¿De qué hablamos cuando hablamos de novela victoriana? Muy sencillo, es la literatura que se escribió durante el mandato de la Reina Victoria I del Reino Unido. Para los que habéis visitado Londres, delante del Buckingham Palace encontraréis el gran memorial dedicado a la monarca que reinó entre los años 1837 y 1901. Se trata de un periodo histórico marcado por conflictos y transformaciones. Los ingleses ya suelen hacer esto de dar nombre a etapas de su literatura: el teatro isabelino, que como su nombre indica, se produjo entre 1558 y 1642, también es un fenómeno internacional con autores como Shakespeare o Marlowe.

Este año varias editoriales se han conjurado por publicar nuevas traducciones de los grandes clásicos victorianos al catalán. Por una parte, la colección Club Victòria, que pretende editar todos los clásicos del siglo XIX inglés, ha publicado cuatro títulos entre los cuales Orgull i prejudici de Jane Austen y La llogatera de Wildfell Hall de Anne Brontë. El traductor de esta última novela, Ferran Ràfols, ya había adaptado anteriormente a nuestra lengua, una novela muy conocida; Cims borrascosos de Emily Brontë. "Son autoras fascinantes. Emily es poeta, mientras que Anne es más oscura y necesita más palabras para decir lo mismo", dice el traductor. "¿Quién no ha oído hablar de Cims borrascosos?", continúa. "Es una novela que todo se reduce a unos pocos personajes y en varios pisos de un mismo edificio". Con respecto a La llogatera de Wildfell Hall de Anne Brontë, Ràfols lo tiene muy claro: "Es seguramente la primera novela sobre el alcoholismo y las consecuencias directas del exceso y la adicción". De hecho, hay que destacar que las tres hermanas Brönte (Emily, Anne y Charlotte) murieron prácticamente a la vez, las tres enfermas de tuberculosis, entre el1848 y 1855, y sus novelas también se publicaron al mismo tiempo. "La muerte está muy presente: ocurre normal que los personajes mueran y eso también trastoca el lector moderno", dice el traductor.

Reunimos a los traductores Xavier Pàmies y Ferran Ràfols / Foto: Montse Giralt

Romanticismo contra racionalidad

Una novela que seguramente no es tan popular fuera del Reino Unido es Middlemarch de George Eliot. La ha traducido Xavier Pàmies para Bernat Metge Universal. Para Xavier, la novela construye un fresco: "Eliot pretende dibujar el retrato de unas almas que viven en un mundo y necesita representar una época y las relaciones que hay". El argumento de Middelmarch es difícil de resumir, porque en la novela, que en la edición catalana tiene más de 1.000 páginas, se mezclan conflictos de amor, desengaños, cuestiones políticas y religiosas. "En el caso de las hermanas Brönte son novelas muy góticas", indica Ferran Ràfols. "Esta es una novela de venganza, de maltrato y con historias muy crueles: te explica cómo los hijos heredan las maldiciones y venganzas de las generaciones previas". Lejos de lo que nos han hecho creer, como insiste Xavier Pàmies, ninguno de estos títulos son relatos de amor. Ferran Ràfols se suma: "¿Qué pasa cuando te enamoras de un jugador, alcohólico y despilfarrador?". Pregunta a la que el traductor de George Eliot suma una nueva cuestión: "¿Y cuando te das cuenta de que te has autoengañado, como Dorothea Brooke, protagonista de Middlemarch, que cree haber escogido libremente al hombre de su vida?".

El contraste del espíritu romántico con el espíritu más racional es una pugna presente en las obras de las hermanas Brontë

Las descripciones son uno de los temas claves. "No es exactamente como Dickens, pero se parece bastante", dice Xavier Pàmies, que también ha traducido el gran autor realista inglés. "Los lugares donde pasan las cosas configuran los estados y sentimientos de los personajes", remacha Ferran Ràfols. El inicio de Cims borrascosos, para ser una novela tan conocida, es fascinante: "La voz narradora juega a confundirte constantemente hasta el punto de no acabar de entender qué relaciones se establecen entre los personajes que te describe. Esta confusión tiene un sentido argumental y eso la hace muy moderna". El contraste del espíritu romántico con el espíritu más racional es una pugna presente en las obras de las hermanas Brontë, Emily es más racional mientras que Anne y La llogatera responden más a la novela romántica. Eso explica que Cims borrascosos sea de los grandes clásicos de la literatura inglesa. Xavier Pàmies, que también ha traducido un novelista menos conocido como Thomas Hardy, dice que "el destino manda en sus obras, y eso se evidencia en el esfuerzo que tienen que hacer a los protagonistas para hacerse amos|dueños del azar, para conocer la realidad que los rodea".

Xàvier Pàmes y Ferran Ràfols son dos referentes de la traducción literaria en nuestro país / Foto: Montse Giralt

¿Por qué la novela victoriana está de moda?

