Barcelona, 18 de enero de 1150. Hace 875 años. Ramón Berenguer IV, conde independiente de Barcelona, firmaba un documento de cesión de tierras y bosques de la Sierra de Prades a favor de la Orden del Císter. En aquel momento empezaba a escribirse la historia de Poblet, el primer establecimiento Cisterciense en Catalunya. Por qué Poblet se llama de esta manera, por qué aquel establecimiento pionero fue creado en aquel momento y en aquel lugar, y por qué Ramón Berenguer IV confió aquella fundación a la Orden del Císter, son cuestiones que pasan desapercibidas; pero que, en cambio, tienen una gran importancia, porque explican un capítulo fundamental de la historia de Catalunya. ¿Por qué Ramón Berenguer IV llevó a la Orden del Císter a Catalunya?

Ramón Berenguer IV de Barcelona y Petronila de Aragón. Fuente Rollo Genealógico de Poblet

¿Por qué Poblet se llama Poblet?

Sobre la etimología del topónimo Poblet hay varias hipótesis, pero la más aceptada es la que lo hace derivar de la expresión latina Populus Alba (gente blanca). Según los defensores de esta hipótesis, esta expresión haría referencia al tradicional hábito blanco de los monjes Cistercienses. En este punto, es importante destacar que la primera comunidad monástica que se estableció en Poblet —un grupo de una docena de monjes, procedentes del monasterio Cisterciense de Fontfreda, a las afueras de Narbona— serían no solo los primeros religiosos que se establecían en aquel paraje; sino también unos de los primeros pobladores de aquel territorio.

¿Quién vivía en los bosques de Poblet cuando llegan los primeros monjes?

Durante dos siglos largos (entre los siglos X y XII), la Sierra de Prades fue “tierra de nadie”; es decir, formó parte de la amplia franja fronteriza que separaba los dominios cristianos de raíz carolingia (condados independientes de Barcelona y de Urgell) y los dominios musulmanes andalusíes (emiratos de Tortosa y de Lleida). Y, por tanto, era un espacio inseguro, violentado y despoblado; el refugio de los grupos bandoleras (que, más adelante, el poder transformaría en los almogávares); y la zona de tráfico de las siniestras cabalgatas, las operaciones de castigo que unos y otros (carolingios y andalusíes) lanzaban contra el territorio enemigo.

Representación medieval de un monasterio Cisterciense. Fuente: Bibliothèque Nationale de France

Pero, realmente, ¿quién vivía en los bosques de Poblet, antes de la llegada de los primeros monjes?

A caballo entre el año 1000, el régimen feudal arraigó y se impuso en la sociedad europea. En los condados catalanes —cómo pasaba en todas partes— los barones feudales —los delegados territoriales del poder condal— usurparon el bien público (ejército, tributos, justicia) y la pequeña propiedad campesina; y empobrecieron y violentaron a la sociedad. Los condados del Pirineu oriental (Conflent, Cerdanya o Urgell); que, en aquel contexto histórico, se considerarían superpoblados; se convirtieron en focos de extrema conflictividad social y de pobreza creciente. Y las fuentes de la época revelan la existencia de una corriente migratoria clandestina, que se originaba en los superpoblados condados pirenaicos y que, huyendo de aquel paisaje de injusticia y de miseria, se dirigía y se establecía en “tierra de nadie”.

¿Quiénes eran aquellos emigrantes clandestinos hacia “tierra de nadie”?

Aquellos emigrantes no generaron ningún tipo de documentación. Ni durante el viaje, ni a partir del establecimiento en “tierra de nadie”. Pero, en cambio, la documentación que genera el poder feudal de la época y la investigación historiográfica actual, nos permite trazar un perfil de aquel fenómeno. Eran grupos familiares formados por una docena larga de personas, de dos o tres generaciones diferentes y dirigidos por una cap de casa (que no, necesariamente, tenía que ser el de más edad); que abandonaban su territorio y su sociedad y se adentraban hacia “tierra de nadie” hasta que encontraban un espacio virgen que les permitiría generar recursos alimentarios. También, entre este colectivo, se menciona la existencia de fugitivos que habrían escapado de la pretendida justicia de los barones.

Fachada del monasterio de Poblet (1806). Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Dónde se establecieron aquellas comunidades?

La Sierra de Prades se convirtió en uno de los principales focos de atracción de este fenómeno. El terreno montañoso y boscoso les brindaba seguridad y la riqueza agrícola y cinegética les ofrecía capacidad de generar recursos alimentarios. Y por ejemplo, las cuevas de L'Espluga de Francolí, pobladas durante el paleolítico (5000 a.C. – 2000 a.C.) y abandonadas al inicio de la edad de los metales (2000 a.C.); fueron reocupadas de nuevo por aquellos emigrantes. Aquellas comunidades, que en su territorio de origen habían sido poco o nada evangelizadas, con toda probabilidad potenciarían su tradición cosmogónica y prescindirían de ciertas instituciones sociales como el matrimonio, la monogamia, el patriarcado o el tabú del incesto.

¿Qué destino se le había reservado al territorio de Poblet?

Cuando las huestes de Ramón Berenguer IV entraron en Tortosa (1148) y en Lleida (1149), se completaba la ocupación de la Catalunya nueva, iniciada en tiempo de los primeros condes independientes (a caballo entre los siglos X y XI). La Sierra de Prades y sus amplias cuencas en ambas vertientes, dejaban de ser aquella “tierra de nadie” fronteriza y el poder condal barcelonés les reservó un destino concreto: serían el espacio que absorbería la superpoblación de los condados del Pirineu oriental, y que contribuiría a reequilibrar y potenciar el aparato productivo del conjunto de sus dominios. Por lo tanto, sería un territorio destinado a recibir una gran emigración, pero en este caso, conducida por el poder.

Patio posterior del monasterio de Poblet (1806). Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Por qué Ramón Berenguer IV recurrió al Císter?

La Orden del Císter fue creada medio siglo antes (1098) al nordeste del reino de Francia (condado de Borgoña) coincidiendo con una época de fuerte crecimiento demográfico y de grandes roturaciones de bosques (transformación de masas forestales en espacios de uso agrario). Y los Cistercienses se habían revelado como un actor decisivo en el proceso colonizador de los “grandes desiertos” boscosos de Francia. Su capacidad organizativa; demostrada por todas partes y, más concretamente, por la comunidad monástica de Fontfreda en la roturación y colonización de los bosques del vizcondado de Narbona, sería lo que explicaría la confianza que Ramón Berenguer IV otorga a la Orden del Císter en la misión de transformar los paisajes y organizar la colonización de la Sierra de Prades.

¿Por qué Ramón Berenguer IV recurrió , también, al Císter?

Pero la existencia de aquellas comunidades “libres” no había pasado desapercibida por el poder. Y Ramón Berenguer IV confió en la capacidad organizativa y en la vocación evangelizadora del Císter para recuperar y encuadrar aquellas comunidades dentro del sistema. La llegada de los primeros monjes al bosque de Poblet (1150) marcaría el principio del fin de un fenómeno singularmente original que, durante aquella época —nacimiento y expansión del régimen feudal—, no se había producido en ningún otro lugar de Europa. La llegada de la “gente blanca” de Fontfreda, incorporaría la Sierra de Prades a la civilización cristiana y europea, pero destruiría el modelo de aquellas comunidades que, durante generaciones y protegidas por la naturaleza y por el olvido, habían vivido en libertad.

Sala Capitular del monasterio de Poblet (1806). Fuente Cartoteca de Catalunya