El MACBA acoge, hasta septiembre, la exposición PUNK. Sus rastros en el arte contemporáneo. Se trata de una muestra que ya pasó por el CA2M de Madrid cuando lo dirigía el actual director del MACBA, Ferran Barenblit; y que también se ha expuesto en el Artium de Vitoria y debe viajar al Museo Universitario del Chopo, de México D.F. El comisario de la exposición, David G. Torres, ha explicado que esta exposición era imprescindible, a 40 años de la aparición del punk, porque "El punk es uno de los movimientos del siglo XX que más poso ha dejado". En realidad, para Torres, el punk enlazaría con el dadá y con el surrealismo: sería una expresión de rechazo a la modernidad, un sentimiento que periódicamente resurge en el mundo del arte. El arte, así, tendría una relación directa con la cultura underground.
Arte y punk
David G. Torres ha querido dejar bien claro que ésta no es una exposición sobre el punk, sino sobre las consecuencias de este movimiento sobre el arte (una reflexión inspirada en el libro Rastros de carmín, del crítico musical Greil Marcus). Argumenta que a menudo se ha subvalorado la relación entre el punk y el arte moderno, y afirma que buena parte de los autores que se han contactado por la exposición han confesado la influencia directa que han recibido de este movimiento. A pesar de todo, se ha querido dedicar un espacio inicial a una muestra general sobre lo que representó el punk, para los que no lo conocen bien. Torres reconoce, que en el momento en que se incluye el punk en un museo, se lo vuelve a matar, porque su sitio está en la calle. Pero argumenta que la actitud derivada de este movimiento continúa bien viva en el mundo del arte.
Rotura desde el inicio
La exposición se inicia con un cubo negro de menos de dos metros de lado, obra de João Onofre. Se trata de una cámara que se cierra herméticamente, que contiene instrumentos musicales. El día de la inauguración un grupo local se encierra herméticamente en él y empieza a tocar. La cuestión es intentar resistir al máximo en aquel reducido espacio. A continuación el visitante pasa por una instalación de Tere Recarens, Terremoto, en forma de puente hecho de tablones, sobre los que se colocan mesas y estantes con objetos frágiles: vasos, tazas, platos, botellas, ceniceros y figuritas se irán rompiendo a medida que los visitantes pasen a la exposición. Ya se ha previsto ir reponiendo los objetos rotos. Quizás la lástima es que en el MACBA predominan los visitantes poco punk, que recorren la pasarela con pose de bailarina para evitar romper nada.
Adaptada en el entorno
Una de las claves de esta exposición es que se va adaptando a los lugares donde se exhibe. Se reformula en función del tipo de museo donde se coloca, pero además, incorpora artistas locales. En el vestíbulo del MACBA se exhibe NoFuture, el coche usado por Jordi Colomer en su acción artística, de clara resonancia punk. También se reserva un espacio destacado las obras de Marcel·lí Antúnez, ex miembro de La Fura dels Baus: la exposición incorpora una instalación de robots musicales que hace vibrar todo el edificio con su estrépito. Y dentro de la exposición también hay fotografías de Jordi Benito, de los años setenta.
Otra percepción del punk
Es indudable que el punk recurría a la provocación para denunciar el sistema. Pero desde esta exposición se ha querido combatir algunos estereotipos, como el que consideraba el punk como un movimiento machista. Según Daniel G. Torres, el punk, más que propugnar la violencia, denuncia la violencia de la sociedad (cómo lo muestran los cuadros de Jean-Michel Basquiat, o algunos autorretrats de artistas golpeados). Una de las obras más espectaculares es, sin duda, una alfombra de DETEXT, hecha con 20.000 balas recogidas en las calles de Guatemala: constituye una denuncia obvia a la violencia. Pero también es muy impactante la obra de Christoph Draeger, en que se reconstruyen las habitaciones donde fueron asesinados las víctimas del grupo terrorista Septiembre Negro durante las Olimpiadas de Munich de 1972.
Jean-Michel Basquiat. Beast [Bestia]. 1983. Acrílico sobre tela. Cortesía de la Col·lecció “La Caixa”. Arte Contemporáneo. © The Estate of Jean-Michel Basquiat | Barcelona, 2015.
Sin silencio
Por unos días, el habitual silencio del MACBA quedará roto por esta exposición. En varias salas se hace presente el ruido, como herramienta para destruir el sistema. En un espacio, una gran instalación metálica de Pepo Salazar reproduce a todo volumen el ruido que hacen unos micrófonos que se arrastran por el suelo. Pero, además, varios vídeos reproducen música a un volumen ensordecedor.
La incógnita final
Algunas de las antiguas obras que se exponen en el Museo, serían difícilmente aceptables hoy en día, cuando dos titiriteros pueden ser acusados de apología del terrorismo. Algunas actuaciones de los seguidores del punk incluían alabanzas abiertas al terrorismo, a las drogas, a la violencia... Unas podrían tener problemas legales; muchas otras escandalizarían al público políticamente correcto. Si el punk no hubiera muerto, el 11-S lo hubiera matado.
Fotografía de portada: Jordi Colomer, NoFuture, 2006, vídeo y coche con luminoso.