Esta tarde Com si fos ahir emite su último capítulo antes de hacer vacaciones de verano. Por fin. O no. Depende de a quién le preguntemos. Yo, la verdad, he escuchado comentarios de todo. Algunas personas de mi alrededor la veneran por ser un retrato bastante fidedigno de los problemas actuales que todos nos podemos encontrar, mientras que otros se aburren como ostras porque, dicen, es lenta y nunca pasa nada. Sea como sea, lo que se valora de la serie ideada por Núria Furió es que aunque no la sigas siempre te enteras de qué está pasando. Un milagro.

Yo creo que los culebrones de sobremesa han sido más inclusivos para Catalunya que el Club Super 3, que ya es decir. Poco se habla de que hemos tenido las mejores, de aquellas que enganchan tanto que tienes un vacío existencial hasta que no llega la noche y puedes tirarte tranquila en el sofá. De verdad, esta prioridad pasa por delante de hacer tuppers y poner lavadoras, hay auténticas crisis nerviosas cuando no puedes ponerte al día porque alguien te dice de ir a hacer una birra improvisada. Si eres de los que sigue nombrando a los actores por sus nombres de ficción, estás en mi equipo. Piensa que en mi casa, cuando todavía no existía el contenido en streaming, nos lo grabábamos en vídeo para mirarlo en familia mientras cenábamos. Este era el nivel.

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Los culebrones de sobremesa han hecho más por Catalunya que el Club Super 3

Pero se debe decir que estas series post comida también han sacado lo peor (o lo mejor) de nosotros. No fastidiemos. ¿O es que no hemos empatizado con peña que nos caería fatal en la vida real? ¿No nos hemos nutrido con los aprendizajes de otros? Pienso que igual los culebrones de la pública nos han pervertido un poco la buena fe y han sacado la parte primitiva que todos llevamos dentro, aquello intrínseco que intentamos llevar oculto porque hace de mal llevar. Y también que nos han hecho crecer descubriendo nuevas maneras de hacer que antes veíamos con malos ojos. Cultura general catalana que nos ha forjado hasta ser quienes somos. Y por eso he hecho esta clasificación con las 5 personalidades que los culebrones de TV3 nos han hecho florecer a base de capítulos, y capítulos, y capítulos.

Secrets de família (1995): la antipixapí

Estás hasta el higo de desplazarte siempre tú para ver a los amigos de la facultad y de no escuchar frases acabadas en neutro. Te revienta el centralismo de Barsalona y nunca entenderás por qué los de la ciudad tienen la distancia distorsionada: ¿no saben que hay los mismos kilómetros de Barcelona a Girona que al revés? Total, que por fin sientes que se ha hecho justicia y que todo el mundo sabe que hay vida fuera de Barna. Ni Juego de Tronos ni Carles Puigdemont han hecho tanto por el país: si la Plaza de la Independencia, la calle Nou o el barrio de Sant Narcís son lugares de peregrinaje obligado es porque han acogido la historia de amor de Narcís, Dolors y Albert. Se tenía que decir y se dijo.

secretos de familia

Nissaga de poder (1996-1998): la transgresora

Eres la defensora de las causas perdidas. Tanto se te puede ver en una manifestación anti taurina como en pelotas ante el Congreso de los Diputados pidiendo más derechos para el colectivo LGBTIQ+. Tus ansias de libertad y de eliminar etiquetas no tiene límites y vas con todas. De hecho, en la habitación tienes un póster de Mateu y Eulàlia Montsolís que no dejas de mirar mientras escribes las memorias de tu vida. Coño, ellos dos sí que fueron valientes desafiando las normas sociales y follando por los rincones a pesar de ser hermanos. Igual que Eduard Farelo enamorándose de su madre. Obviamente, y como no podía ser de otra manera, tu canción preferida es La Revolución sexual de La Casa Azul.

estirpe de poder

Laberint d'ombres (1998-2000): la paranoica

Tienes la sensación que todo te pasará a ti. Tu personalidad es patológicamente miedica y has pasado por veinte terapeutas para saber de dónde te viene esto de ser tan sufridora. El 5G es lo mejor que te ha pasado desde que se inventaron los GEO localizadores, por fin un poco de aire. Lo necesitas. Sueñas con bolsas de plástico en la cabeza y con congeladores llenos de cadáveres, y tienes un mal sueño recurrente: un tío guapo de rizos y ojos claros lleno de sangre te sonríe por la ventana mientras te pregunta por una tal Gemma. ¿Qué quiere decir? Ni idea, pero un día de estos te diagnosticarán el síndrome Salvador Borés y dejarás de pasarte horas mirando mini series true crime por prescripción médica.

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El cor de la ciutat (2000-2009): la cotilla

Y de apellido, mil·lenial. Te pasas el día arrimada a las Stories d'Instagram porque la rejilla de la puerta se te ha quedado pequeña. Te pasas el día en el bar donde un hombre mayor no deja de hablar de sus almorranas por si encuentras una historia apasionante, pero de momento lo más emocionante que has descubierto es que el hijo del propietario tiene una Impala y que la farmacia de enfrente se traspasa. La verdad es que ibas para periodista pero la precarización inhumana del sector te ha empujado a crear tu propio canal de Youtube donde, de momento, sólo te siguen 23 personas. Tampoco te preocupa demasiado porque eres la persona con más paciencia del mundo: te pones un límite de 10 años para triunfar y 1906 capítulos para recibir el Pulitzer.

Roser Pilar el corazón|coro de la ciudad TV3

La Riera (2010-2017): la corrupta

Cobrar en negro es el menor de tus pecados. Ahora tienes ganas de invertir en bitcoins y destrozarle la vida a cualquier desgraciado que se te ponga por delante; es igual que no tenga casa o familia, tú lo único que quieres es embolsarte un buen fajo de billetes y fugarte a las Maldivas. Tus ídolos son Claudi Guitart y Lídia Almeda, los Bonnie and Clyde catalanes. A veces te sientes un poco culpable y quieres redimirte haciendo algún bien, pero se te pasa rápido cuando recuerdas que tu padre muerto te ha dejado mucha pasta en herencia con la que comprarás una casa en Pedralbes para hacer fiestas al estilo American Pie. ¿Tus colegas de fiesta? Pemi Fortuny y Leticia Sabater, sin duda.

claudi la riera