Citándolos a los dos, la pregunta es obligada: ¿por qué la novela victoriana vuelve a estar de moda? Los dos traductores apuntan cuestiones muy interesantes. Por una parte, Ferran Ràfols insiste en que la libertad individual es uno de los temas centrales: "Como actuar racionalmente es uno de los temas de Cims borrascosos, pero da la sensación de que si la novela continuara hasta la actualidad, alguna de las generaciones posteriores se habría dado cuenta de que la única solución es marcharse de estas casas malditas". Xavier Pàmies, por otro lado, subraya la importancia de la reforma anglicana en Middlemarch: "La relación entre la política y la religión como una respuesta a lo que nos pasa es también esencial, la reforma también transformó a las personas". Los dos subrayan los éxitos de ventas de estos libros. "Libreros y editores confirman que hay muchos lectores de estas novelas, sobre todo gente joven", revela en Ràfols. "Volver ahora a la novela victoriana te permite cerrar un círculo. Después de años de desencanto y crisis sobre el concepto de amor, volver a la novela victoriana quizás permite a los jóvenes verbalizar todas las dificultades que uno se encuentra", añade. Xavier Pàmies insiste que "las descripciones de los fenómenos sentimentales están hechas de forma analítica, como un tratado, y eso tiene que cautivar a los lectores jóvenes que comprenden más fácilmente todos estos fenómenos". Pàmies ha hecho una tarea de detective con el fin de averiguar el significado de algunas de las palabras: "El vocabulario que se usa es tan preciso que, aunque Middlemarch esté escrita en 1871, Eliot hace decir a sus personajes palabras que se utilizaban de mucho antes. La novela se sitúa a inicios del siglo XIX y, según el Oxford Dictionary, muchas palabras que aparecen dejaron de tener significado en 1830!".

Libreros y editores confirman que hay muchos lectores de estas novelas, sobre todo gente joven

Cuando Ferran Ràfols era joven, la moda era leer Flaubert, Balzac y Maupassant: "En aquellos años leí mucha literatura francesa del siglo XIX". Xavier Pàmies también encuentra que las publicaciones en lengua catalana responden a modos y a trompicones. "Quizás pronto volveremos a los franceses", dice Ferran. Y razón no le en falta. El abril pasado ya pudimos leer una nueva traducción de Émile Zola, El paradís de les dames, y pronto se podrá disfrutar de una nueva traducción de Germinal. "El realismo siempre vuelve", dicen los dos. Pero, para Xavier, autores como Zola o Dickens cada vez van más en contra de nuestra sociedad: "Los lees y son autores más costumbristas que realistas: pueden ser muy duros y crueles, pero a veces son desmesurados y azucarados". ¿Y por qué los catalanes no tenemos un realismo o un costumbrismo como los ingleses o los franceses? La máxima expresión de eso es La febre de l'or, de Narcís Oller, que el editorial Barcino publicó con éxito hace un año para dialogar con la publicación de tantas traducciones. Ferran Ràfols afirma con contundencia que en el sector, y habla de la industria y no de la literatura, de repente tiene el impulso de tener que traducirlo todo: toda una época. "Pero los libros no sobreviven en las estanterías y lo tenemos que volver a traducir todo veinte años después, eso explica los problemas evidentes de continuidad de nuestra cultura". Ferran Ràfols reconoce el magisterio de Xavier Pàmies: "Éramos una generación que nos sumamos al carro de traducir con cuidado todo el libro, no solo el significado de las frases y las palabras. También el estilo: cosa que hasta entonces no era una condición". Pàmies dice que uno aprende traduciendo, pero que es clave encontrar el tono. "Podemos encontrar modelos catalanes del XIX e intentar imitarlos, pero tampoco tiene sentido, se trata de recrear la lengua". Ferran Ràfols dice que había leído la traducción castellana de Cims borrascosos de Carmen Martín Gaite y que "claramente" sería diferente de la suya: "La novela es mucho más oscura y así lo he querido plasmar. No tenía ningún sentido eliminar los contrastes estilísticos de los personajes, había que encontrar el tono adecuado para cada personaje; no plancharlos".

Algunos de los títulos traducidos por Xavier Pàmies y Ferran Ràfols / Foto: Montse Giralt

Los libros no sobreviven en las estanterías y lo tenemos que volver a traducir todo veinte años después, eso explica los problemas evidentes de continuidad de nuestra cultura

Lo que es evidente, es que esta Navidad será una buena oportunidad para leer todos estos clásicos. El caso de Middlemarch publicado a Bernat Metge lo confirma, y como dice Pàmies: "El lector necesita tiempo, pero es una novela inmensa. Se necesita entrar en todo un mundo y durante las vacaciones será un buen momento para leerla". Por otra parte, en Ràfols aprovecha para recomendar la lectura de todas las hermanas Brontë y ver los diferentes estilos. Para los dos traductores, haber hecho novelas del XIX francés es una oportunidad para vincularlo con las novelas actuales que también tienen que traducir. "Como traductor de Sally Rooney", dice Ferran, "a veces me autocito, los ingleses tienen muy presente su tradición y si eres traductor del inglés debes tener Shakespeare al lado y una Biblia del rey Jaime (la traducción inglesa de la Biblia de 1611). Los libros hacen ecos". No es anecdótico, este último libro de Sally Rooney, Intermezzo, resuena toda la cuestión del lenguaje y la pregunta si este es una herramienta nítida para expresar nuestras inquietudes y sentimientos o a veces es una barrera. Una reflexión que, como dice Xavier Pàmies, conecta directamente con uno de los temas clave de todas estas novelas. Por su parte, Pàmies hace dos años tradujo una novela fantástica, también para la Bernat Metge Universal, Cap al far, de Virginia Woolf. "Estos ecos que dice Ferran, yo también los he sentido entre Viriginia Woolf y George Eliot. En la faja hemos puesto una cita de Virginia Woolf donde dice maravillas de Middlemarch". Si una cosa es bien cierta, hablando de literatura, es que te puede atrapar y no dejar de encontrársete vínculos entre autores y libros. De hecho, tuvimos que detener la conversación sino que todavía estaríamos atrapados.