En 1990, Alan J. Pakula llevaba la novela Presunto inocente de Scott Turow a la pantalla grande con Harrison Ford de protagonista. Lo tenía todo a favor, con una excelente banda sonora de John Williams y un plantel de secundarios digno de los clásicos del género, pero ni unos ni otros evitaban que fuera un thriller judicial estirado, aburrido y moralista que solo cobraba sentido con un final (presunto, también) sorpresa que te hacía replantear algunas de las pistas de la trama. Fue un éxito en su día gracias a Ford, pero no ha conseguido trascender, ni mucho menos, a su filmografía. Ahora Apple TV+ ha sumado esfuerzos con el productor J.J. Abrams y el creador en horas bajas David E. Kelley, uno de los grandes nombres del género, para una nueva adaptación en forma de miniserie. El resultado es bastante contradictorio.
Conservadora y poco ingeniosa
Por una parte, la Presunto inocente televisiva mejora su precedente en algunos aspectos, porque a lo largo de ocho episodios tiene tiempo para dotar de más matices a los personajes, empezando por el principal, y expandir algunas tramas que, como las más políticas, tenían escasa presencia en la película. Por la otra, la medida del producto no mejora necesariamente su eficacia, porque esta misma duración le va claramente en contra cuando se trata de sostener el misterio y hacer creíbles las tensiones que genera. Gustará a los fans del género que no hayan leído el libro (sobrevalorado, por cierto) ni visto la película, pero quien se embarque el viaje con información previa muy probablemente se planteará abandonarlo en unas cuantas ocasiones.
Gustará a los fans del género que no hayan leído el libro (sobrevalorado, por cierto) ni visto la película, pero quien se embarque el viaje con información previa muy probablemente se planteará abandonarlo en unas cuantas ocasiones
El protagonista de Presunto inocente es Rusty Sabich, un fiscal que se convierte en el principal sospechoso del asesinato de una colega suya. Si los indicios apuntan hacia él es porque Sabich, conocido por su integridad profesional, tuvo un lío con la víctima y, por descontado, la escena del crimen es como un mapa de su ADN. El hombre se encontrará teniendo que defender su inocencia mientras intenta redimirse de sus acciones ante su familia. A pesar de contar con directores tan competentes como Greg Yaitanes, la miniserie no se separa de su referente literario, ni siquiera de la película de Pakula, más allá de lo que es estrictamente necesario. Sí que aporta unas cuantas variantes en la descripción del entorno laboral y político del protagonista, que resulta bastante más humano (y creíble, en consecuencia) que en el texto de Turow, pero la estructura es tirando a conservadora y sus giros dramáticos, poco ingeniosos.
A pesar de contar con directores tan competentes como Greg Yaitanes, la miniserie no se separa de su referente literario, ni siquiera de la película de Pakula, más allá de lo que es estrictamente necesario
De hecho, como pasaba a libro y película, si se presta atención y se aplica la lógica narrativa, la identidad del asesino se adivina con relativa facilidad. Lo que lo acaba salvando es el carisma de Jake Gyllenhaal, contar con secundarios tan solventes como Peter Sarsgaard y que, al final, es un producto tan discreto como indiscutiblemente entretenido. Ahora bien, si buscáis una buena intriga judicial en Apple TV+ mejor decantarse por Defending Jacob, que habla de los mismos temas, pero con mucha más mala baba.