Explican Daniel Kwan y Daniel Scheinert que Todo a la vez en todas partes nació cuando bromeaban sobre sus respectivas madres, sentadas en una sala de cine, atrapadas con los saltos narrativos de Matrix sin entender una pizca. Le pasa un poco lo mismo a la protagonista de esta película favorita en las nominaciones de los Oscars 2023, tan marciana como trepidante, tan emocional como espectacular, un fenómeno inesperado que ha revolucionado las taquillas norteamericanas: Evelyn (Michelle Yeoh) es una madre de familia cincuentona de ascendencia china que regenta una lavandería mientras intenta gestionar todas las malas, o regulares, decisiones que ha tomado y que la han llevado a una vida mediocre, a un matrimonio que a duras penas sobrevive y a un distanciamiento cada vez más insalvable con su hija (Stephanie Hsu). De sopetón, y mientras intenta evitar una colleja de Hacienda, siempre implacable con los recibos de gastos deducibles, Evelyn descubre que hay tantos universos paralelos como pequeñas elecciones vitales, y se da cuenta de que ha sido escogida por el destino para salvar el mundo. Puede semblar un argumento banal, pero Todo a la vez en todas partes, la película con más nominaciones a los Oscars 2023, tiene muchos motivos para convertirse en favorita.

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'Todo a la vez en todas partes': por qué ver la película favorita en las nominaciones de los Oscars 2023

Esta labor de salvar el mundo es un punto de partida desarrollado a partir de la sorpresa constante y la estructura narrativa más juguetona, en una película que reflexiona sobre todas aquellas pequeñas decisiones cotidianas que dibujan un trayecto vital y que dejan atrás caminos infinitos. Familiarizados como estamos con los multiversos gracias a Marvel, primero en los cómics y ahora en series como Loki o filmes como Doctor Strange en el multiverso de la locura, cabe decir que Kwan y Scheinert, los Daniels, han llevado el concepto hasta un paroxismo casi extenuante.

Foto: Allyson Riggs

Con Todo a la vez en todas partes consiguen su objetivo: capturar la existencia en medio del caos de la vida moderna. No hay malos en la peli, excepto el mismo caos, y podíamos tocar temas como las relaciones intergeneracionales, la sexualidad, la identidad queer y la identidad asiático-estadounidense... ¡Y los impuestos!", explica Daniel Kwan. Sin querer llevar la contraria al director y autor del filme, el cronista añadiría como malvada a la burocracia y a la falta de empatía de cierto funcionariado relacionado con el pago de impuestos. Todo eso forma parte de la propuesta, pero también un espectacular choque de narrativas enloquecidas e imágenes poderosas y coloristas. Y peleas coreografiadas, y dedos con forma de salchicha, y rocas que hablan, y riñoneras convertidas en armas mortales, y trofeos sospechosamente parecidos a un plug anal, y agujeros negros con forma de bagels, y...

Daniel Kwan, codirector: "No hay malos en la peli, excepto el mismo caos, y podíamos tocar temas como las relaciones intergeneracionales, la sexualidad, la identidad queer y la identidad asiático-estadounidense o los impuestos"

"Queríamos reconciliar todas las contradicciones, dar sentido a las preguntas más importantes y estirarnos en todas las direcciones posibles para cerrar la brecha generacional que a menudo se hunde en un trauma generacional. Nos burlamos de la falsa dicotomía de los cinéfilos de Scorsese vs. los fanboys de Marvel y, más bien, nos preguntamos, ¿por qué no los dos al mismo tiempo? Intentábamos crear el equivalente narrativo de la Teoría del Todo. Un enfoque de Big Data para la creación de mitos. Una deconstrucción postgénero de la narrativa tradicional. Un manifiesto maximalista para sobrevivir al ruido de la vida moderna", explican los cineastas. Todo a la vez en todas partes es un viaje alucinante, una montaña rusa que invita a ser disfrutada por los sentidos y no por el cerebro, de una manera más visceral que racional. Y aquí os damos cinco razones para no perderos la peli de la que hablará todo el mundo.

1. La sorpresa constante

No, en el cine no está todo visto e inventado. Todo a la vez en todas partes es una prueba incontestable, en la forma y en el discurso. Cuando el cine de entretenimiento, el que apuesta por el espectáculo, se ha convertido en una explotación de fórmulas que se han demostrado rentables (sin, sobra decirlo, que ninguna fórmula asegure el éxito), todo al servicio del algoritmo y de la aprobación de ejecutivos tan bien vestidos como desprovistos de cualquier capacidad para entender absolutamente nada del hecho fílmico, una película como esta demuestra que todavía hay margen para la imaginación, para el riesgo, para la inventiva, para la locura. Claro está, lejos de los estudios, con producción independiente y presupuesto limitado pero magníficamente aprovechado, 25 millones de dólares. Y que el público puede responder en masa: su estreno limitado, en sólo 10 salas en todo Estados Unidos, provocó colas con unas recaudaciones de récord, y multiplicó el efecto boca a oreja cuando el filme fue ampliando su distribución en todo el país.

Si estáis cansados de adivinar qué secuencia viene a continuación, quién morirá y quiénno, quién es el asesino, o hacia donde se dirige una historia, Todo a la vez en todas partes os asegura una capacidad de sorpresa constante, como una buena atracción de un parque temático. Y no sólo: el uso de las infinitas posibilidades de los multiversos está en función de temas de largo alcance, como la transmisión, la comprensión y el amor intergeneracional, la resignación vital o los conflictos identitarios: de la inmigración a las problemáticas LGTBIQ+, que combinan perfectamente con la diversión y el puro espectáculo.

