Los festivales tienen eso, es un escaparate tan grande, que de entre esa oferta tan generosa, siempre hay uno o varios grupos que acaban con la etiqueta de sorpresa, descubrimiento o revelación. Es posible que este año también pase con, por ejemplo, un grupo como Brutus (actúan en la jornada de hoy). Y es que, aunque el artista en cuestión tenga ya un recorrido, hay gran parte de ese público oculto que descubre esas joyas entre las telarañas de un festival. Sucedió en 2019 con Amyl and The Sniffers, unos punks australianos con actitud e imagen redneck. Ahora ya son de dominio público, quien más quien menos los tiene controlados y tocan en uno de los escenarios grandes. El salto en un lustro es cualitativo. Sobre el escenario, lo conocido: ella bebe de la misma sangre que Iggy Pop o Wendy O'Williams.
 

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Gibbons tiene la pócima

Beth Gibbons está hecha de otra pasta. Ella dosifica sus apariciones, por eso sorprendió que el día en que llegó a las tiendas su esperado disco en solitario (Lives Outgrown), publicase un vídeo en redes de lo más normal, en su jardín y desprovista de ese misterio tan habitual. Ahora Gibbons podría ser tu vecina y pasaría desapercibida en tu barrio, compra en la misma frutería que tú y que yo. De hecho, uno de los conciertos más recordados en la Ciudad Condal en las últimas dos décadas, fue el de Gibbons con Rustin Man en 2002 presentando el descomunal Out of season en Sala Apolo. La tensión se cortaba con un cuchillo, entonces no había móviles que molestaran, el silencio era sepulcral y la audiencia de entonces sumamente respetuosa con los músicos.

Ella tiene ese gancho vaporoso, puede que por el impacto de su susurro y esa voz narcótica inconfundible

En este Primavera Sound, la escena y las circunstancias iban a ser otras. El objetivo no era otro que la búsqueda de cercanía (suerte que actuó en el Escenario Cupra, el del anfiteatro) y más concentración si cabe. Ella tiene ese gancho vaporoso, puede que por el impacto de su susurro y esa voz narcótica inconfundible. En una hora (no le hace falta más) transforma esa realidad en un sueño. De golpe y porrazo, no hay ruido alrededor y la gente se ha difuminado. Gibbons tiene la pócima: sus bellas canciones son un bálsamo. Sean cuales sean, tanto da si las suyas propias o las de Portishead. Con una banda descomunal (un septeto con teclado, violines y un guitarrista de otro mundo), su nuevo catálogo es la bandera. Pero es cuando recupera Mysteries o Tom the Model de aquella asociación con el exTalk Talk, y una Roads de Portishead por la que muchos derramaron lágrimas, que Beth conquista nuestros corazones.

¿Recuerdas la primera vez?

Y para despertar tras la fábula de Gibbons, una opción segura y rentable es Pulp. Ya saben, esa familia bien avenida que presume de ir al supermercado y que tiene costumbres de gente corriente. Si bien, cuentan con una facultad: escriben canciones. Y además, temas que gustan a la mayoría. Ellos, que siempre han estado en el bando de los que huyen del conflicto (para eso ya estaban Blur y Oasis), siguen poniendo a todos de acuerdo. De hecho, te encontrarás a poca gente que te diga que les caen mal. Y tras verles, una vez más, en la contienda del Primavera Sound (era su tercera vez), Pulp le dan a los suyos lo que necesitan: himnos pop que se pueden corear y bailar, en cualquier momento y situación; This is hardcore, Do you remember the first time?, Babies, UnderwearEs, sin duda, el triunfo de lo cotidiano. El de esa gente, que como la de la portada de Different class (su disco más sonado), lo mismo va a comprar el pan que se visten para ir a una boda. De todos modos, quien domina el cotarro es Jarvis Cocker, con guiños velados a Bowie o al Elvis de Las Vegas, recuerdos de su concierto en Zeleste de 1995 y la felicidad desbordante con Common people. 

Pulp le dan a los suyos lo que necesitan: himnos pop que se pueden corear y bailar, en cualquier momento y situación

A quien seguro no se van a cruzar en ningún lado es a Peggy Gou, la famosísima DJ surcoreana. A ella solo la ves en pasarelas de moda, entre lo más granado del Festival de Cine de Cannes o en Mónaco en la Fórmula 1, concretamente en el paddock de Ferrari. Y en las portadas de revistas, en Vogue e incluso en las que se habla de amoríos. Ese es su perfil (Instagram no engaña, o sí). Y además, saca singles. Uno a uno. Así el efecto dura más. Alguno tan popular como (It goes like) Nanana o el último en caer, Lobster Telephone. Su show no es el de una DJ al uso que se sube a una cabina. Hay mucho trabajo de producción; luces, pantallas, bailarines. Es el fin de fiesta para algunos (antes también brotó la elegancia de Amaarae y la pegada metalera de Deftones), pero no para esa gente corriente que cantan Pulp. A estas horas Beth y los de Sheffield ya están durmiendo. Les espera la compra.