"Todo el mundo busca a un amo", decía Jacques Lacan. Y también lo hace Milú –también conocido como Petaner o Ralph o Molècula–, el protagonista canino de la cuarta novela de Max Besora (Barcelona, 1980). Sin ladridos sino con palabras, Besora ha escrito La veu del seu amo (Males Herbes, 2022), un libro de aventuras lleno de humor que explica el periplo vital de un perro lúcido y parlanchín y que flirtea con el animalismo y las ideas antiautoritarias. Y que ahora llega a las librerías. Siguiendo la estela de obras como Tombuctú, de Paul Auster, o Colmillo Blanco, de Jack London, La veu del seu amo es un viaje trepidante y lleno de fabulación, con ramalazos de virtuosismo, y que combina varias capas de lectura.
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Aventuras animalistas
"Es un libro que funciona como una sitcom: constantemente pasan cosas", afirma convencido Besora. Hay poca descripción, me gustan los libros con mucha acción", añade. Y es que la vida que se ha inventado para Milú, Petaner, Ralph o Molècula es del todo menos plácida. El perro protagonista cambia constantemente de manos, sufre el maltrato por parte de veterinarios, trabajadores de tiendas de animales y entrenadores de perros y explora la vida salvaje al lado de lobos y otros perros de calle. Por el camino, va descubriendo, con sus ojos caninos, el funcionamiento, a menudo amoral, del mundo de los humanos. Y se rebela contra el papel servil que le ha tocado tener.
"Hay una reflexión sobre cómo tratamos a los animales. El relato bíblico ha sido el del animal sirviendo siempre al hombre, pero ahora eso lo estamos revisando, es lo que hace el posthumanismo", dice Besora. El escritor explica que el ecologismo y el animalismo han sido dos corrientes que han inspirado la novela mientras dispara críticas contra las macrogranjas, el engorde intensivo de animales y el consumo acelerado de carne. Y es muy claro a la hora de otorgarles un papel para el mundo que viene: "si pedimos la igualdad de géneros y etnias también tenemos que pedir la igualdad animal".
Si pedimos la igualdad de géneros y etnias también tenemos que pedir la igualdad animal
El autor señala que no sólo ha querido reproducir al texto su amor por los perros –"en otra vida querría ser un perro", afirma– sino también un debate que considera que va a más y en el cual han empezado a intervenir otros escritores, como el sudafricano J.M Coetzee. Hace falta, dice, repensar la humanidad desde un punto de vista "ecocéntrico" y no "antropocéntrico". En otras palabras, entender que el hombre es una parte más de la naturaleza y el planeta y no la única. Sin embargo, Max Besora advierte: La veu del seu amo no es un libro "con intención moralizante", ni que pontifique. Pero si que va más allá del humor y permite una segunda lectura crítica y reflexiva.
A diferencia de las célebres fábulas griegas de Esopo, los animales del libro no ejemplarizan comportamientos humanos, ni los reproducen, explica Besora. Más bien es el autor que se convierte en un animal y buscar sumergirse en la razón de estos, a veces absurda y salvaje. "Hablar del otro que nunca podrías ser, hacer este transvestismo, es la gracia de la literatura", afirma.
Un universo especial
Hace 10 años que dura la relación entre Besora y la editorial Males Herbes, desde que los editores se enamoraron de Vulcano, el primer libro que el autor barcelonés escribió y publicó. "Lo perseguimos", dice Ramon Mas, cofundador del sello y uno de sus editores. De títulos publicados en Males Herbes hay, más allá de Vulcano y La veu del seu amo, Aventures i desventures de Joan Orpí, traducida al inglés y publicada en los EE.UU. por Open Letter, y la ultraviolenta La musa fingida, que apareció justo antes de la pandemia y que no pudo tener gira promocional.
Todas las novelas del autor comparten un mismo universo ficticio, llamadoTerra Nulis, que las conecta
Todas las novelas del autor comparten, sin embargo, un mismo universo ficticio, llamado Terra Nulis, que las conecta. De hecho, explica Besora, el personaje protagonista del perro de La veu del seu amo ya salía en su primera obra, Vulcano, publicada hace justo una década. Es un universo fantástico e hilarante, poblado por señoras en silla de ruedas, empleados de fábricas de tabaco y seguidores de estrambóticos partidos políticos como el Partido Orpinista. Y también con cameos de célebres perros como la perra Lassie, la astronauta Laika o el Colmillo Blanco de Jack London.
Tradición humorística
En La veu del seu amo, el escritor ha decidido también jugar con la página, flirteando con el caligrama a la manera de Joan Brossa, Papasseit o los surrealistas franceses. El texto está lleno de carteles de letras enormes, de iconogramas y de versos de canciones. Además cada capítulo empieza con un limerick, una forma poética muy conocida en el mundo anglosajón – y utilizada por autores como Joyce u Oscar Wilde – que suele ser corta y con intención humorística. La novela quiere ser un recordatorio del potencial disruptivo y crítico del humor. "Lo que peor hace al poder es el humor, así lo decía Hannah Arendt", recuerda Besora. "Es de las pocas cosas que consigue poner al rico y al pobre en un mismo plano y eso lo hace transgresor". Y con la bandera de la sátira y una fabulación hiperactiva y a ratos brillante, la narración va conduciendo al lector que, tal como le pasa a Milú, Petaner, Ralph o Molècula, se oye tentado de exclamar: "Mamuts, a mi!".