Foto: Allyson Riggs

2. Las influencias

En medio de tanta fórmula repetida hasta el atracón, la locura desconcertante y la imaginación desbordante de Todo en la vez en todas partes no esconde nunca las mil y una fuentes de las que beben sus creadores, Daniel Kwan y Daniel Scheinert. Más allá de sus madres viendo Matrix y de ellos mismos jugando con algunas de sus constantes creativas, los directores han confesado en varias entrevistas que detrás de la escritura de la película se esconden referentes a que van del cine de kung-fú a 2001: Una odisea del espacio, o a los fragmentados rompecabezas de las películas de Charlie Kaufman. Pero que también pica el ojo a la literatura de Kurt Vonnegut, o al mítico Guía galáctica para|por autoestopistas, de Douglas Adams. O a referentes del mejor anime, como Satoshi Kon o Masaaki Yuasa y su Mind Game. O a la flipante Holy Motors, de Leos Carax. O, y estos los detectaréis en forma de homenaje, o de parodia, o de las dos cosas, al Ratatouille de Pixar y al esteticismo del cine de Wong Kar-wai (en uno de los multiversos, los protagonistas parecen salidos, y no es ninguna casualidad, de Deseando amar|estimar o de 2046). O, evidentemente, a las nuevas narrativas hijas de youtube y tiktok. Y encara una inspiración más, en palabras de Daniel Scheinert: ¡De alguna manera, es como una película navideña, como la Cual bonito es vivir! pero centrada en el Año Nuevo Chino y en el Día de la Declaración de la Renta".

3. Unos creadores revolucionarios

Los Daniels se conocieron en la facultad, y empezaron a aplicar sus ideas alocadas en videoclips como Turn Down for What, tema de DJ Snake y Lil Jon que les dio un premio MTV Video Music Award en 2014. Daniel Kwan y Daniel Scheinert siguieron firmando vídeos musicales para artistas como Foster the People, The Shins o Tenacious D, mientras experimentaban con cortometrajes como Interesting Ball o el interactivo Possibilia (podéis encontrarlos fácilmente en Internet), y debutaron a lo largo con Swiss Army Man (2016), un Este muerto está muy vivo con Daniel Radcliffe convertido en un cadáver flatulento, ganador del premio a Mejor Dirección en el Festival de Sundance y a Mejor Película en Sitges. Su inventiva, su imaginación, su osadía, su excentricidad visual, llamaron la atención de los hermanos Joe y Anthony Russo, los directores de la magistral Vengadores: Endgame, que han producido Todo a la vez en todas partes.

Foto: Allyson Riggs

4. Diversidad y mujeres poderosas

"Michelle Yeoh hizo una triple voltereta hacia atrás. Esta película no existiría sin su increíble talento y su confianza indestructible en nuestro equipo. Esta película es un milagro porque ella es un milagro. Ser parte del legado de cualquier intérprete de este elenco es bastante privilegio. Pero tener incluso una pequeña responsabilidad al revelar en el mundo todo el potencial sin explotar de estos actores asiáticos que han estado esperando durante toda su carrera papeles que exigieron tanto de rango y tanto de corazón, es realmente alucinante", dicen los cineastas a la nota de prensa del filme. Es sobrenatural lo que hace en la película Michelle Yeoh, toda una estrella del cine de artes marciales, primero; después chica Bond en El mañana nunca muere, y celebridad mundial con el éxito de Tigre y Dragón. La actriz hace un despliegue de recursos que la llevan, de un minuto al siguiente, de frenética luchadora a madre desconcertada, construyendo un personaje destinado a pervivir.

También brilla la gran Jamie Lee Curtis, una funcionaria de Hacienda que en los universos paralelos multiplica la falta de empatía propia de quien reclama aquel documento maldito que te has olvidado adjuntar. Vaya a la ventanilla del segundo piso y vuelva a hacer cola. Cuando vuelva, seguramente estaré desayunando. De nada. La cura de los Daniels y su apuesta por la diversidad en la historia y el reparto los ha llevado a dar una oportunidad de oro a Stephanie Hsu, la hija y (de nuevo sorprendente) antagonista de Evelyn. Revelada en la serie The Marvelous Mrs. Maisel (disponible en Amazon Prime), Hsu ya había coincidido con Michelle Yeoh en el reparto de Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos (como el de los hermanos Russo, un nuevo link marvelita a la peli que nos ocupa). Los cineastas también reivindican la figura del veteraníssim James Hong, en activo desde los años 50 y a quien hemos visto en Blade Runner, Golpe en la pequeña China o Tango & Cash, o en centenares de series, como Magnum, MacGyver o El Equipo A. Y, en un golpe de efecto que los hijos del cine de los 80 sólo podemos agradecer...

Foto: Allyson Riggs

5. La recuperación de un icono

"No había papeles interesantes para gente como yo, un joven asiático". Así justificaba Ke Huy Quan su deserción de los repartos después de su fulgurante aparición en dos clásicos que han marcado a toda una generación. El Tapon de Indiana Jones y el Templo Maldito y el Data de Los Goonies lo convirtieron en un icono de la edad dorada del cine de entretenimiento. Después, fuera de algunas apariciones puntuales a pelis y series, dirigió su carrera a las artes marciales: cinturón negro de taekwondo, coreografió escenas de lucha en pelis como X-Men o El único. ¡Y fue ayudante de dirección de Wong Kar Wai en 2046! Más de 20 años después, Ke Huy Quan vuelve a ponerse delante de la cámara con el carisma intacto, y con un personaje fabuloso que, claro está, ofrece tantas posibilidades como multiversos existentes. De hecho, él protagoniza uno de los mejores momentos de Todo a la vez en todas partes, utilizando una riñonera como arma letal. ¡¡¡Qué feliz reencuentro!!!