”. “Sea lanzada al mal la reina y sus ministros (...) muera de muerte la reina y todos sus ministros”.

¿A quién iba dirigida aquella plegaria?

Según el profesor Soler, aquella retahíla de maldiciones obedecería a un fuerte sentimiento de venganza que la comunidad judeoconversa valenciana (“Señor, danos venganza de aquella reina”) expresaba a través del autor de la plegaria (muy probablemente el rabino Vives) por la terrible oleada de violencia que había desatado la Inquisición. La aparición posterior (1519) de una copia en un cajón del recaudador de impuestos de Almenara (a 40 kilómetros al norte de València), hace suponer que aquella plegaria estaba destinada a la liturgia que se oficiaba en las diversas sinagogas secretas dispersiones por todo el reino de València. Soler apunta a la posibilidad, más que plausible, de la existencia de estas “casas de la Torá” (sinagogas secretas) en València, en Sagunt, en Xàtiva, en Castelló de la Plana, en Vila-real, en Elx i en Oriola.

Grabado de València (siglo XVI). Font Wikimedia Commons(1)
Grabado de València (siglo XVI). Fuente: Wikimedia Commons

¿Por qué los judíos conversos valencianos señalaban a la reina castellana y no al propio rey?

Otros investigadores, como el profesor Manuel Peña Díaz (Universidad de Córdoba), explican que, simultáneamente, se produjo una brutal oleada de persecución contra los judíos conversos castellanoleoneses, promovida por el rey-consorte Fernando el Católico y por sus acólitos, y que tendría su máximo exponente en el auto de fe del 22 de diciembre de 1504 en Córdoba, en el que fueron quemadas 107 personas. Peña sitúa aquel escenario de violencia extrema, precedido de un sistemático saqueo a las víctimas en un contexto de extrema tensión personal y política entre Fernando e Isabel. Por tanto, si los judíos castellanoleoneses —y especialmente los andaluces— fueron el objetivo del rey Fernando; resulta plausible pensar que los judíos conversos catalanoaragoneses —y especialmente los valencianos— fueran al punto de mira de la reina castellana.

¿De dónde venían los judíos conversos valencianos?

Un siglo antes (después de los pogromos de 1391) el mundo judío peninsular había iniciado un lento camino hacia la conversión, que se intensificaría con el decreto de expulsión de 1492. La comunidad judeoconversa de principios del siglo XVI era el resultado de una trágica segmentación: eran los más ricos (que se habían convertido —solo aparentemente— porque marcharse representaba la renuncia a su poder económico) y los más pobres (que se habían bautizado —y habían abrazado abiertamente la nueva fe— porque no tenían recursos para escapar). En cambio, las “clases medias” judías se habían marchado en masa. Y eso quería decir que las élites del mundo judeoconverso andaluz o valenciano eran, económicamente, muy potentes; porque estos territorios se habían convertido en los más ricos de sus respectivos Estados; y porque los pogromos y la expulsión habían impuesto un dramático proceso de selección natural.

Representación de un grupo de judíos conversos reciben doctrina cristiana. Fuente MNAC(1)
Representación de un grupo de judíos conversos recibiendo doctrina cristiana. Fuente MNAC

¿Por qué Isabel podía detestar a los judíos conversos valencianos?

Isabel la Católica tenía muchos motivos para detestar a los judíos conversos valencianos. El primero era que este corpus social y cultural era no solo parte importante de la oligarquía económica del país; sino que, también, era un segmento muy destacado de la élite cultural valenciana. Y en un escenario político que ya prefigura el Estado moderno que promueve medidas unificadoras a nivel de religión o de lengua (la Católica —a través de Antonio de Nebrija— impulsa la normativización del castellano y apuesta claramente por su imposición por todos los dominios de la monarquía hispànica)—, los judíos conversos valencianos eran un verdadero fastidio. Eso explicaría, también, por qué en el reino de València la Inquisición de principios del siglo XVI (la que persiguió a la comunidad judeoconversa con extrema violencia) era castellana y era castellanohablante.

¿Por qué más podía Isabel detestar a los judíos conversos valencianos?

Sin embargo, en aquel contexto, hay un segundo aspecto, tan o más importante que la ambición unificadora de la Católica y de su cancillería (“sus ministros”). El registro en la casa del antiguo rabino Miquel Vives, que comporta la caída de una importante red de disidencia religiosa... ¡¡¡y política!!!, se produce poco antes del golpe de Estado contra los Colón en la Hispaniola (detención, encadenamiento, deportación y encarcelamiento de Cristóbal y de Bartomé), perpetrado por la cancillería hispánica para usurpar la empresa colombina. Los Colón son detenidos el 1 de octubre de 1500 y forzados a renunciar el 17 de diciembre de 1500. No olvidemos que la empresa colombina fue fabricada en València, por personalidades del mundo judeoconverso tan destacadas y tan próximas al rey Fernando como, por ejemplo, el banquero Luis de Santángel.

Mapa parcial de la península ibérica (1484). Países de la Corona catalanoaragonesa (sin Sicilia). Fuente Cartoteca de Catalunya(1)
Mapa parcial de la península ibérica (1484). Países de la Corona catalanoaragonesa (sin Sicilia). Fuente: Cartoteca de Catalunya