Querer es una serie que trata sobre el maltrato psicológico y el abuso físico en el seno de un matrimonio. Pone sobre la mesa qué es el consentimiento en el lecho conyugal. Pero durante los cuatro capítulos de metraje no se oye ni un grito, ni una palabra altisonante, ni siquiera se ve una escena de violencia reconocible. Porque la mejor ficción del 2024, y una de las mejores de siempre, narra con maestría el dolor ciego, aquel que está presente en el ambiente, pero que no hace falta mostrar.
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La mejor ficción del 2024, y una de las mejores de siempre, narra con maestría el dolor ciego, aquel que está presente en el ambiente, pero que no hace falta mostrar
Después de treinta años de matrimonio y dos hijos en común, Miren abandona el domicilio y denuncia a su marido por violación continuada. El espectador conoce la trama desde ese punto. Con la decisión ya tomada. La serie no recurre a saltos en el tiempo ni a dramatizaciones. Y es tan sobria, tan cruda, que los personajes son amables, torpes, uno di noi, dejando de lado algún ademán del hijo de papá Miguel Bernadeu. Todo discurre en un tono contemplativo donde se escuchan las respiraciones y el tragar saliva.
Trata al espectador como merece: como aquel inocentón que muy probablemente también escuchó a su padre sobrepasarse en más de una ocasión y hoy sabe que eso era falsa normalidad sostenida por el patriarcado
La ficción escrita por Alauda Ruiz de Azúa, premio Goya a mejor dirección novel por Cinco lobitos (2022), cuenta el punto de partida del divorcio y de la asunción del maltrato, el juicio, los daños colaterales, la incomprensión hacia la mujer y, sobre todo, la complejidad de los hechos. Especial énfasis a esto último. No pinta buenos y malos. No necesita de heroínas ni de verdugos. Trata al espectador como merece: como aquel inocentón que muy probablemente también escuchó a su padre sobrepasarse en más de una ocasión y hoy sabe que eso era falsa normalidad sostenida por el patriarcado.
Las heridas de la cultura de la dominancia
Se han hecho unas cuantas ficciones nacionales sobre violencia de género. Desde series de época, Hache (2019); thrillers, El inocente (2021), e incluso blockbusters donde se recurre al empoderamiento una vez tras otra, dígase Sky Rojo (2021) o la ultra popular La casa de papel (2017). Pero de todas ellas, la más impactante es Querer, donde el feminismo es el fondo del tablero, el tapete, pero lo que verdaderamente importante son las heridas que crea la cultura de dominancia del hombre: en las mujeres, en los hijos e incluso –un melón siempre complicado de manejar– en el propio hombre.
El feminismo es el fondo del tablero, el tapete, pero lo que verdaderamente importante son las heridas que crea la cultura de dominancia del hombre: en las mujeres, en los hijos e incluso –un melón siempre complicado de manejar– en el propio hombre
Así lo interpreta el sorprendido, maravillosamente trabajado, personaje de Pedro Casablanc, que nunca llega a tener claro qué ha hecho mal. Es un retrato pedagógico y necesario, vibrante, pero en voz baja. Así lo muestra la inquietante mirada compungida, pero de gesto valiente, Nagore Aranburu, cuyo personaje disemina el arco del querer como nunca hasta ahora: querer para las mujeres ha sido sostener, hasta situaciones inconcebibles y hoscas. Maltrato ciego, mudo, casi imperceptible al mundo.
Querer es una serie que se ve en apnea, compungido por una angustia demasiado cercana para todos. Es una serie de grandes ecos. De diálogos espaciados para pensar. Es la mejor ficción contemporánea en castellano
Querer es una serie que se ve en apnea, compungido por una angustia demasiado cercana para todos. Es una serie de grandes ecos. De diálogos espaciados para pensar. Es la mejor ficción contemporánea en castellano, y el enésimo acierto del año de Movistar Plus. Un punto por encima de cualquier otra de la plataforma, que se reparte las mejores entre el final de Rapa, Celeste o Los años nuevos.