Llucmajor (reino de Mallorca, edificio político de Barcelona), 25 de octubre de 1349. Hace 674 años. El ejército de Pedro III, rey de la Corona catalanoaragonesa, derrotaba el ejército de Jaime III, último rey de Mallorca, y reincorporaba las Illes, el Rosselló, la Cerdanya y el Arán al edificio político de Barcelona. Jaime III y Pedro III —bisnieto y tataranieto, respectivamente, del rey Jaime I— mantenían un conflicto que la historiografía tradicional ha explicado como la ambición expansiva del catalán. Pero la realidad era bien distinta. Ambos compartían el mismo objetivo y la misma ambición: reunificar los dominios de Jaime I y ocupar el trono en solitario. Aquel conflicto adquiriría rápidamente un alcance internacional. Y es en ese punto donde entra en juego Eduardo de Woodstock, el Príncipe Negro, gobernador inglés de Aquitania, y principal amigo y aliado de Jaime IV, hijo y heredero de Jaime III.

¿Quién era y de dónde venía el Príncipe Negro?
Eduardo (Woodstock, 1330 – Westminster, 1376) —que no sería llamado Príncipe Negro hasta después de su muerte— era el hijo primogénito y heredero del rey Eduardo III de Inglaterra. Era tataranieto de Leonor (1223-1391), la reina de la rama provenzal de los Bellónida catalanes que había introducido las cuatro barras en el heráldico inglés. Y era el nieto en cuarta generación de Leonor (1122-1204), la reina occitana que había aportado Aquitania a los dominios de Inglaterra. En su condición de sucesor al trono de Londres, había sido nombrado lugarteniente inglés de Aquitania. Y en Burdeos, desde la dirección de dicha cancillería, intervendría en los grandes conflictos que estallarían en el suroeste del continente: la Expedición a Mallorca (1349), la Primera Guerra Civil castellana (1351-1369) y el intento de conquista de Catalunya (1374).
La invasión catalana
Jaime III de Mallorca (Catania, reino de Sicilia, 1315) había heredado el trono de Palma de su tío paterno Sancho I, que había muerto sin descendencia legítima (1324). Antes del deceso del viejo Sancho, ya se habían producido los primeros movimientos. El rey catalán Jaime II (padre de Pedro III), ya codiciaba la reincorporación del reino mallorquín (separado del edificio político catalanoaragonés por el testamento de Jaime I, 1276) y aprovechó que Sancho no tuvo descendencia para clavar sus colmillos en el trono de Palma. Jaime II asfixió económicamente el reino mallorquín, y su hijo Pedro III invadió las Illes (1343) y el Rosselló (1345). Jaime III (Sancho I ya había muerto) se refugió en Montpellier, última posesión de la casa real mallorquina.

¿Qué era la Expedición de Mallorca?
Cuatro años después (1349), Jaime III vendía Montpellier a la Corona francesa. Con lo que obtuvo de dicha venta, armó un ejército y desembarcó cerca de Palma, en una operación que sería denominada "la Expedición de Mallorca". Pero el enfrentamiento de Llucmajor (1349) pondría fin a aquella aventura. Jaime III perdería la batalla, perdería a su ejército y perdería la vida. Y su hijo y sucesor Jaime IV (que en aquel momento era un chico de catorce años y que no reinó nunca) sería encarcelado durante tres años (1349-1352) en Xátiva y en Barcelona. Cuando fue liberado (1352), no fue a París (a la corte de Juan II, el hijo del rey francés que, con la compra de Montpellier, había financiado la Expedición de Mallorca). Ni a Toledo (a la corte de Pedro el Cruel, archienemigo de su carcelero Pedro III). Se fue a Burdeos, a la corte angloaquitana del Príncipe Negro. ¿Por qué?
La Guerra Civil castellana
Cuando Jaime IV de Mallorca, el rey que nunca reinó, fue liberado, el mundo era un caos provocado por la Peste Negra (1348-1351). Los conflictos, en vez de apagarse, se multiplicaron; y el primero que estalló fue la Primera Guerra Civil castellana (1351-1369), que enfrentó a los partidarios de Pedro I, denominado el Cruel —hijo legítimo del rey Alfonso XI y que sería el último monarca de la vieja estirpe castellana Borgoña— contra los seguidores de Enrique, hijo ilegítimo de Alfonso XI (por lo tanto, hermanastro de Pedro el Cruel), que ganaría ese conflicto, reinaría como Enrique II y sería el primer monarca de la estirpe castellana Trastámara. Aquella guerra no era tan solo un conflicto "familiar". Estaba en juego un nuevo modelo político que, aprovechando la formidable crisis de la Peste Negra, tenía que soterrar el régimen feudal o "pactista".

Jaime IV y el Príncipe Negro
Pedro el Cruel, era un rey "pactista". Internamente, tenía el apoyo de la nobleza castellanoleonesa, y externamente, el de Inglaterra-Aquitania, el de Navarra y el del reino nazarí de Granada. Y Enrique —el Trastámara— era un pretendiente "preabsolutista". En el interior, tenía el apoyo de las clases mercantiles castellanoleonesas, y en el exterior, el de los reyes catalán Pedro III y francés Juan II, que habían impuesto un régimen autoritario en sus respectivos dominios, y que tenían el apoyo de las clases mercantiles de sus reinos. Por lo tanto, nos encontramos con dos partidos claramente diferenciados, y con Jaime IV de Mallorca junto al Príncipe Negro en la defensa del tradicional régimen feudal y enfrentados a las clases mercantiles del suroeste del continente, comprometidas a derribar aquel viejo sistema que favorecía a la nobleza terrateniente.
La trama del Príncipe Negro
Pero el Príncipe Negro y Jaime IV iban mucho más allá. El inglés Eduardo tejió una red de agentes que entraron en contacto con las familias aristocráticas catalanas, aragonesas y valencianas, especialmente descontentas por el autoritarismo del rey, que, con su particular forma de gobernar, rompía el tradicional equilibrio de poderes (el eje rey-nobleza-Iglesia) que había consagrado el régimen feudal. El propósito era derrocar a Pedro III de Catalunya-Aragón y situar a Jaime IV de Mallorca en el trono de Barcelona. El origen genético del mallorquín (nieto en quinta generación por descendencia patrilineal directa del rey Jaime I, sobrino del rey Pedro III y nieto del rey Jaime II por lado materno) legitimaba la operación de restauración de la familia real mallorquina. Incluso al precio de involucionar la Corona hacia un modelo agotado, con el propósito de lograr el objetivo.

La invasión de Catalunya
En 1374, Jaime IV, el Príncipe Negro y Luis d'Anjou, hermano malavenido del rey Carlos V de Francia, reunieron a un ejército de 6.000 mercenarios aquitanos e iniciaron la invasión de Catalunya. Se entregaron a una devastadora campaña de pillaje y destrucción que puso en jaque a Pedro III. Pero la violencia devastadora de las huestes del mallorquín amedrentó a la nobleza catalana, que, o bien se quedó en casa, o bien se movilizó a favor de Pedro III. La empresa de Jaime IV sería un fracaso. Jaime, derrotado, acabaría muriendo carcomido por la tuberculosis y en el exilio castellano (1375). El Príncipe Negro no podría culminar su proyecto. Y tres décadas y medio más tarde (1410), la última rama Bellónida —cuando menos, el último representante legítimo— se extinguiría en la persona de Martín I, y daría paso a la entrada de la dinastía extranjera de los Trastámara.