Los que todavía viven de la retórica que la antigua convergencia hace las vacaciones en la Costa Brava, habrán añadido en su argumentario de los últimos años que, estos mismos, también disfrutan de una programación infinita de festivales que, ya tienen sus años, pero se consolidan ahora en el imaginario colectivo de todos nosotros: Cap Roig, Peralada y, obviamente, el de Porta Ferrada. Para no hablar otros más pequeños y emergentes como el F'estiu en Sant Antoni de Calonge.

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Fotografía: Xavier Casals

¿Por qué es confortable?

Quedémonos en el de Porta Ferrada, en Sant Feliu de Guíxols. Humildemente, para una que no puede tener la etiqueta de exconvergent, lo quiera o no, por una cuestión de edad, considero que este es el festival más confortable de todos: puedes aparcado sin problemas en un descampado que hay al lado y te ahorras pagar; puedes andar sin encontrarte con cuellos de botella de gente en algún momento; el espacio previo de antes del concierto está perfectamente en sintonía con el del concierto; puedes comer sin miedo a perder una silla para sentarse y descansar; y, sobre todo, el anfiteatro está tan bien estructurado que no tienes que tener miedo al no captar ningún momento del cantante o la cantante en cuestión. Quizás sí hace mucho de exconvergent ir a valorar un festival según el nivel de confortabilidad, pero también os aseguro que eso es lo que, desde un instinto humano y animal, todos acabamos priorizando. Sorprende ver cómo, aquellos que más tiran de los tópicos sobre perfiles y señalan con el dedo, son los más remilgados cuando viajan por el mundo.

Un viaje al 2010 con Two Door Cinema Club

Pero seguimos con Porta Ferrada. Mi paso en este festival me llevó a ver los Two Door Cinema Club. A pesar de algún rayo que prometía una tormenta electrónica y un chaparrón que, muchas veces, parecía bastante intenso, la banda irlandesa no falló y salió en un escenario donde se encontró un público muy entregado. Seguramente porque los exconvergents en cuestión valoran no poner el culo encima de una silla mojada y, haciendo un sacrificio, la mayoría de ellos prefirió bajar a la platea y cantar de pie.

Desde su debut con Tourist History el año 2010, sus tres canciones míticas han acompañado a toda una generación de jóvenes que ya empezamos a oler los 40. Gracias a una discográfica independiente francesa, Kitsuné Music, tenemos que agradecer el nacimiento de los Two Door Cinema Club, pero también de los Bloc Party, Foals, GOSSIP, Hot Chip, Metronomy, Parcels, Phoenix o The Shoes. Con ellos, muchos de nosotros nos teletransportamos a recuerdos no demasiado lejanos, pero que ya empiezan a marcar la distancia entre nuestra faceta actual de padres y madres, respecto de la de nuestra juventud. Seguro que si conoces a estos grupos, también sabes de quién hablo cuando digo The Strokes, Arctic Monkeys o Franz Ferdinand. Aunque no hayamos sido unos fans de ningún grupo concreto, todos conocemos la melodía de cada una de las canciones más icónicas de todos ellos.

Y eso es exactamente lo que me pasó con los Two Door Cinema Club. Pero con el añadido de una pregunta: ¿por qué nunca me escuché un disco entero de ellos? No han perdido ningún tipo de bastante musical y han ido además donde valoro uno directo real y con músicos reales, lejos de la porquería que ahora se escucha demasiado a menudo. Y sí, eso quizás hace un poco de exconvergent. Todavía que decir las verdades, tampoco cuesta tanto.