Tiene nombre de activo, PRIS-CI-LLA-MO-RRIS, pero es escritora. Priscilla Morris es inglesa. De padre inglés. De madre bosnia. Acaba de publicar en nuestro país, a través de Duomo (Periscopi en su versión en castellano), Las mariposas de Sarajevo, novela que, por explicar una historia extraordinariamente personal (aunque Morris no juega a la autoficción), tardó 13 años en escribir. "Primero intenté escribir un libro infantil. Después creí que quizás podría ser un relato breve. Más tarde pensé que quizás podría ser un trabajo periodístico. Finalmente, después de ir a un taller de escritura, acabé escribiendo una novela". Es su debut literario, y todo han sido elogios. Todos merecidos.
Miss Sarajevo
El año 1995 U2 y Brian Eno publicaban, escondidos tras el seudónimo de Passengers, Original Soundtracks 1. Un álbum conceptual con canciones que formaban parte de bandas sonoras de películas imaginarias. El único sencillo que tuvo aquel disco fue Miss Sarajevo, una composición en que los irlandeses contaron con la colaboración del tenor italiano Luciano Pavarotti. La canción combina versos en inglés cantados por Bono con un aria operística en italiano interpretada por Pavarotti. La letra reflexiona sobre la guerra, especialmente el asedio de Sarajevo durante la Guerra de los Balcanes, y cuestiona por qué el mundo no hace nada ante el sufrimiento humano. "Hay un momento para ganar, un momento para perder, un momento para lágrimas y un momento para reír, un momento para nacer y un momento para morir, un momento para matar y un momento para cuidar, un momento para destruir y un momento para construir". Miss Sarajevo suena como la sintonía perfecta de Las mariposas de Sarajevo, novela de una belleza cautivadora, traducida al castellano por Begoña Prat Rojo, con que Morris se ha hecho instantáneamente un lugar destacado en el panorama literario internacional.
Las mariposas de Sarajevo es una oda a una ciudad y a los habitantes que fueron capaces de mantener viva la llama de la esperanza
Cuando era pequeña, Morris pasaba los veranos en Sarajevo. Hasta que estalló la Guerra de los Balcanes y aquellas vacaciones acabaron. El año 1993, cuando las cosas ya eran terriblemente complicadas en Bosnia, el padre de Morris utilizó su estatus como periodista para poder volar a Sarajevo a rescatar a los abuelos de Priscilla. Su tío abuelo, el artista Dobrivoje Beljkašić, también huyó del asedio de la ciudad. Su abuelo nunca se adaptó a su nueva vida. Murió poco después. Su tío siguió pintando durante años. El arte fue su refugio. Esta es la historia real de la familia de la escritora. Esta, la que Priscilla relata en su primera novela: cuando una nueva oleada de violencia sacude Sarajevo, Zora, artista y profesora, envía a su madre y su marido a Inglaterra. Ella, sin embargo, decide quedarse, y antes de que tenga tiempo de darse cuenta de ello, estalla la guerra que somete la ciudad a un asedio sin precedentes. Los días se vuelven inciertos: la libertad ha desaparecido y la vida se ve amenazada. La mujer se encuentra rodeada, de golpe, de muchos vecinos que a duras penas conoce, pero con quien comparte un objetivo común: tejer una comunidad que les permita preservar la vida. Las mariposas de Sarajevo es una oda a una ciudad y a los habitantes que fueron capaces de mantener viva la llama de la esperanza. Sorprendente y lírica, esta novela nos devuelve a unos hechos brutales que sacudieron el mundo entero, y nos muestra cómo el amor, el arte y la amistad se convirtieron en aliados para combatir el horror.
No mucho, pero Priscilla Morris ha llegado tarde al CCCB donde tiene que encontrarse con los periodistas que la quieren entrevistar. Su tren iba retrasado. Nada extraño si tenemos en cuenta que era un Rodalies procedente de Girona. La escritora inglesa vive parte del año en Romanyà de la Selva, villa bucólica y último refugio de Mercè Rodoreda. "He leído, a pesar de que en inglés, La plaça del Diamant". No es la única escritora catalana que ha leído. De nuestra escena literaria también cita nombres como Eva Baltasar e Irene Solà. "En la universidad estudié filología hispánica y, aunque está escrito en castellano, recuerdo que también leí Nada de Carmen Laforet". Desde Girona trabaja en su próxima novela, una historia (que promete que no tardará 13 años en acabar) que ha ubicado entre la Catalunya Nord y el Principat, con el Canigó como epicentro. Dice que todavía no ha leído Verdaguer, pero que lo hará.
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Una guerra que nadie olvida
Morris, de 51 años y que desde los 6 años quiso ser escritora, rememora que el detonante que la llevó a sentarse delante del ordenador fue conocer a los 26 años, el día del funeral de su abuelo bosnio en Londres, la historia de su tío abuelo Dobrivoje Beljkašić, un pintor que, a diferencia de su abuelo, se había integrado en la sociedad inglesa, después de ver quemar la Biblioteca de Sarajevo, y ver cómo se perdían sus lienzos. "Era un hombre extraordinario que, al contrario que mi abuelo, en Bristol reconectó con la naturaleza y volvió a coger los pinceles, recuperando su vida y viviendo veinte años más que mi abuelo, que solo sobrevivió tres en Londres", ha comentado.
Sin obviar que el proceso de escritura fue doloroso, Morris ha recordado que para documentarse se instaló en 2010 durante unos meses en Sarajevo para hablar con testigos del asedio
Sin obviar que el proceso de escritura fue doloroso, ha recordado que para documentarse se instaló en el 2010 durante unos meses en Sarajevo para hablar con testigos del asedio, sintiéndose satisfecha ahora de la recepción que ha tenido la obra allí. Durante el tiempo que estuvo perfilando el texto se preguntó por la violencia que estalló en Sarajevo el 1992, teniendo en cuenta que pensaba que era un lugar precioso, lleno de color, con gente acogedora y que convivían muy bien. "La familia de mi madre era mixta y, de repente, se vieron en medio de los bombardeos. Al inicio, no podíamos hablar con mis abuelos porque interrumpieron el servicio telefónico y para todos fue un choque. Con la novela he intentado explicar esta transición, la del paso de una sociedad pacífica en otra en la que prevalece la violencia".
Con la novela he intentado explicar esta transición, la del paso de una sociedad pacífica en otra en la que prevalece la violencia
A pesar de los años que han pasado, en cualquier conversación que Priscilla Morris inicia en sus visitas a la ciudad constata cómo sigue el trauma: "Acabas hablando de la guerra, que nadie olvida". Por otra parte, cree que el peligro del olvido es que no se honre a los muertos que hubo y que se repitan los hechos. "Al mismo tiempo, para poder vivir en paz, tiene que haber un poco de olvido, hay que aceptar lo que pasó, pedir perdón para poder sanar las heridas, porque todavía hay a quien niega el genocidio de Sarajevo", ha apuntado.