A ver, al Primavera Sound se le pueden discutir muchas cosas. Como a todos los festivales. Pero hay una que no permite debate: el acierto y la delicadeza en una cuestión como la de la paridad. Un requisito sin el que el festival no tira adelante. Es verdad, que lo de las cuotas, pues bueno, tiene su qué y habría que averiguar que hay o no de sincero en ciertos movimientos. De hecho, durante estos días previos ha habido varias protagonistas; Stella Maris y el momentazo con Carmen Machi, Beth Gibbons dejando ese sello único (por favor, no tardes tanto en volver), Amyl y sus Sniffers y el descaro del punk, u otras como una Jessica Pratt portentosa a la que muchos no vieron porque coincidía en hora con la gran Reina de esta edición, Lana del Rey.
 

🟠 Primavera Sound: en Mordor mandan las mujeres

 

📷 El Primavera Sound Barcelona 2024 en fotos
 

De hecho, al acabar el concierto de la diva, y viendo cómo reaccionaban sus seguidores, la conexión que establecen con ella, esa especie de rito que va más allá de la música, me pregunté, ¿cuándo era más joven con quién podían tener un nexo así? Hablo del vínculo que tienen Lana, Taylor Swift o Billie Eilish con lo que ahora se hace llamar fandom. Y ciertamente, no me salían nombres. Vale, sí, Madonna por evidente. Pero la Ciccone era otra cosa. No había referentes. Ahora, por suerte, ya sí los tienen. Algo en lo que nos sacan ventaja. Y eso en 2024 supone un avance considerable, partimos desde un lugar más confortable. Es decir, hay mucho que mejorar, pero ya hay una base y las nuevas generaciones tienen un clavo al cual agarrarse: el discurso valiente de unas heroínas que toman sus propias decisiones, muchas veces al margen de lo que dictaría la lógica.  

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La lluvia ha marcado la última jornada del Primavera Sound / Foto: Montse Giralt

PJ no lo pone fácil

Con esto, el panorama para esta jornada de sábado estaba teñido por nombres de mujeres, SZA, Mitski o Charli XCX y, por otro lado, Róisin Murphy, Bikini Kill y, sobre todo, la gran jefa, la inigualable PJ Harvey. Una mujer que parecía cada vez más hermética y distante. Que sí, sigue en la primera fila, pero con sus reservas. Hace ruido, claro, porque entonces no sería ella, pero mide todo un poco más. No necesita afilar el cuchillo, y si lo hace, es con otras armas. Polly Jean (qué nombre tan bonito) ahora también escribe poesía, protagoniza un documental, el controvertido A dog called money que abordaba conflictos en algunas partes del mundo. Sin embargo, y a pesar de su compromiso, siempre había una barrera. Incluso en la gira de The hope six demolition project, pese a que contaba con un batallón de músicos extraordinarios (la mayoría siguen ahí), había un muro que te alejaba de su figura. Lógicamente, ya no muerde como en sus dos primeros discos, ni es la que nos embrujó con To bring you my love. Luego ha habido otras Harvey, unas más inspiradas que otras; la más electrónica y experimental, la que se ataba a un piano, la que paseaba por Nueva York o la que analizaba el sistema político en Gran Bretaña en los dos discos previos a I inside the old year dying

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PJ Harvey ha deslumbrado en su vuelta a Barcelona / Foto: MONTSE GIRALT

El objetivo: rendir pleitesía a la gran jefa, que llevaba siete años sin aparecer por Barcelona

Con las pistas de este álbum, PJ no lo puso fácil. El disco necesita su tiempo, es áspero y críptico. En cualquier caso, no fue hasta hace unos meses, cuando el Canal ARTE grabó un concierto en París (se puede ver entero en YouTube), que el trabajo cobró otra dimensión. Tras ver el espectáculo, todo cogía forma, las canciones ya tenían otro cuerpo. Necesitábamos ver esa representación para entender la intención y el concepto. Con una Polly mucho más teatral y, sobre todo, más cruda y cercana. Por tanto, el anuncio de que actuaría en Primavera Sound era un acicate (la semana que viene lo hará en los Jardines del Botánico en Madrid), otro motivo para regresar al gran circo. Curiosamente, a la espera de que llegara el concierto de PJ Harvey, se dio una curiosa coincidencia, los jóvenes que ya esperaban sentados en el suelo al concierto (que se celebraba tres horas más tarde) de SZA, se mezclaban con esos veteranos que, con mil batallas libradas, ni iban a ceder el espacio, ni iban a permitir un paraguas abierto (a pesar de la incesante lluvia), ni tampoco que nadie les apartara del objetivo: rendir pleitesía a la gran jefa, que llevaba siete años sin aparecer por Barcelona. 

20240601 PRIMAVERA SOUND 2024 PJ Harvey / Foto: MONTSE GIRALT
PJ Harvey ha presentado en el Primavera Sound, su último disco I Inside the Old Year Dying / Foto: Montse Giralt

Mujeres rebeldes

A diferencia de lo que está haciendo en teatros o salas, aquí adapta tanto el repertorio como la forma en que ha de desenvolverse. Encuentra el equilibrio, un gesto que la define como es: un ser inteligente. No es que vaya a lo fácil en esta fórmula para festivales, pues ahí está su mesita para tomar el té con un montón de artilugios, un pequeño organillo en el centro, y una variedad amplia de miradas y gesticulaciones. Al principio, el foco está en I inside the old year dying, hasta que suenan los tambores de guerra de This glorious land. Pero es con Send his love to me cuando conecta con su pasado, subiendo la temperatura; el tiempo se detiene definitivamente en 1995. Entonces éramos tan jóvenes, y no sé si más o menos avispados, que los seguidores de SZA. Y la música era un botón que pulsábamos como signo de rebeldía. Sin duda, el momento de mayor éxtasis es a continuación, con 50th Queenie, Polly Jean se desata; coge el micro con rabia, da un paso al frente, se agarra el vestido y canta como aquella inconformista posesa que quería cambiar algunas normas. Como las de su amigo Steve Albini, a quien ella, sola con su guitarra, dedica The desperate kingdom of love, una pieza oculta de Uh huh her, quizá su disco más incomprendido, el menos valorado de su carrera. Otra prueba de que con ella no hay conjeturas, deja espacio a la sorpresa. 

20240601 PRIMAVERA SOUND 2024 Róisín Murphy / Foto:  MONTSE GIRALT
Róisín Murphy, una bateria de hgits para cerrar el Primavera Sound / Foto: MONTSE GIRALT

Con conciertos como este, convence a quienes dudaban de su jerarquía. Polly Jean nunca se fue, sigue estando ahí, es la jefa de todo esto

Con Dress viaja otra vez hasta la abrupta inocencia de Dry, apuntando ese: “If you put it on, If you put it on” y dejar para el postre Down by the water y To bring you my love es reconocer qué disco la ha marcado más a ella y, posiblemente, también a gran parte de sus fieles (estos se debaten entre este y Rid of me). Solo habría que preguntarle a su socio de toda la vida, John Parish, con qué Polly se queda. Y puede que elija a esta, la de 2024, pues las concentra a todas. Porque ella, dentro de ese vaivén con reinvenciones, no deja de pensar en el resto de personalidades que se quedaron por el camino, pues siempre hay un momento para recuperarlas. Y de paso, con conciertos como este, convence a quienes dudaban de su jerarquía. Polly Jean nunca se fue, sigue estando ahí, es la jefa de todo esto. Luego quedaba comprobar cómo iban a aparecer Bikini Kill, y lejos de analizar su música, que ya sabemos qué derroteros lleva (punk con crítica social y reivindicación feminista), ver a Kathleen Hanna arriba y abajo por el escenario, compensa cualquier otra carencia. Y claro, Rebel Girl. Ese himno que justifica una vida. En cambio, a Róisin Murphy, la mujer de los mil trajes y con la paleta de colores más amplia del pop actual, no había quien la parase, ni la polémica transfóbica de hace unos meses, ni los truenos que avisaban de la llegada de más agua. Los que resistieron se llevaron premio: una batería de hits. Que ya de madrugada, es lo que pide el cuerpo.